¿Hay más?
¿Hay más?
» Pero Yo les digo la verdad: les conviene que Yo me vaya; porque si no me voy, el Consolador no vendrá a ustedes; pero si me voy, se lo enviaré. Juan 16:7 (NBLA)
Ayer terminó Para muchos la celebración de Navidad, muchos ahora están con sus mentes dispuestas para el fin de año, qué rápido pasan los días llegan los acontecimientos, terminan y nuestra mente se dispone algo más y la pregunta que viene sería ¿hay más? ...
En estos días nos estábamos preparando para la cena de Navidad el 24 de diciembre, no iba a ser en mi casa, y veía mi esposa preocupada porque todo saliera bien, Ella pensaba ¿Qué más faltaba para la cena? me mandaba a un lugar a comprar algo, a otro lugar a comprar otra cosa, yo me decía, pero no es en su casa, no tiene la responsabilidad, pero ella pensaba “hay algo más que hacer”, Íbamos a un almacén y les compraba un regalito a las niñas, íbamos a otro, y salía con otro regalo y luego a otro y nuevamente salía con otro, Yo me decía cuándo va a parar y le preguntaba hay algo más qué hacer...
Ella no sabía qué más darles a sus nietas, aún a la que no ha nacido todavía, para demostrarle su amor ya que su lenguaje de amor es el dar.
Cuando leo este versículo yo me pregunto cuánto más es el amor de Dios, que mandó su hijo en sacrificios por nosotros y para salvación para la humanidad, pero después que nos salvó, todavía no estaba conforme con eso él sabía que íbamos a volver a caer, y El, necesitaba buscar un medio que nos mantuviera con El, ya que el ser humano es tan ingrato él nos dio el libre albedrío para que hiciéramos las cosas conforme a lo que quisiéramos hacer, pero sin salirnos de sus mandatos, y de sus estatutos y que fuéramos obedientes.
Por eso no se conformó solamente el regalo de la salvación, quería darnos el regalo del Espíritu Santo de Dios en nuestras vidas, para que no pecáramos, y pudiéramos salir victoriosos de la permanente guerra de la carne y el espíritu, por eso nos entregó el regalo del Espíritu Santo como dice este versículo.
Qué maravilloso es Dios que todo lo piensa a un él sabe que no somos satisfechos con las cosas que nos da, porque siempre queremos más, y no es malo querer más, sí son bendiciones las que queremos.
Regresando al 24 de diciembre, Llegamos a la casa de mi hija, una vez fueron abiertos todos los regalos y en el piso estaban Algunos pedazos de papel de regalo, Me quedé en la cocina observando a mi nieta Gaby como miraba debajo del árbol con una expresión de esperanza. Tal vez pensando: «¿hay más?»
Cuántos de nosotros no hacemos, esa misma pregunta, hay algo más para mi vida, siempre estamos esperando algo más.
Un día aceptamos con gozo a Jesús como nuestro Salvador, pero Con el tiempo se convierte en una rutina que por fuera parece fiel, pero por dentro se siente cómo dormido ese gozo.
Muchos de nosotros no podemos identificar el problema hasta que no veamos la brecha innegable entre la verdad que vemos puesta en marcha en la Palabra de Dios y nuestra propia realidad.
Jesús nos había prometido una vida abundante (Juan 10:10), pero michas veces nuestra alma se siente inquietantemente vacía.
Afortunadamente, antes de que Jesús partiera de la tierra y regresara al cielo, Él respondió a nuestras preguntas silenciosa con un “sí” rotundo a través de la promesa del Espíritu Santo.
» Pero Yo les digo la verdad: les conviene que Yo me vaya; porque si no me voy, el Consolador no vendrá a ustedes; pero si me voy, se lo enviaré (Juan 16:7).
El Espíritu Santo, la presencia de Dios que habita en Su pueblo, nos provee la ayuda necesaria para tomar posesión de la vida abundante que Jesús prometió. Él nos guía, nos hace crecer, nos transforma y nos da fortaleza.
El Espíritu Santo aviva nuestra fe y nos acompaña en el viaje. Y cuando aceptamos el regalo que Él es, nos damos cuenta de que ese “algo más” que queríamos ha estado con nosotras todo el tiempo.
Oremos
Querido Jesús, no quiero perderme la vida abundante que nos diste al morir.
Espíritu Santo, despierta mi corazón, dirige mis pasos y enciende mi fe.
Quiero más. En el Nombre de Jesús, Amén.
» Pero Yo les digo la verdad: les conviene que Yo me vaya; porque si no me voy, el Consolador no vendrá a ustedes; pero si me voy, se lo enviaré. Juan 16:7 (NBLA)
Ayer terminó Para muchos la celebración de Navidad, muchos ahora están con sus mentes dispuestas para el fin de año, qué rápido pasan los días llegan los acontecimientos, terminan y nuestra mente se dispone algo más y la pregunta que viene sería ¿hay más? ...
En estos días nos estábamos preparando para la cena de Navidad el 24 de diciembre, no iba a ser en mi casa, y veía mi esposa preocupada porque todo saliera bien, Ella pensaba ¿Qué más faltaba para la cena? me mandaba a un lugar a comprar algo, a otro lugar a comprar otra cosa, yo me decía, pero no es en su casa, no tiene la responsabilidad, pero ella pensaba “hay algo más que hacer”, Íbamos a un almacén y les compraba un regalito a las niñas, íbamos a otro, y salía con otro regalo y luego a otro y nuevamente salía con otro, Yo me decía cuándo va a parar y le preguntaba hay algo más qué hacer...
Ella no sabía qué más darles a sus nietas, aún a la que no ha nacido todavía, para demostrarle su amor ya que su lenguaje de amor es el dar.
Cuando leo este versículo yo me pregunto cuánto más es el amor de Dios, que mandó su hijo en sacrificios por nosotros y para salvación para la humanidad, pero después que nos salvó, todavía no estaba conforme con eso él sabía que íbamos a volver a caer, y El, necesitaba buscar un medio que nos mantuviera con El, ya que el ser humano es tan ingrato él nos dio el libre albedrío para que hiciéramos las cosas conforme a lo que quisiéramos hacer, pero sin salirnos de sus mandatos, y de sus estatutos y que fuéramos obedientes.
Por eso no se conformó solamente el regalo de la salvación, quería darnos el regalo del Espíritu Santo de Dios en nuestras vidas, para que no pecáramos, y pudiéramos salir victoriosos de la permanente guerra de la carne y el espíritu, por eso nos entregó el regalo del Espíritu Santo como dice este versículo.
Qué maravilloso es Dios que todo lo piensa a un él sabe que no somos satisfechos con las cosas que nos da, porque siempre queremos más, y no es malo querer más, sí son bendiciones las que queremos.
Regresando al 24 de diciembre, Llegamos a la casa de mi hija, una vez fueron abiertos todos los regalos y en el piso estaban Algunos pedazos de papel de regalo, Me quedé en la cocina observando a mi nieta Gaby como miraba debajo del árbol con una expresión de esperanza. Tal vez pensando: «¿hay más?»
Cuántos de nosotros no hacemos, esa misma pregunta, hay algo más para mi vida, siempre estamos esperando algo más.
Un día aceptamos con gozo a Jesús como nuestro Salvador, pero Con el tiempo se convierte en una rutina que por fuera parece fiel, pero por dentro se siente cómo dormido ese gozo.
Muchos de nosotros no podemos identificar el problema hasta que no veamos la brecha innegable entre la verdad que vemos puesta en marcha en la Palabra de Dios y nuestra propia realidad.
Jesús nos había prometido una vida abundante (Juan 10:10), pero michas veces nuestra alma se siente inquietantemente vacía.
Afortunadamente, antes de que Jesús partiera de la tierra y regresara al cielo, Él respondió a nuestras preguntas silenciosa con un “sí” rotundo a través de la promesa del Espíritu Santo.
» Pero Yo les digo la verdad: les conviene que Yo me vaya; porque si no me voy, el Consolador no vendrá a ustedes; pero si me voy, se lo enviaré (Juan 16:7).
El Espíritu Santo, la presencia de Dios que habita en Su pueblo, nos provee la ayuda necesaria para tomar posesión de la vida abundante que Jesús prometió. Él nos guía, nos hace crecer, nos transforma y nos da fortaleza.
- Si hemos confiado en Jesús como nuestro Salvador, pero nos sentimos desconectadas de Su corazón, el Espíritu Santo puede fomentar una intimidad más profunda (Juan 16:14).
- Si nuestra fe parece indiferente o agotada, el Espíritu Santo puede despertarnos (Efesios 5:14).
- Si hemos reconocido nuestro pecado, pero seguimos viviendo estancadas y derrotadas, el Espíritu Santo puede ayudarnos a caminar en libertad (2 Corintios 3:17; Romanos 8:2).
- Si no sabemos cómo orar, el Espíritu Santo puede interceder por nosotras (Romanos 8:26).
- Si no entendemos las Escrituras, el Espíritu Santo puede iluminarnos (Efesios 1:17).
El Espíritu Santo aviva nuestra fe y nos acompaña en el viaje. Y cuando aceptamos el regalo que Él es, nos damos cuenta de que ese “algo más” que queríamos ha estado con nosotras todo el tiempo.
Oremos
Querido Jesús, no quiero perderme la vida abundante que nos diste al morir.
Espíritu Santo, despierta mi corazón, dirige mis pasos y enciende mi fe.
Quiero más. En el Nombre de Jesús, Amén.

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