Astuto contragolpe
Astuto contragolpe
La primera vez que fui llevado ante el juez, nadie me acompañó. Todos me abandonaron; que no se lo tomen en cuenta. Pero el Señor estuvo a mi lado y me dio fuerzas, a fin de que yo pudiera predicar la Buena Noticia en toda su plenitud. 2 Timoteo 4.16-17
El diccionario de la Real Academia Española define la palabra «contragolpe» como una «reacción ofensiva contra el avance del equipo contrario». Es decir, se intenta neutralizar un ataque asumiendo una postura contraria a la que espera el enemigo: la huida. En lugar de la fuga, la persona, el grupo o el ejército escoge contraatacar a los que iniciaron la agresión. En ocasiones, esta maniobra toma por sorpresa a los atacantes y asegura una victoria inesperada.
El testimonio de Pablo revela que el apóstol optó por dos inteligentes contragolpes en medio de una situación de extrema adversidad. Aunque los historiadores difieren acerca del juicio que le hacían, el consenso pareciera indicar que el apóstol se refiere a su primera audiencia en Roma.
La iglesia sufría una feroz persecución bajo las órdenes de uno de los emperadores más crueles del imperio, Nerón.
El golpe que recibió el apóstol fue que ninguna persona lo acompañó en esta audiencia. El término que se emplea en el griego se refiere a aquella persona que está dispuesta a asesorar legalmente al acusado o a dar buenas referencias de su carácter. Luego de tantos años en el ministerio, Pablo debe haber sentido como una puñalada al corazón que en su hora de mayor necesidad no pudiera contar con el apoyo de nadie. Ante esta realidad, implementó:
Su primer contragolpe.
El enemigo pretendía sembrar en su corazón la amargura, el rencor y el odio hacia aquellos que decían ser sus amigos.
Un Pablo envenenado no tendría posibilidades de defenderse ante las acusaciones que se le hacían. El apóstol, sin embargo, optó por recorrer, con gozo, el mismo camino que Cristo (Lucas 23.34) y Esteban (Hechos 7.60).
No solamente perdonó a los que lo habían abandonado, sino que intercedió para que el Señor no tomara en cuenta esta acción tan reprochable en el día del juicio.
En este gesto observamos una de las marcas que más distingue a la persona santa: maneja con tal destreza las afrentas que la amargura no tiene oportunidad de anidar en el corazón.
El segundo contragolpe
Fue considerar que la audiencia era el marco perfecto para predicar el evangelio al juez. En lugar de derrochar energía en defenderse antes las acusaciones que habían elevado contra su persona, adoptó una postura ofensiva y «asaltó» el reino de las tinieblas proclamando al juez que el mismo juez era, en realidad, la persona en necesidad de liberación.
De esta manera, no permitió que su condición de prisionero limitara la vocación que se le había encomendado: la de predicar la Palabra hasta lo último de la Tierra.
Para pensar.
¿Cómo logró Pablo revertir una situación tan adversa? Declara que «el Señor estuvo a mi lado y me dio fuerzas».
Este es el secreto de su osada respuesta: no perdió su conexión con el Señor. Si tomamos consciencia de que él siempre está a nuestro lado, podemos salir airosos de cualquier agresión contra nosotros.
La primera vez que fui llevado ante el juez, nadie me acompañó. Todos me abandonaron; que no se lo tomen en cuenta. Pero el Señor estuvo a mi lado y me dio fuerzas, a fin de que yo pudiera predicar la Buena Noticia en toda su plenitud. 2 Timoteo 4.16-17
El diccionario de la Real Academia Española define la palabra «contragolpe» como una «reacción ofensiva contra el avance del equipo contrario». Es decir, se intenta neutralizar un ataque asumiendo una postura contraria a la que espera el enemigo: la huida. En lugar de la fuga, la persona, el grupo o el ejército escoge contraatacar a los que iniciaron la agresión. En ocasiones, esta maniobra toma por sorpresa a los atacantes y asegura una victoria inesperada.
El testimonio de Pablo revela que el apóstol optó por dos inteligentes contragolpes en medio de una situación de extrema adversidad. Aunque los historiadores difieren acerca del juicio que le hacían, el consenso pareciera indicar que el apóstol se refiere a su primera audiencia en Roma.
La iglesia sufría una feroz persecución bajo las órdenes de uno de los emperadores más crueles del imperio, Nerón.
El golpe que recibió el apóstol fue que ninguna persona lo acompañó en esta audiencia. El término que se emplea en el griego se refiere a aquella persona que está dispuesta a asesorar legalmente al acusado o a dar buenas referencias de su carácter. Luego de tantos años en el ministerio, Pablo debe haber sentido como una puñalada al corazón que en su hora de mayor necesidad no pudiera contar con el apoyo de nadie. Ante esta realidad, implementó:
Su primer contragolpe.
El enemigo pretendía sembrar en su corazón la amargura, el rencor y el odio hacia aquellos que decían ser sus amigos.
Un Pablo envenenado no tendría posibilidades de defenderse ante las acusaciones que se le hacían. El apóstol, sin embargo, optó por recorrer, con gozo, el mismo camino que Cristo (Lucas 23.34) y Esteban (Hechos 7.60).
No solamente perdonó a los que lo habían abandonado, sino que intercedió para que el Señor no tomara en cuenta esta acción tan reprochable en el día del juicio.
En este gesto observamos una de las marcas que más distingue a la persona santa: maneja con tal destreza las afrentas que la amargura no tiene oportunidad de anidar en el corazón.
El segundo contragolpe
Fue considerar que la audiencia era el marco perfecto para predicar el evangelio al juez. En lugar de derrochar energía en defenderse antes las acusaciones que habían elevado contra su persona, adoptó una postura ofensiva y «asaltó» el reino de las tinieblas proclamando al juez que el mismo juez era, en realidad, la persona en necesidad de liberación.
De esta manera, no permitió que su condición de prisionero limitara la vocación que se le había encomendado: la de predicar la Palabra hasta lo último de la Tierra.
Para pensar.
¿Cómo logró Pablo revertir una situación tan adversa? Declara que «el Señor estuvo a mi lado y me dio fuerzas».
Este es el secreto de su osada respuesta: no perdió su conexión con el Señor. Si tomamos consciencia de que él siempre está a nuestro lado, podemos salir airosos de cualquier agresión contra nosotros.
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