Una mente que divaga y se pregunta
Una mente que divaga y se pregunta
Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado. —1 PEDRO 1:13
En los días en los que Pedro escribió esas palabras, los hombres usaban largas túnicas sueltas que detenían el avance rápido o la acción vigorosa. Utilizaban cinturones (o fajas) amplios alrededor de la cintura, y cuando querían ponerse en acción se “ceñían los lomos”; esto es, acortaban sus túnicas por medio de subirse las túnicas metiéndolas dentro de su cinto. Ese término es similar a lo que queremos decir cuando decimos: “Arremángate”. Las palabras de Pedro aquí son un llamado serio a la acción; un recordatorio de que cuando perdemos el enfoque es momento de pensar seriamente.
Ya he hablado acerca de cómo mantenerse demasiado ocupado puede dar como resultado una mente anormal en oposición a una mente normal. Ahora quiero señalar otra manera en la que el diablo ataca nuestra mente normal y es por medio de hacer que nuestros pensamientos divaguen. Es un ataque mental. Si usted no disciplina su mente a que permanezca enfocada en lo que es importante, el diablo puede hacer que divague a la deriva hacia otras cosas.
Cuando esta inhabilidad de concentrarse continúa un tiempo, usted puede comenzar a preguntarse si no hay algo mal con su mente. Lo que con frecuencia no percibe es que como le ha permitido a su mente divagar por tanto tiempo, pocas veces usted está consciente de que está sucediendo.
En algunos casos, podrían existir causas físicas para no ser capaz de concentrarse como anemia o ciertas deficiencias en vitamina B.
Probablemente no está comiendo en una manera adecuada. O quizá está excesivamente fatigado. Es buena idea considerar todas las causas potenciales mientras busca una solución. He descubierto que cuando estoy excesivamente cansado, Satanás trata de atacar mi mente porque sabe que es más difícil para mí resistirlo durante esos momentos.
Algunas veces una falta de concentración genera una falta de comprensión. Probablemente mientras está leyendo la Biblia, se descubre apresurándose para terminar de modo que pueda hacer algo más. Por un sentido del deber, está determinado a terminar de leer un capítulo; y lo hace. Pero cuando termina no puede recordar nada de lo que ha leído. Sus ojos recorrieron las páginas, pero su mente estaba engarzada en otra cosa.
Posiblemente usted haya experimentado esta batalla por su mente en la iglesia. Usted asiste regularmente—y el diablo no siempre puede detener eso—pero puede hacer que su mente comience a divagar durante el sermón. ¿Alguna vez ha estado completamente enfocado en escuchar un sermón y de pronto cayó en cuenta de que su mente había divagado y que no tiene idea de lo que se dijo?
Si el diablo puede robarle los beneficios de leer la Biblia y escuchar la Palabra de Dios en la iglesia, ha ganado algunos de los combates más importantes en la batalla por su mente. Por eso es que Pedro nos dice: “Ceñid los lomos de vuestro entendimiento”.
Usted debe tomar acción por medio de confrontar su mente divagante y disciplinarla para enfocarse en lo que es importante.
Cuando conversaba, solía aparentar al darme cuenta de que mi mente había divagado. Ahora trato con ello en una manera sincera por medio de preguntar: “¿Me podrías repetir eso, por favor? Dejé que mi mente divagara, y no escuché nada de lo que dijiste”. Este tipo de comportamiento no solamente interrumpe el plan del enemigo, sino que también trae victoria sobre el problema.
No es fácil disciplinar su mente cuando se le ha permitido divagar a la deriva, pero usted puede hacerlo. Cuando usted descubre que sus pensamientos han divagado, debe ejercer disciplina y hacer las correcciones necesarias. Al diablo le gustaría convencerlo de que no lo puede evitar, pero cuando usted consistentemente viene en contra de los intentos del enemigo por tomar su mente, el diablo es derrotado y usted ha ganado otra batalla.
Oración.
Espíritu Santo, me doy cuenta de lo rápido que Satanás me distrae y luego capitaliza sobre mi mente divagante. Perdóname por permitirle descarriarme. Te agradezco por darme una mente buena y clara; y en el nombre de Jesús te pido que me ayudes a vencer toda tentación por desconcentrarme. Amén.
Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado. —1 PEDRO 1:13
En los días en los que Pedro escribió esas palabras, los hombres usaban largas túnicas sueltas que detenían el avance rápido o la acción vigorosa. Utilizaban cinturones (o fajas) amplios alrededor de la cintura, y cuando querían ponerse en acción se “ceñían los lomos”; esto es, acortaban sus túnicas por medio de subirse las túnicas metiéndolas dentro de su cinto. Ese término es similar a lo que queremos decir cuando decimos: “Arremángate”. Las palabras de Pedro aquí son un llamado serio a la acción; un recordatorio de que cuando perdemos el enfoque es momento de pensar seriamente.
Ya he hablado acerca de cómo mantenerse demasiado ocupado puede dar como resultado una mente anormal en oposición a una mente normal. Ahora quiero señalar otra manera en la que el diablo ataca nuestra mente normal y es por medio de hacer que nuestros pensamientos divaguen. Es un ataque mental. Si usted no disciplina su mente a que permanezca enfocada en lo que es importante, el diablo puede hacer que divague a la deriva hacia otras cosas.
Cuando esta inhabilidad de concentrarse continúa un tiempo, usted puede comenzar a preguntarse si no hay algo mal con su mente. Lo que con frecuencia no percibe es que como le ha permitido a su mente divagar por tanto tiempo, pocas veces usted está consciente de que está sucediendo.
En algunos casos, podrían existir causas físicas para no ser capaz de concentrarse como anemia o ciertas deficiencias en vitamina B.
Probablemente no está comiendo en una manera adecuada. O quizá está excesivamente fatigado. Es buena idea considerar todas las causas potenciales mientras busca una solución. He descubierto que cuando estoy excesivamente cansado, Satanás trata de atacar mi mente porque sabe que es más difícil para mí resistirlo durante esos momentos.
Algunas veces una falta de concentración genera una falta de comprensión. Probablemente mientras está leyendo la Biblia, se descubre apresurándose para terminar de modo que pueda hacer algo más. Por un sentido del deber, está determinado a terminar de leer un capítulo; y lo hace. Pero cuando termina no puede recordar nada de lo que ha leído. Sus ojos recorrieron las páginas, pero su mente estaba engarzada en otra cosa.
Posiblemente usted haya experimentado esta batalla por su mente en la iglesia. Usted asiste regularmente—y el diablo no siempre puede detener eso—pero puede hacer que su mente comience a divagar durante el sermón. ¿Alguna vez ha estado completamente enfocado en escuchar un sermón y de pronto cayó en cuenta de que su mente había divagado y que no tiene idea de lo que se dijo?
Si el diablo puede robarle los beneficios de leer la Biblia y escuchar la Palabra de Dios en la iglesia, ha ganado algunos de los combates más importantes en la batalla por su mente. Por eso es que Pedro nos dice: “Ceñid los lomos de vuestro entendimiento”.
Usted debe tomar acción por medio de confrontar su mente divagante y disciplinarla para enfocarse en lo que es importante.
Cuando conversaba, solía aparentar al darme cuenta de que mi mente había divagado. Ahora trato con ello en una manera sincera por medio de preguntar: “¿Me podrías repetir eso, por favor? Dejé que mi mente divagara, y no escuché nada de lo que dijiste”. Este tipo de comportamiento no solamente interrumpe el plan del enemigo, sino que también trae victoria sobre el problema.
No es fácil disciplinar su mente cuando se le ha permitido divagar a la deriva, pero usted puede hacerlo. Cuando usted descubre que sus pensamientos han divagado, debe ejercer disciplina y hacer las correcciones necesarias. Al diablo le gustaría convencerlo de que no lo puede evitar, pero cuando usted consistentemente viene en contra de los intentos del enemigo por tomar su mente, el diablo es derrotado y usted ha ganado otra batalla.
Oración.
Espíritu Santo, me doy cuenta de lo rápido que Satanás me distrae y luego capitaliza sobre mi mente divagante. Perdóname por permitirle descarriarme. Te agradezco por darme una mente buena y clara; y en el nombre de Jesús te pido que me ayudes a vencer toda tentación por desconcentrarme. Amén.

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