Todas las cosas les ayudan a bien
Todas las cosas les ayudan a bien
Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. ROMANOS 8:28
Después de Juan 3:16, Romanos 8:28 es probablemente el versículo más citado entre los cristianos. Las palabras de Pablo nos traen consuelo y paz a muchos de nosotros en nuestras dificultades y penurias. Nos dan esperanza sin importar las heridas y decepciones que vengan a nuestra vida, todas las cosas finalmente nos ayudarán a bien. Los dos versículos anteriores a Romanos 8:28 hablan acerca de la oración.
Dicen que cuando no sabemos orar como conviene, el Espíritu Santo viene en nuestra ayuda y ora a través de nosotros. Es a través de estas oraciones llenas del Espíritu Santo que todas las cosas nos ayudan a bien, sin importar lo que sean. No todas las cosas que nos suceden son buenas en sí mismas y por sí mismas, pero Dios es bueno y Él puede hacer que nos ayuden a bien si confiamos en Él.
Seguir confiando en Dios es la clave para la victoria en situaciones dolorosas y al parecer injustas. La fe y la oración mueven la mano de Dios. Si seguimos creyendo, Él promete seguir moviéndose a nuestro favor para hacer que todas las cosas nos ayuden a bien.
Dios les hace esta promesa a lo que lo aman y que son llamados conforme a su propósito. Debemos amar a Dios con todo nuestro corazón y debemos querer su voluntad. Debemos estar dispuestos a someternos a su plan en todo tiempo.
El plan que Dios tiene para nosotros finalmente nos cambia a su imagen. Estamos destinados a ser moldeados a su imagen. Eso puede sonar espiritual, pero en realidad, suele lastimar.
Con frecuencia pienso en el barro que es retocado en un molde, y me pregunto si el barro pudiera sentir qué sentiría. Ser cambiado a una forma enteramente distinta probablemente es doloroso. Si tomamos un puñado de barro y lo retacamos en un molde, siempre hay barro que sobra y algunas porciones deben ser desechadas. Descubrí que hay más de mí que lo que puede caber en el molde de Jesucristo, así que muchos de mis pensamientos, palabras y acciones que tenían que ser desechados.
Debemos pasar por cosas difíciles para aprender cómo reaccionar a ellas en la manera en que Jesús lo haría. No debemos darle lugar a los pensamientos y sentimientos de temor que nos atacan. Debemos aprender a permanecer firmes, sabiendo que no importa cómo se vean las cosas ahora, Dios hará que nos ayuden a bien en el proceso, las va a utilizar para hacernos mejores personas. El propósito de Dios en todo lo que sucede es hacernos más como Jesucristo. Jesús fue totalmente obediente. “Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia” (Hebreos 5:8).
También aprendemos a través de lo que sufrimos. Aprendemos a partir de la Palabra de Dios y las experiencias de la vida. A causa de nuestra naturaleza pecaminosa, tendemos a luchar con Dios en cada paso, pero esto solamente hace que este proceso dure más y sea más doloroso.
Aprenda a rendirse rápidamente y ahórrese mucha agonía. He aprendido que Dios se sale con la suya al final, así que ¿para qué prolongar el proceso?
Adónde la mente va, el hombre sigue. Mantenga su mente yendo en la dirección correcta, y su vida la alcanzará. Una persona que tenga su fe firmemente plantada en Dios no puede ser derrotada.
La Biblia dice que los hermanos de José lo odiaban, pero Dios estaba con Él. Dios le dio favor y lo promovió, así que vemos que su fe en Dios lo levantó sobre sus circunstancias.
A José le sucedieron algunas cosas terribles. Sus hermanos lo vendieron a traficantes de esclavos y le dijeron a su padre que un animal salvaje lo había matado. Fue traicionado por aquellos a los que estaba sirviendo y tratando de ayudar, pero Dios lo estaba viendo todo el tiempo. Dios tenía un buen plan para José, y sucedió. Finalmente dijo que aunque las cosas que le sucedieron originalmente tenían el propósito de dañarlo, Dios tenía el propósito de que fueran para bien.
Lo mismo es cierto para todos nosotros. Satanás no puede derrotarnos si seguimos creyendo que Dios está obrando para nuestro bien y que estamos siendo continuamente transformados en su imagen.
Oremos
Dios, hazme más como Jesús. No me gusta sufrir, y odio fracasar, pero a través de Jesucristo te pido que me enseñes y me capacites para entender que, gracias a ti, todas las cosas verdaderamente me ayudan a bien. Amén.
Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. ROMANOS 8:28
Después de Juan 3:16, Romanos 8:28 es probablemente el versículo más citado entre los cristianos. Las palabras de Pablo nos traen consuelo y paz a muchos de nosotros en nuestras dificultades y penurias. Nos dan esperanza sin importar las heridas y decepciones que vengan a nuestra vida, todas las cosas finalmente nos ayudarán a bien. Los dos versículos anteriores a Romanos 8:28 hablan acerca de la oración.
Dicen que cuando no sabemos orar como conviene, el Espíritu Santo viene en nuestra ayuda y ora a través de nosotros. Es a través de estas oraciones llenas del Espíritu Santo que todas las cosas nos ayudan a bien, sin importar lo que sean. No todas las cosas que nos suceden son buenas en sí mismas y por sí mismas, pero Dios es bueno y Él puede hacer que nos ayuden a bien si confiamos en Él.
Seguir confiando en Dios es la clave para la victoria en situaciones dolorosas y al parecer injustas. La fe y la oración mueven la mano de Dios. Si seguimos creyendo, Él promete seguir moviéndose a nuestro favor para hacer que todas las cosas nos ayuden a bien.
Dios les hace esta promesa a lo que lo aman y que son llamados conforme a su propósito. Debemos amar a Dios con todo nuestro corazón y debemos querer su voluntad. Debemos estar dispuestos a someternos a su plan en todo tiempo.
El plan que Dios tiene para nosotros finalmente nos cambia a su imagen. Estamos destinados a ser moldeados a su imagen. Eso puede sonar espiritual, pero en realidad, suele lastimar.
Con frecuencia pienso en el barro que es retocado en un molde, y me pregunto si el barro pudiera sentir qué sentiría. Ser cambiado a una forma enteramente distinta probablemente es doloroso. Si tomamos un puñado de barro y lo retacamos en un molde, siempre hay barro que sobra y algunas porciones deben ser desechadas. Descubrí que hay más de mí que lo que puede caber en el molde de Jesucristo, así que muchos de mis pensamientos, palabras y acciones que tenían que ser desechados.
Debemos pasar por cosas difíciles para aprender cómo reaccionar a ellas en la manera en que Jesús lo haría. No debemos darle lugar a los pensamientos y sentimientos de temor que nos atacan. Debemos aprender a permanecer firmes, sabiendo que no importa cómo se vean las cosas ahora, Dios hará que nos ayuden a bien en el proceso, las va a utilizar para hacernos mejores personas. El propósito de Dios en todo lo que sucede es hacernos más como Jesucristo. Jesús fue totalmente obediente. “Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia” (Hebreos 5:8).
También aprendemos a través de lo que sufrimos. Aprendemos a partir de la Palabra de Dios y las experiencias de la vida. A causa de nuestra naturaleza pecaminosa, tendemos a luchar con Dios en cada paso, pero esto solamente hace que este proceso dure más y sea más doloroso.
Aprenda a rendirse rápidamente y ahórrese mucha agonía. He aprendido que Dios se sale con la suya al final, así que ¿para qué prolongar el proceso?
Adónde la mente va, el hombre sigue. Mantenga su mente yendo en la dirección correcta, y su vida la alcanzará. Una persona que tenga su fe firmemente plantada en Dios no puede ser derrotada.
La Biblia dice que los hermanos de José lo odiaban, pero Dios estaba con Él. Dios le dio favor y lo promovió, así que vemos que su fe en Dios lo levantó sobre sus circunstancias.
A José le sucedieron algunas cosas terribles. Sus hermanos lo vendieron a traficantes de esclavos y le dijeron a su padre que un animal salvaje lo había matado. Fue traicionado por aquellos a los que estaba sirviendo y tratando de ayudar, pero Dios lo estaba viendo todo el tiempo. Dios tenía un buen plan para José, y sucedió. Finalmente dijo que aunque las cosas que le sucedieron originalmente tenían el propósito de dañarlo, Dios tenía el propósito de que fueran para bien.
Lo mismo es cierto para todos nosotros. Satanás no puede derrotarnos si seguimos creyendo que Dios está obrando para nuestro bien y que estamos siendo continuamente transformados en su imagen.
Oremos
Dios, hazme más como Jesús. No me gusta sufrir, y odio fracasar, pero a través de Jesucristo te pido que me enseñes y me capacites para entender que, gracias a ti, todas las cosas verdaderamente me ayudan a bien. Amén.
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