Quiero un cambio de mente
“Quiero un cambio de mente”
Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia. EFESIOS 2:1–2
Estos versículos describe la condición humana de estar espiritualmente muerta por causa del pecado, incapaz de agradar a Dios.
Esta muerte espiritual implica vivir bajo el poder del pecado y la influencia del mal, siguiendo la corriente del mundo y la voluntad propia, lo que nos hace merecedores de la ira de Dios. La reflexión central es la profunda necesidad de la gracia divina, ya que nadie puede salvarse a sí mismo.
La pregunta que surge es:
¿Cuál es la condición del creyente antes de Cristo?
Muerto en delitos y pecados: La frase "muertos en vuestros delitos y pecados" significa una muerte espiritual, una incapacidad total de responder a Dios o de agradarle. La vida espiritual no existe en esta condición.
Esta frase “Seguidores de la corriente del mundo”:
Los pecadores "andaban" en el estilo de vida de este mundo, influenciados por su sistema de valores y prioridades que van en contra de Dios, por eso ves como los valores sociales cada día más se deterioran...
Cuando habla de “Esclavos del príncipe de la potestad del aire”:
La persona sin Cristo está bajo la influencia del mal, "el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia", que es Satanás.
Hijos de ira: Por naturaleza, la humanidad está separada de Dios y, por lo tanto, sujeta a su justa ira.
En Efesios 2, Pablo describió a los que no están en Cristo. Escribió que los incrédulos siguen al príncipe de la potestad del aire, quién es Satanás, y que siguen el camino por el que los conduce su amo.
En el primer versículo señaló que todos estuvieron una vez muertos en sus pecados, pero que los creyentes ahora están vivos en Jesucristo. Nos dice que no somos gobernados o dirigidos por nuestra baja naturaleza: los impulsos de la carne.
Muchos cristianos tienen problemas en esta área porque no han aprendido a controlar sus pensamientos. Una dama una vez me dijo: “Simplemente no se me había ocurrido que necesitaba dirigir mi mente y mantenerla saludable y positiva. Si alguna vez los ministros predicaron o enseñaron acerca del centro de nuestros pensamientos, nunca lo escuché. No obstante, un día leí un artículo con respecto al poder de los pensamientos y Dios me convenció de pecado. Fue entonces que supe que necesitaba cambiar mi manera de pensar”.
Esta dama dijo que mientras iba conduciendo por la calle de una ciudad ajetreada vio un letrero con la caricatura de un coche con grandes ojos en las luces delanteras que derramaban lágrimas y las palabras: “¡Por favor ayúdame! Necesito un cambio de aceite”.
Al pasarlo, pensó: Necesito un cambio de mente. No me gusta ser como soy, permitiendo que mi mente se vaya a dondequiera. Parte de mi responsabilidad como hija de Dios es mantener mis pensamientos saludables y fuertes.
“Quiero aclarar que había asistido a la iglesia—dijo—, y servido, durante años. Conocía bien la Escritura e incluso trabajé como voluntaria en la iglesia, pero no controlaba mis pensamientos. Incluso cuando cantaba en la iglesia, mi mente saltaba de un tema a otro. Estábamos cantando acerca de gozo y gracia y yo estaba pensando en los platos que no lavé, la colada que tenía pendiente o lo que quería comer al salir.
”Asistía a la iglesia y era fiel, pero no era fiel en atender la Palabra. Escuchaba cuando los predicadores citaban la Escritura. Solía seguirlos en mi propia Biblia, pero realmente no pensaba en lo que estaba escuchando o en lo que mis ojos estaban leyendo. Estaba haciendo las cosas correctas por fuera, pero no estaba pensando en las cosas correctas. Mi mente era un desastre, y no sabía qué hacer al respecto”.
“Necesito un cambio de mente”, se dijo de pronto a sí misma en voz alta. Justo en ese momento, de hecho, meditó en las palabras que acababa de decir. Ella era como el coche del anuncio—necesitaba un cambio—un cambio de mente.
Necesitaba permitirle al Espíritu Santo dirigir sus pensamientos en lugar del diablo. Al orar, sintió la confianza de que sería un cambio positivo.
Pensaba para sí misma: ¿Hay algo que se supone que debo hacer? Se dio cuenta de que si no hacía cambios de estilo de vida, el diablo pronto haría de nuevo manera de pensar lodosa y fangosa como era anteriormente.
Durante los días siguientes, buscó todas las escrituras que pudiera encontrar en las que aparecieran las palabras estudiar o meditar. También buscó las escrituras que hablaban de la mente o de los pensamientos. Leyó los versículos, los escribió en pedazos de papel y meditó en ellos.
Estos son tres de ellos:
“Porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él” (Proverbios 23:7).
“Y renovaos en el espíritu de vuestra mente” (Efesios 4:23).
“Alzaré asimismo mis manos a tus mandamientos que amé, y meditaré en tus estatutos” (Salmo 119:48).
Entre más meditaba en lo correcto, menos problemas tenía con que Satanás tratara de controlar sus pensamientos. Eso muestra que funciona con todos nosotros: entre más nos enfoquemos en Dios, el diablo puede derrotarnos con menos frecuencia.
Oremos
Gracias, gran Dios, por darme un cambio de mente. Ayúdame a siempre ser libre para servirte con mi corazón, mi alma y mi mente. Te lo pido en el poderoso nombre de Jesucristo. Amén.
Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia. EFESIOS 2:1–2
Estos versículos describe la condición humana de estar espiritualmente muerta por causa del pecado, incapaz de agradar a Dios.
Esta muerte espiritual implica vivir bajo el poder del pecado y la influencia del mal, siguiendo la corriente del mundo y la voluntad propia, lo que nos hace merecedores de la ira de Dios. La reflexión central es la profunda necesidad de la gracia divina, ya que nadie puede salvarse a sí mismo.
La pregunta que surge es:
¿Cuál es la condición del creyente antes de Cristo?
Muerto en delitos y pecados: La frase "muertos en vuestros delitos y pecados" significa una muerte espiritual, una incapacidad total de responder a Dios o de agradarle. La vida espiritual no existe en esta condición.
Esta frase “Seguidores de la corriente del mundo”:
Los pecadores "andaban" en el estilo de vida de este mundo, influenciados por su sistema de valores y prioridades que van en contra de Dios, por eso ves como los valores sociales cada día más se deterioran...
Cuando habla de “Esclavos del príncipe de la potestad del aire”:
La persona sin Cristo está bajo la influencia del mal, "el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia", que es Satanás.
Hijos de ira: Por naturaleza, la humanidad está separada de Dios y, por lo tanto, sujeta a su justa ira.
En Efesios 2, Pablo describió a los que no están en Cristo. Escribió que los incrédulos siguen al príncipe de la potestad del aire, quién es Satanás, y que siguen el camino por el que los conduce su amo.
En el primer versículo señaló que todos estuvieron una vez muertos en sus pecados, pero que los creyentes ahora están vivos en Jesucristo. Nos dice que no somos gobernados o dirigidos por nuestra baja naturaleza: los impulsos de la carne.
Muchos cristianos tienen problemas en esta área porque no han aprendido a controlar sus pensamientos. Una dama una vez me dijo: “Simplemente no se me había ocurrido que necesitaba dirigir mi mente y mantenerla saludable y positiva. Si alguna vez los ministros predicaron o enseñaron acerca del centro de nuestros pensamientos, nunca lo escuché. No obstante, un día leí un artículo con respecto al poder de los pensamientos y Dios me convenció de pecado. Fue entonces que supe que necesitaba cambiar mi manera de pensar”.
Esta dama dijo que mientras iba conduciendo por la calle de una ciudad ajetreada vio un letrero con la caricatura de un coche con grandes ojos en las luces delanteras que derramaban lágrimas y las palabras: “¡Por favor ayúdame! Necesito un cambio de aceite”.
Al pasarlo, pensó: Necesito un cambio de mente. No me gusta ser como soy, permitiendo que mi mente se vaya a dondequiera. Parte de mi responsabilidad como hija de Dios es mantener mis pensamientos saludables y fuertes.
“Quiero aclarar que había asistido a la iglesia—dijo—, y servido, durante años. Conocía bien la Escritura e incluso trabajé como voluntaria en la iglesia, pero no controlaba mis pensamientos. Incluso cuando cantaba en la iglesia, mi mente saltaba de un tema a otro. Estábamos cantando acerca de gozo y gracia y yo estaba pensando en los platos que no lavé, la colada que tenía pendiente o lo que quería comer al salir.
”Asistía a la iglesia y era fiel, pero no era fiel en atender la Palabra. Escuchaba cuando los predicadores citaban la Escritura. Solía seguirlos en mi propia Biblia, pero realmente no pensaba en lo que estaba escuchando o en lo que mis ojos estaban leyendo. Estaba haciendo las cosas correctas por fuera, pero no estaba pensando en las cosas correctas. Mi mente era un desastre, y no sabía qué hacer al respecto”.
“Necesito un cambio de mente”, se dijo de pronto a sí misma en voz alta. Justo en ese momento, de hecho, meditó en las palabras que acababa de decir. Ella era como el coche del anuncio—necesitaba un cambio—un cambio de mente.
Necesitaba permitirle al Espíritu Santo dirigir sus pensamientos en lugar del diablo. Al orar, sintió la confianza de que sería un cambio positivo.
Pensaba para sí misma: ¿Hay algo que se supone que debo hacer? Se dio cuenta de que si no hacía cambios de estilo de vida, el diablo pronto haría de nuevo manera de pensar lodosa y fangosa como era anteriormente.
Durante los días siguientes, buscó todas las escrituras que pudiera encontrar en las que aparecieran las palabras estudiar o meditar. También buscó las escrituras que hablaban de la mente o de los pensamientos. Leyó los versículos, los escribió en pedazos de papel y meditó en ellos.
Estos son tres de ellos:
“Porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él” (Proverbios 23:7).
“Y renovaos en el espíritu de vuestra mente” (Efesios 4:23).
“Alzaré asimismo mis manos a tus mandamientos que amé, y meditaré en tus estatutos” (Salmo 119:48).
Entre más meditaba en lo correcto, menos problemas tenía con que Satanás tratara de controlar sus pensamientos. Eso muestra que funciona con todos nosotros: entre más nos enfoquemos en Dios, el diablo puede derrotarnos con menos frecuencia.
Oremos
Gracias, gran Dios, por darme un cambio de mente. Ayúdame a siempre ser libre para servirte con mi corazón, mi alma y mi mente. Te lo pido en el poderoso nombre de Jesucristo. Amén.
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