¿Por qué esta negatividad?
¿Por qué esta negatividad?
Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; más si me fuere, os lo enviaré. Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio. JUAN 16:7–8
Muchos de nosotros nos enfocamos en lugar de considerar nuestras propias fallas y fracasos, con frecuencia nos enfocamos en otras personas y en lo que pensamos que está mal en sus vidas. Eso es más fácil y menos doloroso. Mientras podamos mantener el enfoque en las demás personas, no necesitamos examinar nuestro propio corazón.
No es algo calculado, y estoy seguro de que la mayoría de nosotros no estamos al tanto de las razones por las que somos negativos. Por eso también es que la negatividad es tan difícil de tratar. Socavamos el intento de Satanás de establecer una fortaleza en nuestra mente cuando admitimos: “Dios soy una persona pesimista”. Ese es el inicio.
Entonces clamamos al Espíritu Santo para que sondee nuestro corazón. Jesús dijo de Él: “Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio” (Juan 16:8). Con mucha frecuencia, leemos la palabra mundo y sonreímos. Sí, es por esos pecadores, esas personas que no conocen a Jesús. Eso es cierto, pero es solamente parcialmente cierto, ya que nosotros también vivimos en el mundo.
Nosotros—el pueblo de Dios—también necesitamos ser convencidos de pecado. Necesitamos que el Espíritu Santo sondee profundamente dentro de nosotros y que nos ayude a comprender por qué somos afligidos con pensamientos negativos.
Probablemente conocemos a muchos no creyentes que son naturalmente optimistas y que nunca hablan mal de los demás. Satanás ya tiene el control de su mente, así que ni siquiera los tienta para ser negativos.
Piénselo de esta manera: Satanás nos ataca donde somos débiles. Probablemente esto ayude a explicar lo que quiero decir. Hace más de 100 años William Sheldon comenzó a estudiar los tipos de cuerpos de los seres humanos y los clasificó en distintos tipos.
Su investigación indicó que todos somos proclives hacia cierto tipo de enfermedades físicas. Las personas con una figura tipo pera son más proclives a tener problemas cardiacos e hipertensión. Tengo una amiga que es delgada como un riel de tren y cuando se enferma es por una infección pulmonar o bronquitis. Está en sus setentas, tiene un corazón saludable, y en general está saludable, pero tiene pulmones débiles.
Apliquemos ese principio al plano espiritual.
Todos tenemos debilidades; algunos somos proclives al pesimismo, algunos a mentir o al chisme y otros por naturaleza somos más engañosos. No es qué tipo de persona sea usted, ya que todos tenemos nuestras propias debilidades que conquistar; más bien, lo que necesitamos es que el Espíritu Santo señale esas fallas.
El que sean lugares naturales para los ataques de Satanás no significa que no podamos hacer nada al respecto. Solo a medida que el Espíritu nos vaya convenciendo de pecado es que puede liberarnos de los ataques satánicos. Por eso Jesús envió al Espíritu Santo—el Ayudador—, porque Él nos ayuda en nuestros puntos vulnerables.
Oración
Espíritu Santo de Dios, perdóname por pensar que me puedo liberar a mí mismo. No permitas que Satanás se aproveche de mis vulnerabilidades, sino libérame para que pueda consagrarme más a ti y ser usado por ti. Te pido esto en el nombre de mi Salvador, Jesús. Amén.
Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; más si me fuere, os lo enviaré. Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio. JUAN 16:7–8
Muchos de nosotros nos enfocamos en lugar de considerar nuestras propias fallas y fracasos, con frecuencia nos enfocamos en otras personas y en lo que pensamos que está mal en sus vidas. Eso es más fácil y menos doloroso. Mientras podamos mantener el enfoque en las demás personas, no necesitamos examinar nuestro propio corazón.
No es algo calculado, y estoy seguro de que la mayoría de nosotros no estamos al tanto de las razones por las que somos negativos. Por eso también es que la negatividad es tan difícil de tratar. Socavamos el intento de Satanás de establecer una fortaleza en nuestra mente cuando admitimos: “Dios soy una persona pesimista”. Ese es el inicio.
Entonces clamamos al Espíritu Santo para que sondee nuestro corazón. Jesús dijo de Él: “Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio” (Juan 16:8). Con mucha frecuencia, leemos la palabra mundo y sonreímos. Sí, es por esos pecadores, esas personas que no conocen a Jesús. Eso es cierto, pero es solamente parcialmente cierto, ya que nosotros también vivimos en el mundo.
Nosotros—el pueblo de Dios—también necesitamos ser convencidos de pecado. Necesitamos que el Espíritu Santo sondee profundamente dentro de nosotros y que nos ayude a comprender por qué somos afligidos con pensamientos negativos.
Probablemente conocemos a muchos no creyentes que son naturalmente optimistas y que nunca hablan mal de los demás. Satanás ya tiene el control de su mente, así que ni siquiera los tienta para ser negativos.
Piénselo de esta manera: Satanás nos ataca donde somos débiles. Probablemente esto ayude a explicar lo que quiero decir. Hace más de 100 años William Sheldon comenzó a estudiar los tipos de cuerpos de los seres humanos y los clasificó en distintos tipos.
Su investigación indicó que todos somos proclives hacia cierto tipo de enfermedades físicas. Las personas con una figura tipo pera son más proclives a tener problemas cardiacos e hipertensión. Tengo una amiga que es delgada como un riel de tren y cuando se enferma es por una infección pulmonar o bronquitis. Está en sus setentas, tiene un corazón saludable, y en general está saludable, pero tiene pulmones débiles.
Apliquemos ese principio al plano espiritual.
Todos tenemos debilidades; algunos somos proclives al pesimismo, algunos a mentir o al chisme y otros por naturaleza somos más engañosos. No es qué tipo de persona sea usted, ya que todos tenemos nuestras propias debilidades que conquistar; más bien, lo que necesitamos es que el Espíritu Santo señale esas fallas.
El que sean lugares naturales para los ataques de Satanás no significa que no podamos hacer nada al respecto. Solo a medida que el Espíritu nos vaya convenciendo de pecado es que puede liberarnos de los ataques satánicos. Por eso Jesús envió al Espíritu Santo—el Ayudador—, porque Él nos ayuda en nuestros puntos vulnerables.
Oración
Espíritu Santo de Dios, perdóname por pensar que me puedo liberar a mí mismo. No permitas que Satanás se aproveche de mis vulnerabilidades, sino libérame para que pueda consagrarme más a ti y ser usado por ti. Te pido esto en el nombre de mi Salvador, Jesús. Amén.
No Comments