Mi mente normal
Mi mente normal
No ceso de dar gracias por vosotros, haciendo memoria de vosotros en mis oraciones, para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él, alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos. EFESIOS 1:16–18
Esta sección de Efesios es difícil de entender para muchos de nosotros. ¿Qué quería decir Pablo con “alumbrando los ojos de vuestro entendimiento” (v. 18)? Creo que se refiere a la mente, porque eso es lo que necesita ser alumbrada. Es con la mente que nos tomamos de las verdades de Dios y nos asimos de ellas.
Demasiados de nosotros tenemos dificultades en ser “alumbrados” porque estamos distraídos con muchas otras cosas. El apóstol ora por nosotros para que tengamos lo que yo llamo una mente normal—una mente que esté abierta a la obra del Espíritu Santo—de modo que sigamos el plan de Dios y vivamos vidas enriquecidas.
Una manera de pensar con respecto a la idea de una mente normal es considerar a dos amigas de Jesús, María y Marta. La mayoría conoce la historia de las hermanas y de la visita que les hizo Jesús a su casa en Betania. Marta corría a toda prisa por doquier, asegurándose de que todo en su casa estuviera exactamente bien, mientras que María estaba sentada escuchando a Jesús. Lucas dice que Marta “se preocupaba con muchos quehaceres” (Lucas 10:40), y se quejó con Jesús de que necesitaba la ayuda de su hermana.
“Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas” (v. 41), le dijo Jesús, y luego felicitó a María por haber escogido “la buena parte”.
Al pensar en el incidente caí en cuenta de que era más que Marta estuviera preocupada. Estoy segura de que su mente saltaba por allí, asegurándose de que todo estuviera bien. La implicación es que aunque no hubiera nada más que hacer, Marta no se habría detenido para sentarse a los pies de Jesús. Estaba tan enfrascada en su ajetreo que su mente habría buscado algo más que hacer.
Al parecer las Martas están en control de nuestro mundo, ¿no es así? Son las que hacen que las cosas se hagan. Cuando no están logrando sus propias metas, al parecer le están diciendo a otros lo que deben hacer. En el mundo actual “multitarea”, las Martas al parecer obtienen los premios y las felicitaciones. Algunas personas están ocupadas todo el tiempo. Llevan su ajetreo como si fuera una insignia, como si eso las hiciera más importantes.
Su ajetreo puede fácilmente distraerlas de desarrollar una relación sólida con Dios. Son las que con frecuencia carecen de profundidad de paz y pocas veces conocen el contentamiento espiritual. Esto es, no tienen lo que Dios considera una mente normal; no es la condición en la que a Él le gustaría que estuviera.
Las personas que están excesivamente ocupadas no pueden dormir siquiera cuando se acuestan en la noche. Están repasando mentalmente las actividades del día o están haciendo listas mentales de las tareas para el día siguiente.
Este no es el estilo de vida de vida al que nos llama Jesús. Como creyentes somos seres espirituales, pero también somos naturales. Lo natural no entiende lo espiritual y constantemente lucha contra esa parte de nuestra naturaleza. La Biblia aclara que la mente y el espíritu trabajan juntos. Ese es el principio que llamo “la mente asistiendo al espíritu”. Para que la mente asista al espíritu debemos aprender a retraernos de todas las distracciones a nuestro alrededor. Siempre habrá exigencias a nuestro tiempo y energía, y siempre podemos encontrar mucho que hacer.
Pero si queremos vivir con la mente de Cristo, la que debería ser normal para los cristianos, significa que debemos aprender a imitar a María. A pesar del alboroto y de las actividades a su alrededor ella pudo sentarse, relajarse y escuchar la voz del Maestro. Así es como se supone que debería funcionar la mente. Debería estar en calma y bajo el control del Espíritu. No obstante, con frecuencia encontramos que nuestra mente está tan inclinada en una dirección equivocada que de hecho obstaculiza la ayuda del Espíritu, como debería ser libre de hacerlo.
Si usted cae en cuenta por esta reflexión que su mente se ha estado comportando en una manera anormal, pídale a Dios que lo perdone y que le enseñe cómo es una mente normal en su Reino.
Oremos
Querido Dios del cielo, constantemente vienen distracciones a mí. Cuando trato de hacer una pausa y enfocarme en ti, mi mente parece llenarse con docenas de cosas que necesito hacer. Me doy cuenta de que verdaderamente necesito una cosa: enfocarme en ti. Por favor, ayúdame a hacer a un lado cada distracción y ruido para que pueda escuchar solo tu voz que dice: “Venid a mí […] y yo os haré descansar” (Mateo 11:28). Amén.
No ceso de dar gracias por vosotros, haciendo memoria de vosotros en mis oraciones, para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él, alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos. EFESIOS 1:16–18
Esta sección de Efesios es difícil de entender para muchos de nosotros. ¿Qué quería decir Pablo con “alumbrando los ojos de vuestro entendimiento” (v. 18)? Creo que se refiere a la mente, porque eso es lo que necesita ser alumbrada. Es con la mente que nos tomamos de las verdades de Dios y nos asimos de ellas.
Demasiados de nosotros tenemos dificultades en ser “alumbrados” porque estamos distraídos con muchas otras cosas. El apóstol ora por nosotros para que tengamos lo que yo llamo una mente normal—una mente que esté abierta a la obra del Espíritu Santo—de modo que sigamos el plan de Dios y vivamos vidas enriquecidas.
Una manera de pensar con respecto a la idea de una mente normal es considerar a dos amigas de Jesús, María y Marta. La mayoría conoce la historia de las hermanas y de la visita que les hizo Jesús a su casa en Betania. Marta corría a toda prisa por doquier, asegurándose de que todo en su casa estuviera exactamente bien, mientras que María estaba sentada escuchando a Jesús. Lucas dice que Marta “se preocupaba con muchos quehaceres” (Lucas 10:40), y se quejó con Jesús de que necesitaba la ayuda de su hermana.
“Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas” (v. 41), le dijo Jesús, y luego felicitó a María por haber escogido “la buena parte”.
Al pensar en el incidente caí en cuenta de que era más que Marta estuviera preocupada. Estoy segura de que su mente saltaba por allí, asegurándose de que todo estuviera bien. La implicación es que aunque no hubiera nada más que hacer, Marta no se habría detenido para sentarse a los pies de Jesús. Estaba tan enfrascada en su ajetreo que su mente habría buscado algo más que hacer.
Al parecer las Martas están en control de nuestro mundo, ¿no es así? Son las que hacen que las cosas se hagan. Cuando no están logrando sus propias metas, al parecer le están diciendo a otros lo que deben hacer. En el mundo actual “multitarea”, las Martas al parecer obtienen los premios y las felicitaciones. Algunas personas están ocupadas todo el tiempo. Llevan su ajetreo como si fuera una insignia, como si eso las hiciera más importantes.
Su ajetreo puede fácilmente distraerlas de desarrollar una relación sólida con Dios. Son las que con frecuencia carecen de profundidad de paz y pocas veces conocen el contentamiento espiritual. Esto es, no tienen lo que Dios considera una mente normal; no es la condición en la que a Él le gustaría que estuviera.
Las personas que están excesivamente ocupadas no pueden dormir siquiera cuando se acuestan en la noche. Están repasando mentalmente las actividades del día o están haciendo listas mentales de las tareas para el día siguiente.
Este no es el estilo de vida de vida al que nos llama Jesús. Como creyentes somos seres espirituales, pero también somos naturales. Lo natural no entiende lo espiritual y constantemente lucha contra esa parte de nuestra naturaleza. La Biblia aclara que la mente y el espíritu trabajan juntos. Ese es el principio que llamo “la mente asistiendo al espíritu”. Para que la mente asista al espíritu debemos aprender a retraernos de todas las distracciones a nuestro alrededor. Siempre habrá exigencias a nuestro tiempo y energía, y siempre podemos encontrar mucho que hacer.
Pero si queremos vivir con la mente de Cristo, la que debería ser normal para los cristianos, significa que debemos aprender a imitar a María. A pesar del alboroto y de las actividades a su alrededor ella pudo sentarse, relajarse y escuchar la voz del Maestro. Así es como se supone que debería funcionar la mente. Debería estar en calma y bajo el control del Espíritu. No obstante, con frecuencia encontramos que nuestra mente está tan inclinada en una dirección equivocada que de hecho obstaculiza la ayuda del Espíritu, como debería ser libre de hacerlo.
Si usted cae en cuenta por esta reflexión que su mente se ha estado comportando en una manera anormal, pídale a Dios que lo perdone y que le enseñe cómo es una mente normal en su Reino.
Oremos
Querido Dios del cielo, constantemente vienen distracciones a mí. Cuando trato de hacer una pausa y enfocarme en ti, mi mente parece llenarse con docenas de cosas que necesito hacer. Me doy cuenta de que verdaderamente necesito una cosa: enfocarme en ti. Por favor, ayúdame a hacer a un lado cada distracción y ruido para que pueda escuchar solo tu voz que dice: “Venid a mí […] y yo os haré descansar” (Mateo 11:28). Amén.

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