Toda autoridad

Toda autoridad    
Jesús se acercó y les habló diciendo: «Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra». Mateo 28.18
Con frecuencia he preguntado a muchas personas cuál es la Gran Comisión.
La mayoría, responden, sin dudar: «Id y haced discípulos a todas las naciones …» etcétera, lo cual es correcto, pero solamente en parte. La Gran Comisión no comienza en el versículo 19, sino en el versículo 18, que hoy ocupa nuestra atención. Es un testimonio elocuente de lo centrados que estamos en nuestras propias actividades que la mayoría de nosotros creamos que comienza con la parte que nos toca a nosotros: ¡ir a hacer discípulos!
 
Si hubiéramos sido parte de aquel grupo de discípulos que acompañó a Cristo durante su peregrinaje terrenal, creo que nos hubiéramos sentido un tanto intimidados por la magnitud de la tarea encomendada.
¿Hacer discípulos de todas las naciones? 
Apenas habían salido de Israel una o dos veces en la vida.
¿Cómo podían ellos, que ya estaban confundidos y un tanto perdidos, abarcar semejante emprendimiento? 
¿Por dónde podrían comenzar? 
¿Cómo harían para sobreponerse a todos los obstáculos que seguramente enfrentarían? 
¿Y qué del ambiente hostil que habían visto en las últimas semanas?
 
Cristo entendía todas estas preguntas y tantas otras que ni siquiera sabían formular. Por esta razón hizo primeramente esta declaración, pues de otro modo la inmensidad del proyecto con seguridad los abrumaría.
 
Queda claro, por la manera en que Jesús les habló, que él no les estaba dejando una intolerable carga; les llamaba a avanzar confiados sobre la victoria que obtuvo por medio de su muerte y resurrección. Es precisamente esta conquista la que le permitió recibir «toda potestad» en el cielo y en la tierra.
 
El diccionario define la palabra «autoridad» (o potestad, en algunas traducciones) con los siguientes términos: privilegio, capacidad, competencia, libertad, magisterio, potentado, control, poder, derecho, fuerza. Basta con leer esta lista para darnos cuenta de lo que encierran estas palabras de Cristo: «toda autoridad me es dada».
 
El Señor está hablando de la licencia recibida para avanzar donde quiera, tomar lo que quiera, cuando lo quiera y donde lo quiera. Es decir, los obstáculos que un enemigo no derrotado presentaba a sus proyectos han desaparecido. Sentado a la diestra del Padre, llevando el nombre que está por encima de todo nombre, Cristo ahora es la autoridad suprema y absoluta de los cielos y la tierra.
 
Los discípulos deben moverse en esta autoridad. La timidez y el miedo ya no deben formar parte de su experiencia cotidiana. Pertenecen a la familia de Aquel que ha conquistado la muerte.
 
Mientras vivan en dependencia absoluta del rey, nadie podrá hacerles frente, ni oponer resistencia. Para los que estamos en la empresa de hacer discípulos, saber que él tiene toda autoridad debe producir en nosotros una osadía y un atrevimiento que roza la insensatez. ¡Avanzamos en el camino que él ya conquistó!

Para pensar:
Seguramente Cristo anticipaba algo de esto cuando le dijo a Pedro: «sobre esta roca edificaré mi iglesia, y las puertas del Hades no la dominarán» (Mt 16.18). La iglesia avanza, osada en Su victoria, y se mete en la ciudad misma del enemigo. ¡Sus puertas no podrán frenar el avance del pueblo de Dios!

No Comments