La palabra protectora
LA PALABRA PROTECTORA
“Guarda y escucha todas estas palabras que yo te mando, para que haciendo lo bueno y lo recto ante los ojos de Jehová tu Dios, te vaya bien a ti y a tus hijos después de ti para siempre.” Deuteronomio
Dios es claro en toda su Palabra; sus mandamientos están destinados a protegernos del peligro. En ocasiones podemos fijarnos en alguien o algo que deseamos, y no podemos imaginar por qué dichos deseos podrían ser contrarios a la voluntad divina. Pero el Señor percibe los peligros asociados con nuestros anhelos y no quiere que nos destruyamos. Más bien, desea que nos aferremos al plan que tiene para nuestras vidas.
Entendamos que los mandamientos de Dios no están destinados a impedirnos disfrutar la vida. Por el contrario, su propósito es guiarnos a lo mejor que Él tiene para nosotros. Por eso el Señor le dijo a Josué: «Esfuérzáte y sé muy valiente, para cuidar de hacer conforme a toda la ley que mi siervo Moisés te mandó; no te apartes de ella ni a diestra ni a siniestra, para que seas prosperado en todas las cosas que emprendas» (Josué 1:7).
Su Palabra no es solo una acción externa, sino una postura interna de reverencia y amor hacia Dios. Es un llamado a vivir en integridad, haciendo “lo bueno y lo recto” no según los estándares humanos, sino según los ojos del SEÑOR, quien conoce nuestras intenciones y caminos.
La promesa que acompaña esta obediencia es hermosa: “para que te vaya bien a ti y a tus hijos después de ti para siempre.” Esto nos habla del impacto generacional de nuestra relación con Dios.
Para pensar.
Cuando seguimos Sus caminos, no solo somos bendecidos personalmente, sino que sembramos una herencia de fe, valores y bendición para nuestras generaciones futuras.
“Guarda y escucha todas estas palabras que yo te mando, para que haciendo lo bueno y lo recto ante los ojos de Jehová tu Dios, te vaya bien a ti y a tus hijos después de ti para siempre.” Deuteronomio
Dios es claro en toda su Palabra; sus mandamientos están destinados a protegernos del peligro. En ocasiones podemos fijarnos en alguien o algo que deseamos, y no podemos imaginar por qué dichos deseos podrían ser contrarios a la voluntad divina. Pero el Señor percibe los peligros asociados con nuestros anhelos y no quiere que nos destruyamos. Más bien, desea que nos aferremos al plan que tiene para nuestras vidas.
Entendamos que los mandamientos de Dios no están destinados a impedirnos disfrutar la vida. Por el contrario, su propósito es guiarnos a lo mejor que Él tiene para nosotros. Por eso el Señor le dijo a Josué: «Esfuérzáte y sé muy valiente, para cuidar de hacer conforme a toda la ley que mi siervo Moisés te mandó; no te apartes de ella ni a diestra ni a siniestra, para que seas prosperado en todas las cosas que emprendas» (Josué 1:7).
Su Palabra no es solo una acción externa, sino una postura interna de reverencia y amor hacia Dios. Es un llamado a vivir en integridad, haciendo “lo bueno y lo recto” no según los estándares humanos, sino según los ojos del SEÑOR, quien conoce nuestras intenciones y caminos.
La promesa que acompaña esta obediencia es hermosa: “para que te vaya bien a ti y a tus hijos después de ti para siempre.” Esto nos habla del impacto generacional de nuestra relación con Dios.
Para pensar.
Cuando seguimos Sus caminos, no solo somos bendecidos personalmente, sino que sembramos una herencia de fe, valores y bendición para nuestras generaciones futuras.
No Comments