Decida creer
Decida creer
Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna. SANTIAGO 1:2–4
Aquí venos como Santiago nos anima a considerar las pruebas como fuente de gozo, porque la fe que se pone a prueba desarrolla la paciencia, la cual, al completar su obra, produce un carácter perfecto y completo. La clave es la perspectiva: ver las dificultades como un proceso de aprendizaje que nos hace madurar y estar preparados, no como un castigo o algo a temer.
Con demasiada frecuencia la gente se me queda viendo con la mirada vacía cuando la insto a que decida creer. Es como si les estuviera pidiendo hacer algo que no pueden. La fe viene por el oír y el oír por la Palabra de Dios (vea Romanos 10:17), pero también requiere tomar esa decisión.
Entramos en una relación con Dios por medio de creer en Jesucristo, pero eso es solo el principio.
Creer no termina allí. Como entiendo el plano del Espíritu, si seguimos al Señor, vivimos con una fe creciente. Eso significa que aprendemos a creer para cosas mayores. Aprendemos a confiar en Dios por cosas que nunca hubiéramos pensado en nuestros primeros días como cristianos.
Cuando nos volvemos cristianos la Biblia dice que somos adoptados en la familia de Dios: “…habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!” (Romanos 8:15b).
Ese es el inicio. También allí es donde muchos cristianos se quedan. El Espíritu sigue buscando sus manos para poder tirar de usted hacia adelante. Es en ese momento en el que debe decidir creer y avanzar o resistirse y mantenerse exactamente donde se encuentra en su experiencia cristiana.
Lea el versículo al principio de este tema. Dice que su fe será probada, pero que usted deberá asirse firmemente de ella y avanzar. La prueba quizá venga cuando el diablo intente hacerlo dudar de las promesas que Dios le ha dado.
Nunca hay un punto en el que su crecimiento espiritual se detenga, y Dios quiere llevarlo más allá. Pero usted tiene que tomar la decisión de creer. Algunas veces se requiere valentía, pero así funciona la vida cristiana. Crecemos por medio de dar pasos de fe.
Cuando Dios habla a su corazón—a su ser interior—usted necesita aprender a decir sin titubear: “Así sea, Señor”. Tiene que aprender a estar de acuerdo con lo que sea que el Espíritu de Dios diga o quiera.
En lugar de esto, muchas personas tienden a resistirse. No dicen que no, ya que Satanás es demasiado sutil como para instarlos a hacer eso. Más bien, pone dudas en su mente, instándolos a preguntarse: ¿Pero cómo puede ser eso? Comienzan a pedirle a Dios que los ayude a comprender.
Si su jefe quiere que usted realice una tarea, usted puede preguntar: “¿Por qué?”, o pedir una explicación. Pero así no funciona el Espíritu Santo. Si usted dice: “Señor si me ayudas a comprender, voy a creer y a obedecer”. Dios dice: “Simplemente obedece. Si quiero que comprendas, te lo voy a aclarar”. Dios no tiene que explicarnos nada.
Sucede con frecuencia que los creyentes saben algo en lo profundo de su corazón—en su ser interior—, pero su mente lucha en contra de ello. Probablemente se consideran indignos. Pueden preguntar:
“¿Quién soy yo que me quieres usar para cambiar vidas?”.
Desperdician mucha energía diciéndole a Dios por qué no pueden hacer lo que Él quiere que hagan. Dios ya sabe todo lo que está mal en nosotros o lo que alguna vez estará mal con nosotros, y está dispuesto a trabajar con nosotros de todos modos. Dios requiere disposición no habilidad.
Dios le pide que haga algo bastante sencillo: creer. Eso es todo. Si Dios habla, usted necesita aprender a decir: “Aunque no lo entienda lo voy a hacer”. Uno de los mejores ejemplos en los que puedo pensar de la Escritura es la historia de Ananías de Damasco. Dios le dijo que Saulo (más tarde llamado Pablo) estaba ciego y en una casa en particular. Debía ir e imponerle manos, y Dios lo sanaría (vea Hechos 9:10–19).
Ananías tenía miedo. Saulo era el gran perseguidor de los cristianos, pero Dios le dijo que fuera porque el hombre que estaba ciego era su vaso escogido. A pesar de su temor y su falta de habilidad para entender por qué Dios escogería a un gran perseguidor para ser un vaso escogido, Ananías fue y oró por Saulo, y el futuro apóstol fue sanado.
Así es como Dios quiere que nos comportemos. Quiere que escojamos creer en Él a pesar de que lo que nos esté pidiendo no compute en nuestros pensamientos.
Oración
Espíritu Santo de Dios, ayúdame a siempre creer tus promesas, incluso cuando no entienda tu propósito. Quiero aprender a confiar más en ti, a medida que avanzo en fe para lograr lo que has preparado que yo haga. Ayúdame a siempre ser obediente. Te lo pido en el nombre de Jesús. Amén.
Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna. SANTIAGO 1:2–4
Aquí venos como Santiago nos anima a considerar las pruebas como fuente de gozo, porque la fe que se pone a prueba desarrolla la paciencia, la cual, al completar su obra, produce un carácter perfecto y completo. La clave es la perspectiva: ver las dificultades como un proceso de aprendizaje que nos hace madurar y estar preparados, no como un castigo o algo a temer.
Con demasiada frecuencia la gente se me queda viendo con la mirada vacía cuando la insto a que decida creer. Es como si les estuviera pidiendo hacer algo que no pueden. La fe viene por el oír y el oír por la Palabra de Dios (vea Romanos 10:17), pero también requiere tomar esa decisión.
Entramos en una relación con Dios por medio de creer en Jesucristo, pero eso es solo el principio.
Creer no termina allí. Como entiendo el plano del Espíritu, si seguimos al Señor, vivimos con una fe creciente. Eso significa que aprendemos a creer para cosas mayores. Aprendemos a confiar en Dios por cosas que nunca hubiéramos pensado en nuestros primeros días como cristianos.
Cuando nos volvemos cristianos la Biblia dice que somos adoptados en la familia de Dios: “…habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!” (Romanos 8:15b).
Ese es el inicio. También allí es donde muchos cristianos se quedan. El Espíritu sigue buscando sus manos para poder tirar de usted hacia adelante. Es en ese momento en el que debe decidir creer y avanzar o resistirse y mantenerse exactamente donde se encuentra en su experiencia cristiana.
Lea el versículo al principio de este tema. Dice que su fe será probada, pero que usted deberá asirse firmemente de ella y avanzar. La prueba quizá venga cuando el diablo intente hacerlo dudar de las promesas que Dios le ha dado.
Nunca hay un punto en el que su crecimiento espiritual se detenga, y Dios quiere llevarlo más allá. Pero usted tiene que tomar la decisión de creer. Algunas veces se requiere valentía, pero así funciona la vida cristiana. Crecemos por medio de dar pasos de fe.
Cuando Dios habla a su corazón—a su ser interior—usted necesita aprender a decir sin titubear: “Así sea, Señor”. Tiene que aprender a estar de acuerdo con lo que sea que el Espíritu de Dios diga o quiera.
En lugar de esto, muchas personas tienden a resistirse. No dicen que no, ya que Satanás es demasiado sutil como para instarlos a hacer eso. Más bien, pone dudas en su mente, instándolos a preguntarse: ¿Pero cómo puede ser eso? Comienzan a pedirle a Dios que los ayude a comprender.
Si su jefe quiere que usted realice una tarea, usted puede preguntar: “¿Por qué?”, o pedir una explicación. Pero así no funciona el Espíritu Santo. Si usted dice: “Señor si me ayudas a comprender, voy a creer y a obedecer”. Dios dice: “Simplemente obedece. Si quiero que comprendas, te lo voy a aclarar”. Dios no tiene que explicarnos nada.
Sucede con frecuencia que los creyentes saben algo en lo profundo de su corazón—en su ser interior—, pero su mente lucha en contra de ello. Probablemente se consideran indignos. Pueden preguntar:
“¿Quién soy yo que me quieres usar para cambiar vidas?”.
Desperdician mucha energía diciéndole a Dios por qué no pueden hacer lo que Él quiere que hagan. Dios ya sabe todo lo que está mal en nosotros o lo que alguna vez estará mal con nosotros, y está dispuesto a trabajar con nosotros de todos modos. Dios requiere disposición no habilidad.
Dios le pide que haga algo bastante sencillo: creer. Eso es todo. Si Dios habla, usted necesita aprender a decir: “Aunque no lo entienda lo voy a hacer”. Uno de los mejores ejemplos en los que puedo pensar de la Escritura es la historia de Ananías de Damasco. Dios le dijo que Saulo (más tarde llamado Pablo) estaba ciego y en una casa en particular. Debía ir e imponerle manos, y Dios lo sanaría (vea Hechos 9:10–19).
Ananías tenía miedo. Saulo era el gran perseguidor de los cristianos, pero Dios le dijo que fuera porque el hombre que estaba ciego era su vaso escogido. A pesar de su temor y su falta de habilidad para entender por qué Dios escogería a un gran perseguidor para ser un vaso escogido, Ananías fue y oró por Saulo, y el futuro apóstol fue sanado.
Así es como Dios quiere que nos comportemos. Quiere que escojamos creer en Él a pesar de que lo que nos esté pidiendo no compute en nuestros pensamientos.
Oración
Espíritu Santo de Dios, ayúdame a siempre creer tus promesas, incluso cuando no entienda tu propósito. Quiero aprender a confiar más en ti, a medida que avanzo en fe para lograr lo que has preparado que yo haga. Ayúdame a siempre ser obediente. Te lo pido en el nombre de Jesús. Amén.
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