Ayuda memoria
Ayuda memoria
«Diles a los israelitas que ellos y sus descendientes deben poner siempre, en el borde de su ropa, cordones de color violeta. 39 Así, cada vez que vean los cordones, recordarán que deben obedecer todo lo que les he mandado. De esa manera no me desobedecerán ni seguirán sus propios deseos, ni los pensamientos que los llevan a alejarse de mí.
Números 15.38-39 TLA
Las alarmas fueron inventadas en el siglo XV, pero recién en el siglo XVIII pasaron a ser instrumentos de uso doméstico. La pregunta que se impone, entonces, es la siguiente:
¿Cómo hacían las personas para despertarse antes de que se inventara la alarma?
La respuesta es sencilla: dependían de otros elementos presentes en la naturaleza, a los cuales habían aprendido a prestar atención: el canto de un gallo; el movimiento de los animales en el establo; el cambio de luz en el horizonte, que anunciaba la llegada del alba; o simplemente una disciplina interna que les permitía saber que era hora de iniciar las actividades del día.
Con el crecimiento de las grandes urbes y el avance de la industrialización, sin embargo, se fue perdiendo esa conexión con la naturaleza y la ayuda de una alarma se tornó indispensable.
La falta de ejercicio y el engaño del pecado han entumecido del mismo modo nuestras capacidades espirituales. En un mundo ideal nuestro espíritu poseería la destreza necesaria para percibir los movimientos del Espíritu y distinguir, sin dificultad, los momentos en que Dios nos está mostrando algo.
Al igual que el joven Samuel, sin embargo, nos cuesta entender cuándo es Dios el que nos está hablando. «Es cosa mía», solemos decir ante una idea que se introduce sorpresivamente en nuestra cabeza.
El Señor, en su anhelo de ayudar por todos los medios posibles a su pueblo a andar en rectitud, también proveyó para ellos un elemento que les sirviera de recordatorio ante la falta de sensibilidad espiritual que padece la persona caída.
Se trataba de una especie de alarma visual, un recordatorio que los llevaría a pensar en la Palabra que habían recibido. Consistía en poner un cordón de color violeta atado a las vestimentas, que eran imposibles de ignorar porque se meneaban con los movimientos de quienes las vestían. Cuando alguien percibía el bamboleo de los cordón le recordaba que pertenecía a un pueblo llamado a vivir de manera diferente a los demás pueblos de la tierra.
El principio sigue siendo útil porque aún padecemos esa falta de sensibilidad espiritual que tornaría mucho más sencilla la vida en el reino. Podemos recurrir a elementos externos para ayudarnos a recordar que somos una nación santa, un reino de sacerdotes.
Estas ayudas pueden ser un versículo pegado en el refrigerador, un cuadro colgado en algún lugar de la casa, un texto como fondo de pantalla o cualquier otro elemento que estimule nuestra mente a pensar en las cosas de Dios. Yo encuentro muy útil emplear una alarma, en mi computadora o celular, que suena periódicamente y me extiende la invitación de volver a conectarme con el Señor. Una idea genial, que se implementó hace 4000 años, sigue siendo de gran utilidad para quienes aspiramos a una vida de mayor intimidad con el Señor.
Para pensar.
«¡Qué asombrosas son las obras del SEÑOR! Todos los que se deleitan en él deberían considerarlas. […] Él nos hace recordar sus maravillosas obras. ¡Cuánta gracia y misericordia tiene nuestro SEÑOR!». Salmo 111.2, 4
¿Estas dispuesto(a) a crear una estrategia para recordarte cuando estas a punto de pecar?
«Diles a los israelitas que ellos y sus descendientes deben poner siempre, en el borde de su ropa, cordones de color violeta. 39 Así, cada vez que vean los cordones, recordarán que deben obedecer todo lo que les he mandado. De esa manera no me desobedecerán ni seguirán sus propios deseos, ni los pensamientos que los llevan a alejarse de mí.
Números 15.38-39 TLA
Las alarmas fueron inventadas en el siglo XV, pero recién en el siglo XVIII pasaron a ser instrumentos de uso doméstico. La pregunta que se impone, entonces, es la siguiente:
¿Cómo hacían las personas para despertarse antes de que se inventara la alarma?
La respuesta es sencilla: dependían de otros elementos presentes en la naturaleza, a los cuales habían aprendido a prestar atención: el canto de un gallo; el movimiento de los animales en el establo; el cambio de luz en el horizonte, que anunciaba la llegada del alba; o simplemente una disciplina interna que les permitía saber que era hora de iniciar las actividades del día.
Con el crecimiento de las grandes urbes y el avance de la industrialización, sin embargo, se fue perdiendo esa conexión con la naturaleza y la ayuda de una alarma se tornó indispensable.
La falta de ejercicio y el engaño del pecado han entumecido del mismo modo nuestras capacidades espirituales. En un mundo ideal nuestro espíritu poseería la destreza necesaria para percibir los movimientos del Espíritu y distinguir, sin dificultad, los momentos en que Dios nos está mostrando algo.
Al igual que el joven Samuel, sin embargo, nos cuesta entender cuándo es Dios el que nos está hablando. «Es cosa mía», solemos decir ante una idea que se introduce sorpresivamente en nuestra cabeza.
El Señor, en su anhelo de ayudar por todos los medios posibles a su pueblo a andar en rectitud, también proveyó para ellos un elemento que les sirviera de recordatorio ante la falta de sensibilidad espiritual que padece la persona caída.
Se trataba de una especie de alarma visual, un recordatorio que los llevaría a pensar en la Palabra que habían recibido. Consistía en poner un cordón de color violeta atado a las vestimentas, que eran imposibles de ignorar porque se meneaban con los movimientos de quienes las vestían. Cuando alguien percibía el bamboleo de los cordón le recordaba que pertenecía a un pueblo llamado a vivir de manera diferente a los demás pueblos de la tierra.
El principio sigue siendo útil porque aún padecemos esa falta de sensibilidad espiritual que tornaría mucho más sencilla la vida en el reino. Podemos recurrir a elementos externos para ayudarnos a recordar que somos una nación santa, un reino de sacerdotes.
Estas ayudas pueden ser un versículo pegado en el refrigerador, un cuadro colgado en algún lugar de la casa, un texto como fondo de pantalla o cualquier otro elemento que estimule nuestra mente a pensar en las cosas de Dios. Yo encuentro muy útil emplear una alarma, en mi computadora o celular, que suena periódicamente y me extiende la invitación de volver a conectarme con el Señor. Una idea genial, que se implementó hace 4000 años, sigue siendo de gran utilidad para quienes aspiramos a una vida de mayor intimidad con el Señor.
Para pensar.
«¡Qué asombrosas son las obras del SEÑOR! Todos los que se deleitan en él deberían considerarlas. […] Él nos hace recordar sus maravillosas obras. ¡Cuánta gracia y misericordia tiene nuestro SEÑOR!». Salmo 111.2, 4
¿Estas dispuesto(a) a crear una estrategia para recordarte cuando estas a punto de pecar?
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