¿Me da su autógrafo, por favor?

¿Me da su autógrafo, por favor?

Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros. Juan 1:14


Analogía
Lucy Chávez, de 16 años y fanática del fútbol femenino, todos los años había sido la mejor jugadora del grupo de su liga. Ahora soñaba con jugar al fútbol algún día en las Olimpiadas. Pero la competencia era cada vez más feroz, y Lucy sabía que tenía que jugar mejor si quería salir adelante.
Descubrió que su ídolo, la estrella de fútbol Erin Dupree, acababa de escribir un libro sobre fútbol. Lucy lo compró ese mismo día. Era enorme, el libro sobre fútbol más detallado que Lucy jamás había visto. Era tan difícil de entender que Lucy casi se dio por vencida. Contenía la información, pero ella no la podía comprender.
Cierto día, durante una práctica de fútbol, su entrenadora le dio una orden desde la línea lateral.
—Lucy —gritó—, planta el pie más adelante de la pelota.
El consejo dio resultado.
Cuando Lucy se dio vuelta para agradecer a su entrenadora, no podía creer lo que veía. ¡Erin Dupree estaba parada al lado de su entrenadora!
—Erin y yo somos amigas de la infancia —explicó la entrenadora mientras Lucy se acercaba maravillada—. Vino a nuestra ciudad porque está en una gira para promover su libro. Ella fue la que me dio el consejo que te di.
—Tu entrenadora me ha contado mucho de ti —dijo la estrella de fútbol—, me gusta lo que estoy viendo. ¿Qué te parece si nos encontramos después de la práctica para hablar sobre cómo juegas?
Ponte en el lugar de Lucy. ¿Dirías algo como: “Gracias por la invitación, señorita Dupree, pero no puedo reunirme con usted. Tengo que volver a casa enseguida para estudiar su libro”?
De ninguna manera. A menos que Lucy le haya dado demasiados cabezazos al balón que la dejaron aturdida, aprovechará la oportunidad para conocer a su heroína. ¿Qué manera mejor puede haber para entender un libro que contar con el autor para que se lo explique? Lucy, por supuesto, aceptó la invitación. El libro de Erin cobró vida cuando ésta lo explicó.


Comprender la Biblia y dejar que sus verdades cobren vida sucede de la misma manera. Necesitamos una relación personal con el autor, al que Juan llama “el Verbo”. Así es, la Biblia es la Palabra de Dios y Jesús es el Verbo de Dios, la Palabra de Dios en acción.

Cada vez que abrimos y leemos la Biblia, nos conectamos con la Palabra escrita de Dios y con su Verbo viviente, Jesús, su Hijo. Jesús está ansioso por ayudarnos a comprender y poner en práctica lo que él escribió. ¡Él es el que realmente hace que nuestras “meditaciones personales” sean personales!

Para pensar: ¿Cómo puedes aprovechar la oferta de Dios de enseñarte de primera mano su Palabra? Cuando lees la Biblia, ¿te estás encontrando con él, o estás simplemente hojeando las páginas de un libro?
Para orar: Señor, estamos contentos de que cuando leemos tu Palabra, tú estás allí mismo con nosotros para enseñarnos.
Para hacer: Cuando dediques tiempo a la Biblia esta semana, ármate de una actitud nueva. ¡Espera encontrarte con Jesús!
 Leer : Juan 1:1–5, 14

No Comments