El poder de la amabilidad

El poder de la amabilidad
“Panal de miel son los dichos suaves; Suavidad al alma y medicina para los huesos.” Proverbios‬
Hay pocas cosas en este mundo tan contagiosas Como las palabras. Los rumores se propagan como el fuego, las mentiras inflaman pasiones mortales y la amargura endurece el corazón, tanto del que habla como del que oye. Por otro lado, el ánimo cultiva la voluntad, la alabanza consolida al digno de alabanza y la verdad siempre engendra sabiduría. Las palabras pueden hacer grandes cosas.
El habla es una responsabilidad asombrosa. Es difícil imaginar que nuestros comentarios informales puedan tener implicaciones eternas, pero pueden tenerlas. Dios las  unge para bendición y el enemigo las usa para maldecir.
Tanto las bendiciones como las maldiciones tienen un impacto dramático en el corazón y en el alma de los seres humanos. Frecuentemente, decretan la dirección en la que vamos, para siempre.
 
Por eso es que las palabras agradables son dulces y reconfortantes. Tienen un impacto espiritual profundo. No son afirmaciones neutrales de gente neutral; son vehículos tanto para el poder de Dios como para la corrupción de este mundo. Pueden ser bendición, pero secuestradas por el maligno si no estamos alertas.
¿Has considerado alguna vez las implicaciones de tus palabras?
Pueden ser poderosas, ya sea que te des cuenta o no. A través de tus palabras puedes derramar ira y condenación, y puedes derramar bendición y ánimo. Puedes establecer la atmósfera de una habitación y cultivar la dirección de una vida. Puedes parar en seco a la gente o ponerla en rumbo hacia la productividad. De una u otra forma, lo que sale de tu boca es rápidamente contagioso. Edificará o destruirá. Todo depende de lo que digas y cómo lo digas.
 
Para pensar.
Aprende a considerar cada una de tus palabras como una chispa poderosa, una pequeña inversión en un futuro enorme. Ve las implicaciones más allá del momento. Disciplina tu boca para que esté callada hasta que estés convencido de que tus palabras
1. Son consecuentes con las Escrituras.
2. Están condimentadas con gracia.
Eso no significa que nunca dirás nada áspero; algunas situaciones requieren de una amonestación. Sin embargo, deja que tu lenguaje sea redentor, y más que nada, deja que honre a Dios.
Las palabras amables pueden ser cortas y fáciles de pronunciar, pero su eco es verdaderamente interminable.

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