Mas que una lista
Más que una lista
Ustedes han muerto con Cristo, y él los ha rescatado de los poderes espirituales de este mundo. Entonces, ¿por qué siguen cumpliendo las reglas del mundo, tales como: «¡No toques esto! ¡No pruebes eso! ¡No te acerques a aquello!»? Colosenses 2.20-21
Pablo estaba preocupado porque en la iglesia de Colosas había aparecido una enseñanza que parecía mezclar conceptos del judaísmo con algunas filosofías griegas. Los hermanos de la congregación intentaban vivir su vida en Cristo siguiendo una serie de estrictas normas acerca de lo que podían o no podían hacer.
No me sorprende esta tendencia. Una de las manifestaciones más comunes de nuestro afán por controlar nuestra relación con Dios es la tendencia a reducir la vida a una lista de requisitos. Puede que esta lista sea larga y severa, o corta y liviana. Lo importante es que el cumplimiento de los requisitos de esa lista me permite a mí concluir con mi parte de la relación. Lo demás queda en manos del Señor.
¡Y cómo nos gustan nuestras listas!
Tres pasos para vencer la ira. Cinco principios para un matrimonio feliz. Las siete características de un verdadero discípulo. Cinco verdades fundamentales para una vida de oración fructífera. No tenemos más que recorrer los estantes de nuestras librerías para constatar que casi todo en la vida puede ser reducido a una lista. Y creemos, neciamente, que el cumplimiento fiel de las acciones que proponen esas listas garantiza el éxito de nuestros emprendimientos.
El apóstol Pablo les señala a los colosenses: «Esas reglas son simples enseñanzas humanas acerca de cosas que se deterioran con el uso. Podrán parecer sabias porque exigen una gran devoción, una religiosa abnegación y una severa disciplina corporal; pero a una persona no le ofrecen ninguna ayuda para vencer sus malos deseos» (2.22-23).
Su conclusión es tan categórica como la que comparte con los romanos: «La mente puesta en la carne es enemiga de Dios, porque no se sujeta a la Ley de Dios, pues ni siquiera puede hacerlo, y los que están en la carne no pueden agradar a Dios» (8.7-8, NBLH).
La carne nunca puede combatir a la carne. Nuestras listas pueden ser muy impresionantes, pero no pueden lograr lo que solamente el Espíritu puede hacer.
Por esto, la exhortación de Pablo consiste en transitar por otro camino. «Ya que han sido resucitados a una vida nueva con Cristo, pongan la mira en las verdades del cielo, donde Cristo está sentado en el lugar de honor, a la derecha de Dios. Piensen en las cosas del cielo, no en las de la tierra» (3.1-2).
Es decir, construyamos nuestra vida espiritual en el marco de la relación que la sustenta. Esto quiere decir que debemos descartar nuestras listas, porque una relación nunca puede ser reducida a una lista de pasos a tomar. Nuestra relación con Dios, por ser viva y dinámica, está en permanente fluctuación. Requiere de nosotros que nos adaptemos y movamos según las particularidades de cada momento.
Para pensar.
«Cuatro de los diez mandamientos se refieren a nuestra relación con Dios, mientras que los otros seis se refieren a nuestra relación con las personas. Los diez, sin embargo, tratan el tema de relaciones». Rick Warren
Ustedes han muerto con Cristo, y él los ha rescatado de los poderes espirituales de este mundo. Entonces, ¿por qué siguen cumpliendo las reglas del mundo, tales como: «¡No toques esto! ¡No pruebes eso! ¡No te acerques a aquello!»? Colosenses 2.20-21
Pablo estaba preocupado porque en la iglesia de Colosas había aparecido una enseñanza que parecía mezclar conceptos del judaísmo con algunas filosofías griegas. Los hermanos de la congregación intentaban vivir su vida en Cristo siguiendo una serie de estrictas normas acerca de lo que podían o no podían hacer.
No me sorprende esta tendencia. Una de las manifestaciones más comunes de nuestro afán por controlar nuestra relación con Dios es la tendencia a reducir la vida a una lista de requisitos. Puede que esta lista sea larga y severa, o corta y liviana. Lo importante es que el cumplimiento de los requisitos de esa lista me permite a mí concluir con mi parte de la relación. Lo demás queda en manos del Señor.
¡Y cómo nos gustan nuestras listas!
Tres pasos para vencer la ira. Cinco principios para un matrimonio feliz. Las siete características de un verdadero discípulo. Cinco verdades fundamentales para una vida de oración fructífera. No tenemos más que recorrer los estantes de nuestras librerías para constatar que casi todo en la vida puede ser reducido a una lista. Y creemos, neciamente, que el cumplimiento fiel de las acciones que proponen esas listas garantiza el éxito de nuestros emprendimientos.
El apóstol Pablo les señala a los colosenses: «Esas reglas son simples enseñanzas humanas acerca de cosas que se deterioran con el uso. Podrán parecer sabias porque exigen una gran devoción, una religiosa abnegación y una severa disciplina corporal; pero a una persona no le ofrecen ninguna ayuda para vencer sus malos deseos» (2.22-23).
Su conclusión es tan categórica como la que comparte con los romanos: «La mente puesta en la carne es enemiga de Dios, porque no se sujeta a la Ley de Dios, pues ni siquiera puede hacerlo, y los que están en la carne no pueden agradar a Dios» (8.7-8, NBLH).
La carne nunca puede combatir a la carne. Nuestras listas pueden ser muy impresionantes, pero no pueden lograr lo que solamente el Espíritu puede hacer.
Por esto, la exhortación de Pablo consiste en transitar por otro camino. «Ya que han sido resucitados a una vida nueva con Cristo, pongan la mira en las verdades del cielo, donde Cristo está sentado en el lugar de honor, a la derecha de Dios. Piensen en las cosas del cielo, no en las de la tierra» (3.1-2).
Es decir, construyamos nuestra vida espiritual en el marco de la relación que la sustenta. Esto quiere decir que debemos descartar nuestras listas, porque una relación nunca puede ser reducida a una lista de pasos a tomar. Nuestra relación con Dios, por ser viva y dinámica, está en permanente fluctuación. Requiere de nosotros que nos adaptemos y movamos según las particularidades de cada momento.
Para pensar.
«Cuatro de los diez mandamientos se refieren a nuestra relación con Dios, mientras que los otros seis se refieren a nuestra relación con las personas. Los diez, sin embargo, tratan el tema de relaciones». Rick Warren
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