Un reposo sabático

Un reposo sabático

Porque el que entra en el reposo de Dios descansa también de sus obras, así como Dios descansó de las suyas. Esforcémonos, pues, por entrar en ese reposo, para que nadie caiga al seguir aquel ejemplo de desobediencia.
HEBREOS 4:10–11, NVI



Bajo el Antiguo Pacto, el Señor requería que el pueblo de Israel guardara el día de reposo cada semana. No debían trabajar desde el atardecer del viernes hasta el atardecer del sábado. Era un símbolo de reposo para ellos. A lo largo del Antiguo Testamento, Dios dice que creó el mundo en seis días y cesó de sus labores el séptimo.

El escritor del libro de Hebreos usó la idea del día de reposo como una manera de hablar acerca de un reposo que está disponible para el pueblo de Dios. En el capítulo 3, escribió acerca de la incredulidad de Israel y citó Salmo 95:11: “Por tanto, juré en mi ira: No entrarán en mi reposo. Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo” (Hebreos 3:11–12).
El libro de Hebreos aclara que, aunque Israel vio a Dios obrar en su vida y disfrutó de la provisión divina del maná y del agua y de cualquier otra necesidad que tenían, aun así, no creían. Los israelitas no pudieron entrar en ese reposo: en ese día de reposo.

Hebreos 4 aclara que el reposo de Dios—la paz de Dios—todavía está disponible para todos los creyentes. Es privilegio de cada creyente rehusarse a preocuparse o tener ansiedad. Como creyentes, podemos entrar en el reposo de Dios. La promesa es inconmovible.

El peligro es que podemos fallar en alcanzarla a causa de la desobediencia y la incredulidad.
El escritor usa la palabra reposo para decir más que no trabajar solamente. También implica dejar a un lado las cosas que perturban nuestra mente. En otras palabras, para entrar al reposo de Dios, no debemos permitir que nada nos impida disfrutar a plenitud la paz de Dios.

Es interesante que, aunque los israelitas leían los Diez Mandamientos regularmente y sentían que seguían la Ley, o no entendían lo que Dios estaba diciendo, o—lo más probable—no lo creían. Dios les ordenó que no trabajaran, pero no era solamente de eso que quería que se tomaran tiempo libre. Los estaba instruyendo a hacer algo mucho más importante: cesar la rutina diaria de sus ajetreadas vidas y pasar el día de reposo descansando y reflexionando en su abundante provisión.

Conozco a algunas personas—y estoy seguro de que usted también—que trabajan cada día del año. Parecen casi temerosas de dejarlo, como si fueran a perder impulso o dinero o que no tendrán lo suficiente para proveer sus necesidades. Algunas personas toman dos o tres trabajos adicionales para tener un ingreso extra, aunque realmente no necesitan el dinero. Es como si pensaran que vendrá cierta medida de paz y felicidad por acumular suficientes “cosas” en la vida.

Tarde o temprano, van a caer en cuenta de que la paz no viene de ese modo. El día de reposo es la manera de Dios de decir: “Estoy a cargo. Voy a cuidar de ti si confías en mí”.

¿Y cómo confiamos en Dios?
Una manera es comenzar a entender la importancia de apartar tiempo para permitir que nuestra mente se acalle lo suficiente para reconocer que Dios está verdaderamente con nosotros. No necesitamos preocuparnos o tener ansiedad con respecto a pagar nuestras cuentas o tener suficiente qué comer. Mientras nos preocupemos y angustiemos por esas cosas, no estamos viviendo en el reposo de Dios.

No estoy sugiriendo que la gente renuncie a su trabajo y que se siente por allí reflexionando en la bondad de Dios. Creo que debemos trabajar duro y hacer nuestro mejor esfuerzo en lo que sea que Dios nos haya dado a hacer. Pero finalmente, es el amor de Dios, su paz y su provisión lo que nos hará sobrevivir. El diablo nos susurrará que depende de nosotros mismos y que tenemos que hacerlo todo. Pero una vez que hayamos entrado en el reposo de Dios sabemos que Dios es el que provee, y podemos verdaderamente descansar y disfrutar nuestra vida.

Oración
Oh Santo de Israel, perdóname. Con mucha frecuencia, me preocupo o me agobio por no tener lo suficiente. Tú eres mi Dios. Siempre me darás la seguridad de que mis necesidades estarán suplidas. Mi preocupación es entrar en tu reposo y solazarme en tu presencia. En el nombre de Jesucristo, habilítame para vivir en tu reposo. Amén.

No Comments