Asistir y amar mi iglesia
Asistir y amar mi iglesia
Porque mejor es un día en tus atrios que mil fuera de ellos. Escogería antes estar a la puerta de la casa de mi Dios, Que habitar en las moradas de maldad. Salmos 84:10
Ir a la iglesia no es solo cumplir con una rutina o tradición; es entrar en un espacio donde Dios se encuentra con Su pueblo de una manera especial. Es un lugar de restauración, comunidad y crecimiento espiritual. Muchas veces pensamos que podemos caminar nuestra fe solos, pero Dios nos diseñó para vivir en comunión.
Un joven se acerca a su pastor y le dice: Pastor, ¡no voy a volver a la iglesia!
A lo que el ministro le pregunta: – ¡Ah! ¿Y me puedes decir por qué?
Y el joven responde:
– Oh, Dios santo. Pues porque por un lado veo una hermana que habla mal de otra hermana; por otro lado veo un hermano que no lee bien; el coro está descompensado y desafinado; la gente mira el móvil durante el culto y mejor no hablar de su comportamiento egoísta y soberbio fuera de la iglesia…
Y el pastor le dice: – Tienes razón. Pero antes de dejar la Iglesia para siempre, me gustaría que me hicieras un favor: agarra un vaso con agua y da tres vueltas a la iglesia sin verter una gota de agua al suelo. Después de eso, puedes dejar la iglesia.
El joven pensó que aquello era pan comido. Y dio las tres vueltas tal y como el pastor le había pedido. Cuando terminó, fue en busca del pastor.
– Hecho, pastor. Y el pastor le preguntó:
– Mientras caminabas con tu vaso de agua, ¿has notado si alguna hermana hablaba mal de otra? El joven:– No.
– ¿Has visto si alguna persona estaba siendo desconsiderada con otros visitantes en la iglesia? – No.
– ¿Y has visto que algunos estuvieran absortos en sus teléfonos? – No.
Y terminó el pastor: – Te voy a decir por qué: estabas concentrado en tu vaso para no derramar el agua.
Pues con la vida es igual. Cuando nuestro corazón se centra en Jesucristo, no tenemos tiempo de ver los errores ajenos. Quien abandona la iglesia a causa de los cristianos hipócritas es que no entró nunca de verdad a causa de Jesús.
La iglesia no es perfecta, pero sirve a un Dios perfecto, y Su presencia cambia todo.
El creyente que deja de asistir a la iglesia pierde de vista el pronto regreso de Cristo y decae en su esperanza futura.
Ese enfriamiento puede tener graves consecuencias para su vida, porque un cristiano que se aísla está dándole lugar al diablo para que lo tiente y pierdan el gran regalo de la Salvación. “No le den ninguna oportunidad al diablo para que los derrote.” Efesios
Para pensar.
La iglesia no es un edificio; es un hogar lleno de hermanos y hermanas donde aprendemos a amar y perdonar por causa de Jesús y como recompensa una maravillosa eternidad con Dios
Porque mejor es un día en tus atrios que mil fuera de ellos. Escogería antes estar a la puerta de la casa de mi Dios, Que habitar en las moradas de maldad. Salmos 84:10
Ir a la iglesia no es solo cumplir con una rutina o tradición; es entrar en un espacio donde Dios se encuentra con Su pueblo de una manera especial. Es un lugar de restauración, comunidad y crecimiento espiritual. Muchas veces pensamos que podemos caminar nuestra fe solos, pero Dios nos diseñó para vivir en comunión.
Un joven se acerca a su pastor y le dice: Pastor, ¡no voy a volver a la iglesia!
A lo que el ministro le pregunta: – ¡Ah! ¿Y me puedes decir por qué?
Y el joven responde:
– Oh, Dios santo. Pues porque por un lado veo una hermana que habla mal de otra hermana; por otro lado veo un hermano que no lee bien; el coro está descompensado y desafinado; la gente mira el móvil durante el culto y mejor no hablar de su comportamiento egoísta y soberbio fuera de la iglesia…
Y el pastor le dice: – Tienes razón. Pero antes de dejar la Iglesia para siempre, me gustaría que me hicieras un favor: agarra un vaso con agua y da tres vueltas a la iglesia sin verter una gota de agua al suelo. Después de eso, puedes dejar la iglesia.
El joven pensó que aquello era pan comido. Y dio las tres vueltas tal y como el pastor le había pedido. Cuando terminó, fue en busca del pastor.
– Hecho, pastor. Y el pastor le preguntó:
– Mientras caminabas con tu vaso de agua, ¿has notado si alguna hermana hablaba mal de otra? El joven:– No.
– ¿Has visto si alguna persona estaba siendo desconsiderada con otros visitantes en la iglesia? – No.
– ¿Y has visto que algunos estuvieran absortos en sus teléfonos? – No.
Y terminó el pastor: – Te voy a decir por qué: estabas concentrado en tu vaso para no derramar el agua.
Pues con la vida es igual. Cuando nuestro corazón se centra en Jesucristo, no tenemos tiempo de ver los errores ajenos. Quien abandona la iglesia a causa de los cristianos hipócritas es que no entró nunca de verdad a causa de Jesús.
La iglesia no es perfecta, pero sirve a un Dios perfecto, y Su presencia cambia todo.
El creyente que deja de asistir a la iglesia pierde de vista el pronto regreso de Cristo y decae en su esperanza futura.
Ese enfriamiento puede tener graves consecuencias para su vida, porque un cristiano que se aísla está dándole lugar al diablo para que lo tiente y pierdan el gran regalo de la Salvación. “No le den ninguna oportunidad al diablo para que los derrote.” Efesios
Para pensar.
La iglesia no es un edificio; es un hogar lleno de hermanos y hermanas donde aprendemos a amar y perdonar por causa de Jesús y como recompensa una maravillosa eternidad con Dios
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