El sufrimiento puede terminar en acción de gracias.
El sufrimiento puede terminar en acción de gracias.
En su bondad, Dios los llamó a ustedes a que participen de su gloria eterna por medio de Cristo Jesús. Entonces, después de que hayan sufrido un poco de tiempo, él los restaurará, los sostendrá, los fortalecerá y los afirmará sobre un fundamento sólido. 1 PEDRO 5:10
“¿Por qué tenemos que sufrir?”, o: “¿Si Dios verdaderamente nos ama, por qué todas las cosas malas nos suceden a nosotros?”.
Escucho esas preguntas a menudo. Durante miles de años, personas más listas que yo han luchado con esas preguntas, y, aun así, todavía no han descubierto las respuestas. Yo ni siquiera trato de responderlas. No obstante, hago un comentario: “Si Dios solamente nos bendijera después de volvernos creyentes—si les quitara los sufrimientos, las dificultades y los problemas a los cristianos—, ¿no sería una manera de sobornar a las personas a que creyeran?”.
Esa no es la manera en la que Dios obra. El Señor quiere que vengamos a Él por amor y porque sabemos que los necesitamos, tanto, que solamente Él puede llenar esas necesidades por nosotros.
La realidad es que desde el momento del nacimiento hasta que vayamos a casa a estar con Jesús, sufriremos a veces. Algunos tienen comisiones más difíciles que otros, pero el sufrimiento sigue siendo el sufrimiento.
También creo que cuando las personas nos ven recurrir a Dios en nuestras dificultades y ven nuestras victorias, se convierten en testigos de ello. Ese testimonio puede no siempre hacerlos volverse a Cristo, pero sí muestra la presencia de Dios en nuestra vida y los hace estar al tanto de lo que se están perdiendo.
Así es, sufriremos. El otro día tuve un pensamiento nuevo: el sufrimiento da como resultado acción de gracias. Cuando nuestra vida se torna caótica y no sabemos qué hacer, acudimos al Señor por ayuda, y Él responde nuestras oraciones y nos libera. Dios nos habla y nos consuela. Y el resultado es que estamos agradecidos.
El tiempo entre el sufrimiento y la acción de gracias es cuando el diablo verdaderamente ataca nuestros pensamientos. Quizá comience diciéndole: “Si Dios realmente te amara no tendrías que pasar por esto”. Es una manera sutil de decirnos que servir a Dios es inútil. La verdad es que si somos creyentes tendremos problemas; todos tendremos problemas, incluso si no somos creyentes. Pero como creyentes, también tenemos victorias. Como creyentes en Jesucristo, podemos tener paz en medio de la tormenta. Podemos disfrutar nuestra vida durante las dificultades porque verdaderamente creemos que Dios está obrando a nuestro favor.
El siguiente ataque de Satanás es susurrar: “No va a mejorar. Has servido a Dios para nada. Ves, esto es lo que pasa cuando realmente necesitas ayuda y confías en Dios. Él no se preocupa por ti. Si así fuera, ¿por qué te permitiría sufrir?”.
Es en este momento en que tenemos que permanecer firmes. Podemos obtener valentía de la historia de Job. Pocos de nosotros hemos sufrido como él: perdió a sus hijos, sus posesiones y su salud. Los que lo criticaban lo acusaron de hipocresía y de engaño. Como conocemos la manera en la que opera el diablo, nos damos cuenta de que sus supuestos amigos eran herramientas de Satanás. Estoy seguro de que ellos no se dieron cuenta de que estaban siendo usados por el diablo para desanimar a Job. Pero solo porque no estaban al tanto no significa que Satanás no los haya usado.
No obstante, Job, un hombre justo, se rehusó a escucharlos. Dijo: “He aquí, aunque él me matare, en él esperaré” (Job 13:15). Se rehusó a permitirle a Satanás que atacara su mente y lo hiciera cuestionar a Dios. No entendía lo que Dios había hecho. No hay indicación de que Job haya entendido. Pero hay algo que sabemos, Dios estaba con él y nunca dudó del amor y la presencia de Dios.
Esa es la actitud que queremos; esa calmada seguridad del amor de Dios que dice: “Aunque él me matare, en él esperaré”. No tenemos que entender o explicar. De hecho, lo he escuchado expresado en esta manera: “La obediencia es obligatoria; el entendimiento es opcional”.
Finalmente, si sufrimos, bien podría ser un poderoso recordatorio de que estamos andando los mismos caminos que algunos de los mayores santos de Dios. Incluso en la época de Pedro, sufrían. En su caso era por la persecución romana; en nuestro caso quizá sea por personas que no nos comprenden o familiares que se vuelven en nuestra contra. No obstante, el sufrimiento puede y debería terminar en acción de gracias.
Oración
Dios, perdóname por siempre querer la vida fácil. Reconozco que no quiero sufrir, y no me gusta cuando las cosas no salen bien. Pero te pido que me ayudes a tener una buena actitud y a confiar en que sacarás algo bueno de ello. Te pido esto en el nombre de Jesucristo. Amén.
En su bondad, Dios los llamó a ustedes a que participen de su gloria eterna por medio de Cristo Jesús. Entonces, después de que hayan sufrido un poco de tiempo, él los restaurará, los sostendrá, los fortalecerá y los afirmará sobre un fundamento sólido. 1 PEDRO 5:10
“¿Por qué tenemos que sufrir?”, o: “¿Si Dios verdaderamente nos ama, por qué todas las cosas malas nos suceden a nosotros?”.
Escucho esas preguntas a menudo. Durante miles de años, personas más listas que yo han luchado con esas preguntas, y, aun así, todavía no han descubierto las respuestas. Yo ni siquiera trato de responderlas. No obstante, hago un comentario: “Si Dios solamente nos bendijera después de volvernos creyentes—si les quitara los sufrimientos, las dificultades y los problemas a los cristianos—, ¿no sería una manera de sobornar a las personas a que creyeran?”.
Esa no es la manera en la que Dios obra. El Señor quiere que vengamos a Él por amor y porque sabemos que los necesitamos, tanto, que solamente Él puede llenar esas necesidades por nosotros.
La realidad es que desde el momento del nacimiento hasta que vayamos a casa a estar con Jesús, sufriremos a veces. Algunos tienen comisiones más difíciles que otros, pero el sufrimiento sigue siendo el sufrimiento.
También creo que cuando las personas nos ven recurrir a Dios en nuestras dificultades y ven nuestras victorias, se convierten en testigos de ello. Ese testimonio puede no siempre hacerlos volverse a Cristo, pero sí muestra la presencia de Dios en nuestra vida y los hace estar al tanto de lo que se están perdiendo.
Así es, sufriremos. El otro día tuve un pensamiento nuevo: el sufrimiento da como resultado acción de gracias. Cuando nuestra vida se torna caótica y no sabemos qué hacer, acudimos al Señor por ayuda, y Él responde nuestras oraciones y nos libera. Dios nos habla y nos consuela. Y el resultado es que estamos agradecidos.
El tiempo entre el sufrimiento y la acción de gracias es cuando el diablo verdaderamente ataca nuestros pensamientos. Quizá comience diciéndole: “Si Dios realmente te amara no tendrías que pasar por esto”. Es una manera sutil de decirnos que servir a Dios es inútil. La verdad es que si somos creyentes tendremos problemas; todos tendremos problemas, incluso si no somos creyentes. Pero como creyentes, también tenemos victorias. Como creyentes en Jesucristo, podemos tener paz en medio de la tormenta. Podemos disfrutar nuestra vida durante las dificultades porque verdaderamente creemos que Dios está obrando a nuestro favor.
El siguiente ataque de Satanás es susurrar: “No va a mejorar. Has servido a Dios para nada. Ves, esto es lo que pasa cuando realmente necesitas ayuda y confías en Dios. Él no se preocupa por ti. Si así fuera, ¿por qué te permitiría sufrir?”.
Es en este momento en que tenemos que permanecer firmes. Podemos obtener valentía de la historia de Job. Pocos de nosotros hemos sufrido como él: perdió a sus hijos, sus posesiones y su salud. Los que lo criticaban lo acusaron de hipocresía y de engaño. Como conocemos la manera en la que opera el diablo, nos damos cuenta de que sus supuestos amigos eran herramientas de Satanás. Estoy seguro de que ellos no se dieron cuenta de que estaban siendo usados por el diablo para desanimar a Job. Pero solo porque no estaban al tanto no significa que Satanás no los haya usado.
No obstante, Job, un hombre justo, se rehusó a escucharlos. Dijo: “He aquí, aunque él me matare, en él esperaré” (Job 13:15). Se rehusó a permitirle a Satanás que atacara su mente y lo hiciera cuestionar a Dios. No entendía lo que Dios había hecho. No hay indicación de que Job haya entendido. Pero hay algo que sabemos, Dios estaba con él y nunca dudó del amor y la presencia de Dios.
Esa es la actitud que queremos; esa calmada seguridad del amor de Dios que dice: “Aunque él me matare, en él esperaré”. No tenemos que entender o explicar. De hecho, lo he escuchado expresado en esta manera: “La obediencia es obligatoria; el entendimiento es opcional”.
Finalmente, si sufrimos, bien podría ser un poderoso recordatorio de que estamos andando los mismos caminos que algunos de los mayores santos de Dios. Incluso en la época de Pedro, sufrían. En su caso era por la persecución romana; en nuestro caso quizá sea por personas que no nos comprenden o familiares que se vuelven en nuestra contra. No obstante, el sufrimiento puede y debería terminar en acción de gracias.
Oración
Dios, perdóname por siempre querer la vida fácil. Reconozco que no quiero sufrir, y no me gusta cuando las cosas no salen bien. Pero te pido que me ayudes a tener una buena actitud y a confiar en que sacarás algo bueno de ello. Te pido esto en el nombre de Jesucristo. Amén.
No Comments