«Las riquezas de Cristo».
«Las riquezas de Cristo».
Dios ha sido bueno conmigo, y me ha dado el privilegio de anunciar a los que no son judíos la buena noticia de las bendiciones de Cristo, que son tantas que nadie las puede contar. Esto lo hizo gracias a su gran poder, y a pesar de que no lo merezco, pues soy la persona más insignificante en el pueblo de Dios. Efesios 3:7-8
Estos versos nos hablan de la gracia de Dios manifestada en el ministerio de Pablo, quien se describe a sí mismo como el más indigno, pero a quien se le ha dado el privilegio de anunciar las inescrutables riquezas de Cristo a los gentiles. La reflexión sobre estos versículos nos lleva a considerar la grandeza de la gracia de Dios, la humildad de Pablo y la importancia del ministerio de evangelización.
Las riquezas de Cristo:
Las riquezas de Cristo son inagotables y van más allá de nuestra comprensión. Son riquezas espirituales que traen redención, perdón, paz y una esperanza eterna.
Mi Señor tiene riquezas que sobrepasan los cálculos de la aritmética, la medida de la razón, la visión de la imaginación o la elocuencia de las palabras. ¡Son inescrutables!
Tú puedes considerar y estudiar y ponderar, pero Jesús es un Salvador más grande de lo que llegues a imaginar cuando hayas imaginado lo mayor de todo. Jesús está más pronto a perdonar que tú a pecar; es más capaz de perdonar que tú de transgredir.
Mi Señor está más dispuesto a suplir tus necesidades que tú a confesarlas. Nunca pienses despectivamente de mi Señor Jesús. Cuando pones la corona sobre su cabeza lo estás coronando con plata, cuando él se merece el oro.
Mi Señor tiene riquezas de felicidad para concederte ahora. Él puede hacerte descansar en lugares de delicados pastos y pastorearte junto a aguas de reposo.
No hay música como la suya cuando él es el Pastor y tú la oveja, y te acuestas a sus pies. No hay amor como el suyo: ni la tierra ni el Cielo lo pueden igualar. Conocer a Cristo es ser hallado en él.
¡Oh, esto es vida, esto es gozo, esto es meollo y grosura, vino sobre los posos, bien refinado! Mi Señor no trata a sus siervos brutalmente. Él los regala como un rey a otro rey: les da dos cielos, uno aquí mientras le sirven y otro allá, cuando se gocen con él para siempre.
Sus inescrutables riquezas se conocerán mejor en la eternidad. Mientras te diriges al Cielo, él te dará todo aquello que necesites. Tu guarida serán las fortalezas de las peñas; se te dará tu pan y tus aguas serán seguras.
Sin embargo, es allí, allí, donde oirás los cánticos de los vencedores, la aclamación de quienes se gozan, y donde verás cara a cara al Glorioso y al Amado.
¡Las inescrutables riquezas de Cristo! Este es el tono para los cantores de la tierra y el cántico para los arpistas del Cielo. Señor, enséñanos más de Jesús y nosotros daremos a otros las buenas noticias.
Para pensar.
Estos versos nos invitan a reflexionar sobre la gracia de Dios, la humildad, el ministerio de evangelización y las riquezas inagotables que encontramos en Cristo. Al considerar estos aspectos, podemos ser inspirados a vivir vidas más enfocadas en Dios y a compartir su amor con el mundo,
Dios ha sido bueno conmigo, y me ha dado el privilegio de anunciar a los que no son judíos la buena noticia de las bendiciones de Cristo, que son tantas que nadie las puede contar. Esto lo hizo gracias a su gran poder, y a pesar de que no lo merezco, pues soy la persona más insignificante en el pueblo de Dios. Efesios 3:7-8
Estos versos nos hablan de la gracia de Dios manifestada en el ministerio de Pablo, quien se describe a sí mismo como el más indigno, pero a quien se le ha dado el privilegio de anunciar las inescrutables riquezas de Cristo a los gentiles. La reflexión sobre estos versículos nos lleva a considerar la grandeza de la gracia de Dios, la humildad de Pablo y la importancia del ministerio de evangelización.
Las riquezas de Cristo:
Las riquezas de Cristo son inagotables y van más allá de nuestra comprensión. Son riquezas espirituales que traen redención, perdón, paz y una esperanza eterna.
Mi Señor tiene riquezas que sobrepasan los cálculos de la aritmética, la medida de la razón, la visión de la imaginación o la elocuencia de las palabras. ¡Son inescrutables!
Tú puedes considerar y estudiar y ponderar, pero Jesús es un Salvador más grande de lo que llegues a imaginar cuando hayas imaginado lo mayor de todo. Jesús está más pronto a perdonar que tú a pecar; es más capaz de perdonar que tú de transgredir.
Mi Señor está más dispuesto a suplir tus necesidades que tú a confesarlas. Nunca pienses despectivamente de mi Señor Jesús. Cuando pones la corona sobre su cabeza lo estás coronando con plata, cuando él se merece el oro.
Mi Señor tiene riquezas de felicidad para concederte ahora. Él puede hacerte descansar en lugares de delicados pastos y pastorearte junto a aguas de reposo.
No hay música como la suya cuando él es el Pastor y tú la oveja, y te acuestas a sus pies. No hay amor como el suyo: ni la tierra ni el Cielo lo pueden igualar. Conocer a Cristo es ser hallado en él.
¡Oh, esto es vida, esto es gozo, esto es meollo y grosura, vino sobre los posos, bien refinado! Mi Señor no trata a sus siervos brutalmente. Él los regala como un rey a otro rey: les da dos cielos, uno aquí mientras le sirven y otro allá, cuando se gocen con él para siempre.
Sus inescrutables riquezas se conocerán mejor en la eternidad. Mientras te diriges al Cielo, él te dará todo aquello que necesites. Tu guarida serán las fortalezas de las peñas; se te dará tu pan y tus aguas serán seguras.
Sin embargo, es allí, allí, donde oirás los cánticos de los vencedores, la aclamación de quienes se gozan, y donde verás cara a cara al Glorioso y al Amado.
¡Las inescrutables riquezas de Cristo! Este es el tono para los cantores de la tierra y el cántico para los arpistas del Cielo. Señor, enséñanos más de Jesús y nosotros daremos a otros las buenas noticias.
Para pensar.
Estos versos nos invitan a reflexionar sobre la gracia de Dios, la humildad, el ministerio de evangelización y las riquezas inagotables que encontramos en Cristo. Al considerar estos aspectos, podemos ser inspirados a vivir vidas más enfocadas en Dios y a compartir su amor con el mundo,
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