Jesus quiere abrazarte
JESÚS QUIERE ABRAZARTE
“Entonces el hijo regresó a la casa de su padre. »Mientras el hijo todavía estaba muy lejos de casa, su padre lo vio y tuvo compasión de él. Salió corriendo a su encuentro y le dio la bienvenida con besos y abrazos.” Lucas
El abrazo, tanto en la Biblia como en la vida diaria, es una expresión poderosa del amor de Dios. En cada reconciliación, bienvenida o despedida, podemos ver cómo el abrazo refleja la gracia y la ternura de nuestro Señor. Cuando necesitemos consuelo o perdón, recordemos que Dios siempre está dispuesto a abrazarnos con sus brazos eternos.
Para la mayoría de las personas un abrazo representa apoyo, felicidad, cercanía y una forma de expresar lo que sentimos hacia los demás; sin embargo, los beneficios de los abrazos son más extensos, porque impactan directamente en nuestra salud.
Un día, un niño pequeño estaba jugando en la playa cuando una gran ola arrastró su castillo de arena. Lloró desconsolado porque había dedicado toda la tarde a construirlo. Su padre, que lo observaba desde lejos, corrió hacia él y lo abrazó con fuerza. Aunque el castillo estaba perdido, el abrazo le recordó que su padre siempre estaba allí para consolarlo.
Así es el abrazo de Jesús en nuestras vidas. A veces, perdemos cosas que hemos construido con tanto esfuerzo: un sueño, una relación o una oportunidad. Pero en esos momentos de pérdida, Jesús nos abraza, recordándonos que su amor es más fuerte que cualquier fracaso. Su abrazo no solo nos consuela, sino que también nos da la fuerza para empezar de nuevo.
¿Siente que hay días que necesita un abrazo de Dios más que otros?
Dios lo sabe y te abraza, recibe su Amor en este día; recibe su Presencia como nunca antes, entrégale todas aquellas cosas difíciles de solucionar, Él ya tiene la solución para todas tus dificultades; permite que te muestre lo que tienes que hacer, escucha en silencio su voz; habla con Él como desearía hacerlo con tu papá lo tengas o no lo tengas,
Para pensar.
Si te sientes débil o perdido, Jesús está ahí, con los brazos abiertos, listo para abrazarte. Solo acércate a Él con confianza.
“Entonces el hijo regresó a la casa de su padre. »Mientras el hijo todavía estaba muy lejos de casa, su padre lo vio y tuvo compasión de él. Salió corriendo a su encuentro y le dio la bienvenida con besos y abrazos.” Lucas
El abrazo, tanto en la Biblia como en la vida diaria, es una expresión poderosa del amor de Dios. En cada reconciliación, bienvenida o despedida, podemos ver cómo el abrazo refleja la gracia y la ternura de nuestro Señor. Cuando necesitemos consuelo o perdón, recordemos que Dios siempre está dispuesto a abrazarnos con sus brazos eternos.
Para la mayoría de las personas un abrazo representa apoyo, felicidad, cercanía y una forma de expresar lo que sentimos hacia los demás; sin embargo, los beneficios de los abrazos son más extensos, porque impactan directamente en nuestra salud.
Un día, un niño pequeño estaba jugando en la playa cuando una gran ola arrastró su castillo de arena. Lloró desconsolado porque había dedicado toda la tarde a construirlo. Su padre, que lo observaba desde lejos, corrió hacia él y lo abrazó con fuerza. Aunque el castillo estaba perdido, el abrazo le recordó que su padre siempre estaba allí para consolarlo.
Así es el abrazo de Jesús en nuestras vidas. A veces, perdemos cosas que hemos construido con tanto esfuerzo: un sueño, una relación o una oportunidad. Pero en esos momentos de pérdida, Jesús nos abraza, recordándonos que su amor es más fuerte que cualquier fracaso. Su abrazo no solo nos consuela, sino que también nos da la fuerza para empezar de nuevo.
¿Siente que hay días que necesita un abrazo de Dios más que otros?
Dios lo sabe y te abraza, recibe su Amor en este día; recibe su Presencia como nunca antes, entrégale todas aquellas cosas difíciles de solucionar, Él ya tiene la solución para todas tus dificultades; permite que te muestre lo que tienes que hacer, escucha en silencio su voz; habla con Él como desearía hacerlo con tu papá lo tengas o no lo tengas,
Para pensar.
Si te sientes débil o perdido, Jesús está ahí, con los brazos abiertos, listo para abrazarte. Solo acércate a Él con confianza.
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