El SEÑOR prueba al justo

«El SEÑOR prueba al justo»
 
El Señor examina tanto a los justos como a los malvados y aborrece a los que aman la violencia. Salmo 11.5


Este Salmo enseña que Dios prueba al justo para purificar sus gracias y su fe, como el oro en el fuego, mientras que aborrece al impío que ama la violencia y la maldad, reservando un castigo eterno para él. La reflexión nos invita a confiar en Dios durante las pruebas, sabiendo que son para nuestro bien, y a no imitar a los que se desvían por el mal, pues Dios los rechaza.
La prueba del justo
Las pruebas acechan en todos los caminos. Por todas partes, arriba y abajo, estamos rodeados de peligros. Sin embargo, ninguna lluvia cae desde la amenazadora nube sin permiso; cada gota recibe órdenes antes de precipitarse a tierra.

Las pruebas que proceden de Dios se nos envían para fortalecer nuestros dones, y para demostrar, a la vez, el poder de la gracia divina, a fin de probar la autenticidad de nuestras virtudes y acrecentar sus energías

Purificación:
Dios prueba las gracias del justo, como la fe, la paciencia y el amor, usando las aflicciones para purificarlas y hacerlas más valiosas, de la misma manera que el fuego prueba y purifica el oro.

Fidelidad en la adversidad:
Los creyentes deben entender que las pruebas son una señal del amor de Dios y una oportunidad para fortalecer la confianza en Él, en lugar de debilitarla.
El aborrecimiento de Dios hacia el impío.

Nuestro Señor, en su infinita sabiduría y superabundante amor, valora tanto la fe de los suyos que no impedirá las pruebas por las cuales esa fe resulta fortalecida.

Aversión al mal:
La tranquilidad mundana es un gran enemigo para la fe: afloja las articulaciones del valor santo y rompe los músculos del coraje. El globo no se levanta hasta que se han cortado las cuerdas.
Dios tiene una aversión continua y profunda hacia aquellos que viven en un curso de pecado y maldad, amando la violencia y haciendo daño a otros.

Castigo reservado:
A los impíos se les reserva el castigo eterno por su maldad, mostrando el odio de Dios hacia el pecado y la injusticia.

La respuesta del creyente

Confianza en Dios:
A pesar de las dificultades y la oposición del mundo, el creyente debe confiar en que Dios ve la justicia y está obrando para su bien.
Nunca hubieras poseído la preciosa fe que ahora te sostiene, si la prueba de tu fe no hubiese sido semejante al fuego.

Eres un árbol que jamás habrías arraigado tan bien si el viento no te hubiese sacudido de aquí para allá y hubiera hecho que te aferraras a las preciosas verdades del pacto de gracia.

Para pensar:
Se nos llama a no huir ante las adversidades, sino a mantenernos firmes en la causa de Cristo, confiando en que Dios luchará por nosotros.

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