De que tienes hambre?
¿De qué tienes hambre?
“Jehová no dejará padecer hambre al justo; Mas la iniquidad lanzará a los impíos.” Proverbios 10:3
En un sentido, nuestra hambre nos define. Piénsalo: nuestros antojos describen, en gran medida, al espíritu que tenemos dentro. Nuestra personalidad, nuestras preferencias, nuestros problemas, todo se revela en y a través de las cosas por las que nos esforzamos.
La Palabra de Dios lo afirma; frecuentemente nos define por nuestros anhelos. Jesús dijo que los que tienen hambre y sed de justicia serán saciados (Mateo 5:6).
Ellos son suyos. A él le agrada cuando anhelamos su justicia y la buscamos como un tesoro. Él se deleita en ese deseo. Cuando lo tenemos, él nunca menciona nuestro pecado, pues ya no nos define. Él menciona solo nuestro futuro, la plenitud que recibiremos de él. El anhelo, por su descripción, es lo que somos.
Por eso es que Proverbios puede decirnos que el justo no pasará hambre. El justo no tendrá hambre porque ansía la justicia. Dios da esos tesoros a todos los que lo buscan. Sin embargo, el malo anhela la maldad. Si logra saciarse, solo será por un momento. No durará.
Dios promete el pan diario a los que confían con un espíritu recto que él lo dará. Este versículo afirma eso, pero va mucho más allá de la comida. Describe asuntos del corazón y no del estómago. El corazón que está fijo en Dios se encuentra sincronizado con el propósito de la creación en sí. El corazón que tiene más inclinación hacia la maldad que hacia Dios se encontrará terriblemente en desacuerdo con el resto del universo.
Para pensar.
¿Te falta el contentamiento? Revisa tus deseos. Son una descripción acertada de quién eres y del reino en el que preferirías vivir. ¿De qué tienes hambre? Si tus anhelos te llevan a Dios, nunca tendrás hambre. Si no, siempre la tendrás. El reino de Dios siempre se trata de justicia. Nunca lo olvides, y llénate de ella.
Al hombre le cuesta obtener lo que quiere, porque no quiere lo mejor
“Jehová no dejará padecer hambre al justo; Mas la iniquidad lanzará a los impíos.” Proverbios 10:3
En un sentido, nuestra hambre nos define. Piénsalo: nuestros antojos describen, en gran medida, al espíritu que tenemos dentro. Nuestra personalidad, nuestras preferencias, nuestros problemas, todo se revela en y a través de las cosas por las que nos esforzamos.
La Palabra de Dios lo afirma; frecuentemente nos define por nuestros anhelos. Jesús dijo que los que tienen hambre y sed de justicia serán saciados (Mateo 5:6).
Ellos son suyos. A él le agrada cuando anhelamos su justicia y la buscamos como un tesoro. Él se deleita en ese deseo. Cuando lo tenemos, él nunca menciona nuestro pecado, pues ya no nos define. Él menciona solo nuestro futuro, la plenitud que recibiremos de él. El anhelo, por su descripción, es lo que somos.
Por eso es que Proverbios puede decirnos que el justo no pasará hambre. El justo no tendrá hambre porque ansía la justicia. Dios da esos tesoros a todos los que lo buscan. Sin embargo, el malo anhela la maldad. Si logra saciarse, solo será por un momento. No durará.
Dios promete el pan diario a los que confían con un espíritu recto que él lo dará. Este versículo afirma eso, pero va mucho más allá de la comida. Describe asuntos del corazón y no del estómago. El corazón que está fijo en Dios se encuentra sincronizado con el propósito de la creación en sí. El corazón que tiene más inclinación hacia la maldad que hacia Dios se encontrará terriblemente en desacuerdo con el resto del universo.
Para pensar.
¿Te falta el contentamiento? Revisa tus deseos. Son una descripción acertada de quién eres y del reino en el que preferirías vivir. ¿De qué tienes hambre? Si tus anhelos te llevan a Dios, nunca tendrás hambre. Si no, siempre la tendrás. El reino de Dios siempre se trata de justicia. Nunca lo olvides, y llénate de ella.
Al hombre le cuesta obtener lo que quiere, porque no quiere lo mejor
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