Nuestra responsabilidad y la responsabilidad de Dios
Nuestra responsabilidad y la responsabilidad de Dios
Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal. MATEO 6:34
Cada creyente tiene la responsabilidad de vivir correctamente: ser hacedor de la Palabra y no tan solamente oidor. Motivados por el temor reverente al Señor, podemos aprender a vivir cuidadosamente y comenzar a marcar una diferencia en el mundo en el que vivimos.
Usted y yo necesitamos ser cuidadosos con respecto a lo que permitimos en nuestro espíritu y cómo vivimos nuestra vida.
Proverbios 4:23 dice que guardemos nuestro corazón sobre todo lo demás porque de él mana la vida. Creo que debemos tener una actitud cuidadosa con respecto a cómo vivimos y no una actitud casual o descuidada. Necesitamos ser cuidadosos con lo que vemos, lo que escuchamos, lo que pensamos y quiénes son nuestros amigos.
No estoy tratando de decir que necesitamos vivir conforme a los dictados estrictos y exigentes del hombre. Algunos podrían decir que no debemos llevar maquillaje o que debemos llevar ropa neutra desde el cuello a los tobillos. Eso no es otra cosa más que una atadura legalista a un montón de reglas y lineamientos.
Lo último que quiero es enseñar legalismo. Lo que estoy diciendo es que no debemos entrar en componendas. Debemos reconocer nuestra responsabilidad como cristianos de vivir nuestra vida de tal forma que los no creyentes se sientan atraídos a Dios por nuestro comportamiento.
Santiago 4:17 dice: “Y al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado”. En otras palabras, si sentimos la convicción de que algo está mal, entonces no debemos hacerlo, a pesar de que veamos a otras cien personas haciéndolo y saliéndose con la suya. Podría parecer que se están saliendo con la suya, pero tarde o temprano, cosecharemos lo que sembramos.
Sabemos que la preocupación y la ansiedad no son características de un cristiano santo. Sin embargo, muchos cristianos se preocupan. Usted puede decidir preocupares, o puede rechazar la preocupación y escoger vivir con gozo y paz. La mayoría de la gente no quiere escuchar ese mensaje, al parecer encuentran un extraño consuelo en pensar que la preocupación está más allá de su control. No lo está. La preocupación es un pecado en contra de Dios.
Todo el tiempo que he estado en la iglesia, no creo haber escuchado a nadie hacer esa afirmación. Pero es pecado. Es llamarle mentiroso a Dios. Es decir que Dios no es suficientemente capaz de cuidar de usted y proveer para sus necesidades.
La fe dice: “Dios puede hacerlo”. La preocupación dice: “Dios no es capaz de ayudarme”.
Cuando usted se preocupa, usted no solamente le está llamando mentiroso a Dios, sino que le ha permitido al diablo que llene su mente con pensamientos ansiosos. Entre más se enfoque en los problemas, más grandes se vuelven. Usted comienza a agobiarse y posiblemente termine en desaliento.
Piense en las palabras del gran apóstol: “Cristo me da fuerzas para enfrentarme a toda clase de situaciones” (Filipenses 4:13, TLA).
O piense en las palabras del salmista: “Entrega al Señor todo lo que haces; confía en él, y él te ayudará” (Salmo 37:5, NTV).
Jesús le dijo a sus discípulos que no se afanaran y, como citamos anteriormente, a no preocuparse por el día de mañana. Pero hizo más que enseñarles esas palabras; las vivió: “Jesús le dijo: Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; más el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar su cabeza” (Mateo 8:20).
Esa no era una queja sino un hecho sencillo de la vida. Jesús confiaba en la provisión del Padre para Él incluso cuando no sabía dónde dormiría o lo que comería. Jesús enseñó que no debemos preocuparnos por nada en la vida. No estaba hablando acerca de no planificar o de no pensar por adelantado. Estaba diciendo que algunas personas nunca actúan porque el temor se los impide. Siempre le pueden decir diez cosas que pueden salir mal en cada plan. Jesús quiere que vivamos una vida libre de estrés. Si se está preocupando por lo que podría suceder, está estorbando la obra de Dios en su vida.
Escuché acerca de una pareja a cuya hija le habían diagnosticado una enfermedad grave que no estaba cubierta por el seguro. Los padres estaban batallando para pagar todas las cuentas del médico. Sin saber qué más hacer, ambos entraron a su alcoba para un largo tiempo de oración. Después el esposo dijo: “Era en realidad bastante simple. Soy siervo de Dios. Mi responsabilidad es servir a mi Amo. Su responsabilidad es cuidar de mí”. Al día siguiente los médicos les dijeron que su hija ere elegible para formar parte de una cirugía experimental y que todos los gastos serían pagados.
La esposa sonrío y le dijo: “Dios es responsable, ¿verdad?”. Que testimonio de su fe y confianza en Dios quien permanece fiel y responsable en todos los momentos y en todas las cosas. Dios no hace acepción de personas. Lo que hace por uno, lo hará por otro (vea Romanos 2:11). Lo aliento a dejar de preocuparse y a comenzar a confiar en Él.
Oremos
Señor Dios, sé que la preocupación es un pecado contra ti. En el nombre de Jesús, ayúdame a vencer todas las ansiedades y la preocupación y facúltame para confiar en que me proveerás para cada necesidad que tenga. Amén.
Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal. MATEO 6:34
Cada creyente tiene la responsabilidad de vivir correctamente: ser hacedor de la Palabra y no tan solamente oidor. Motivados por el temor reverente al Señor, podemos aprender a vivir cuidadosamente y comenzar a marcar una diferencia en el mundo en el que vivimos.
Usted y yo necesitamos ser cuidadosos con respecto a lo que permitimos en nuestro espíritu y cómo vivimos nuestra vida.
Proverbios 4:23 dice que guardemos nuestro corazón sobre todo lo demás porque de él mana la vida. Creo que debemos tener una actitud cuidadosa con respecto a cómo vivimos y no una actitud casual o descuidada. Necesitamos ser cuidadosos con lo que vemos, lo que escuchamos, lo que pensamos y quiénes son nuestros amigos.
No estoy tratando de decir que necesitamos vivir conforme a los dictados estrictos y exigentes del hombre. Algunos podrían decir que no debemos llevar maquillaje o que debemos llevar ropa neutra desde el cuello a los tobillos. Eso no es otra cosa más que una atadura legalista a un montón de reglas y lineamientos.
Lo último que quiero es enseñar legalismo. Lo que estoy diciendo es que no debemos entrar en componendas. Debemos reconocer nuestra responsabilidad como cristianos de vivir nuestra vida de tal forma que los no creyentes se sientan atraídos a Dios por nuestro comportamiento.
Santiago 4:17 dice: “Y al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado”. En otras palabras, si sentimos la convicción de que algo está mal, entonces no debemos hacerlo, a pesar de que veamos a otras cien personas haciéndolo y saliéndose con la suya. Podría parecer que se están saliendo con la suya, pero tarde o temprano, cosecharemos lo que sembramos.
Sabemos que la preocupación y la ansiedad no son características de un cristiano santo. Sin embargo, muchos cristianos se preocupan. Usted puede decidir preocupares, o puede rechazar la preocupación y escoger vivir con gozo y paz. La mayoría de la gente no quiere escuchar ese mensaje, al parecer encuentran un extraño consuelo en pensar que la preocupación está más allá de su control. No lo está. La preocupación es un pecado en contra de Dios.
Todo el tiempo que he estado en la iglesia, no creo haber escuchado a nadie hacer esa afirmación. Pero es pecado. Es llamarle mentiroso a Dios. Es decir que Dios no es suficientemente capaz de cuidar de usted y proveer para sus necesidades.
La fe dice: “Dios puede hacerlo”. La preocupación dice: “Dios no es capaz de ayudarme”.
Cuando usted se preocupa, usted no solamente le está llamando mentiroso a Dios, sino que le ha permitido al diablo que llene su mente con pensamientos ansiosos. Entre más se enfoque en los problemas, más grandes se vuelven. Usted comienza a agobiarse y posiblemente termine en desaliento.
Piense en las palabras del gran apóstol: “Cristo me da fuerzas para enfrentarme a toda clase de situaciones” (Filipenses 4:13, TLA).
O piense en las palabras del salmista: “Entrega al Señor todo lo que haces; confía en él, y él te ayudará” (Salmo 37:5, NTV).
Jesús le dijo a sus discípulos que no se afanaran y, como citamos anteriormente, a no preocuparse por el día de mañana. Pero hizo más que enseñarles esas palabras; las vivió: “Jesús le dijo: Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; más el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar su cabeza” (Mateo 8:20).
Esa no era una queja sino un hecho sencillo de la vida. Jesús confiaba en la provisión del Padre para Él incluso cuando no sabía dónde dormiría o lo que comería. Jesús enseñó que no debemos preocuparnos por nada en la vida. No estaba hablando acerca de no planificar o de no pensar por adelantado. Estaba diciendo que algunas personas nunca actúan porque el temor se los impide. Siempre le pueden decir diez cosas que pueden salir mal en cada plan. Jesús quiere que vivamos una vida libre de estrés. Si se está preocupando por lo que podría suceder, está estorbando la obra de Dios en su vida.
Escuché acerca de una pareja a cuya hija le habían diagnosticado una enfermedad grave que no estaba cubierta por el seguro. Los padres estaban batallando para pagar todas las cuentas del médico. Sin saber qué más hacer, ambos entraron a su alcoba para un largo tiempo de oración. Después el esposo dijo: “Era en realidad bastante simple. Soy siervo de Dios. Mi responsabilidad es servir a mi Amo. Su responsabilidad es cuidar de mí”. Al día siguiente los médicos les dijeron que su hija ere elegible para formar parte de una cirugía experimental y que todos los gastos serían pagados.
La esposa sonrío y le dijo: “Dios es responsable, ¿verdad?”. Que testimonio de su fe y confianza en Dios quien permanece fiel y responsable en todos los momentos y en todas las cosas. Dios no hace acepción de personas. Lo que hace por uno, lo hará por otro (vea Romanos 2:11). Lo aliento a dejar de preocuparse y a comenzar a confiar en Él.
Oremos
Señor Dios, sé que la preocupación es un pecado contra ti. En el nombre de Jesús, ayúdame a vencer todas las ansiedades y la preocupación y facúltame para confiar en que me proveerás para cada necesidad que tenga. Amén.

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