Qué hace Rahab aquí?
¿Qué hace aquí Rahab?
Fue por la fe que Rahab, la prostituta, no fue destruida junto con los habitantes de su ciudad que se negaron a obedecer a Dios. Pues ella había recibido en paz a los espías. Hebreos 11.31
El capítulo 11 del libro de Hebreos reúne a las figuras del Antiguo Testamento que vivieron con la convicción de que «sin fe es imposible agradar a Dios» (v. 6).
La lista incluye a personas quienes, a lo largo de los siglos, han inspirado con su ejemplo de compromiso y devoción al Señor; figuras como Noé, Abraham, Isaac, Moisés y David.
En medio de esta multitud de individuos extraordinarios nos tropezamos con Rahab, una mujer que salvó a dos espías, enviados por Josué para traer un informe sobre la ciudad de Jericó.
El rey se enteró que habían entrado a la ciudad y que se hospedaban en la casa de Rahab, por lo que envió a los soldados para arrestarlos. Rahab los escondió debajo de unos manojos de lino, en la terraza; desvió a los soldados para que dedicaran tiempo y esfuerzo buscando a los espías fuera de la ciudad, mientras ella procuraba la forma de ayudarlos a escapar con vida.
Su proceder muestra a una mujer poseída de una inusual valentía. No obstante, nos choca que el autor de Hebreos no haya por lo menos intentado disimular el oficio de Rahab. Nos dice, con singular claridad, que Rahab era una prostituta.
Cuando leemos el relato en el libro de Josué, no encontramos ningún indicio de que Rahab haya abandonado la prostitución. En la ciudad se le conocía como una ramera y los hombres que se hospedaron en su casa también lo sabían.
Cuando habló con los espías, tampoco dio señales de haberse apropiado del Dios al que ellos servían. «Sé que el SEÑOR les ha dado esta tierra» les confesó (Josué 2.9), y luego declaró: «El SEÑOR su Dios es el Dios supremo arriba, en los cielos, y abajo, en la tierra» (v. 11).
No obstante, estas cuestionables credenciales, Rahab ingresa a la lista de personas que inspiran por su fe. Y no solamente esto, el Evangelio de Mateo afirma, en la genealogía, que Jesús era un descendiente directo de esta mujer.
¿Por qué se incluye a una prostituta en la lista de Hebreos 11? La respuesta es sencilla. La historia del pueblo de Dios fue escrita por hombres y mujeres que padecían todas las fragilidades comunes del ser humano. La Biblia no intenta disfrazarlas ni editarlas. Tampoco pretende que nosotros los tengamos como modelos a seguir. Simplemente nos permite ver cómo el gran relato de la obra redentora de Dios tocó estas vidas y produjo en ellas asombrosos resultados. Sus modestas cualidades permitieron que la gloria del Señor brillara con mayor intensidad.
Para pensar.
Rahab nos recuerda que la gracia del Señor no excluye a nadie. No necesitamos alcanzar algún ideal para ser partícipes de los proyectos que él lleva a cabo. Nos invita a caminar juntos, aun cuando cargamos con el bagaje de vidas imperfectas e incompletas. No te enfoques en tus imperfecciones, sino en la invitación que permanece siempre.
Fue por la fe que Rahab, la prostituta, no fue destruida junto con los habitantes de su ciudad que se negaron a obedecer a Dios. Pues ella había recibido en paz a los espías. Hebreos 11.31
El capítulo 11 del libro de Hebreos reúne a las figuras del Antiguo Testamento que vivieron con la convicción de que «sin fe es imposible agradar a Dios» (v. 6).
La lista incluye a personas quienes, a lo largo de los siglos, han inspirado con su ejemplo de compromiso y devoción al Señor; figuras como Noé, Abraham, Isaac, Moisés y David.
En medio de esta multitud de individuos extraordinarios nos tropezamos con Rahab, una mujer que salvó a dos espías, enviados por Josué para traer un informe sobre la ciudad de Jericó.
El rey se enteró que habían entrado a la ciudad y que se hospedaban en la casa de Rahab, por lo que envió a los soldados para arrestarlos. Rahab los escondió debajo de unos manojos de lino, en la terraza; desvió a los soldados para que dedicaran tiempo y esfuerzo buscando a los espías fuera de la ciudad, mientras ella procuraba la forma de ayudarlos a escapar con vida.
Su proceder muestra a una mujer poseída de una inusual valentía. No obstante, nos choca que el autor de Hebreos no haya por lo menos intentado disimular el oficio de Rahab. Nos dice, con singular claridad, que Rahab era una prostituta.
Cuando leemos el relato en el libro de Josué, no encontramos ningún indicio de que Rahab haya abandonado la prostitución. En la ciudad se le conocía como una ramera y los hombres que se hospedaron en su casa también lo sabían.
Cuando habló con los espías, tampoco dio señales de haberse apropiado del Dios al que ellos servían. «Sé que el SEÑOR les ha dado esta tierra» les confesó (Josué 2.9), y luego declaró: «El SEÑOR su Dios es el Dios supremo arriba, en los cielos, y abajo, en la tierra» (v. 11).
No obstante, estas cuestionables credenciales, Rahab ingresa a la lista de personas que inspiran por su fe. Y no solamente esto, el Evangelio de Mateo afirma, en la genealogía, que Jesús era un descendiente directo de esta mujer.
¿Por qué se incluye a una prostituta en la lista de Hebreos 11? La respuesta es sencilla. La historia del pueblo de Dios fue escrita por hombres y mujeres que padecían todas las fragilidades comunes del ser humano. La Biblia no intenta disfrazarlas ni editarlas. Tampoco pretende que nosotros los tengamos como modelos a seguir. Simplemente nos permite ver cómo el gran relato de la obra redentora de Dios tocó estas vidas y produjo en ellas asombrosos resultados. Sus modestas cualidades permitieron que la gloria del Señor brillara con mayor intensidad.
Para pensar.
Rahab nos recuerda que la gracia del Señor no excluye a nadie. No necesitamos alcanzar algún ideal para ser partícipes de los proyectos que él lleva a cabo. Nos invita a caminar juntos, aun cuando cargamos con el bagaje de vidas imperfectas e incompletas. No te enfoques en tus imperfecciones, sino en la invitación que permanece siempre.
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