El Señor se rie

El Señor se ríe

El que se sienta como Rey en los cielos se ríe, el SEÑOR se burla de ellos. Luego les hablará en su ira, y en su furor los aterrará.   Salmo 2.4-5 NBLH

El texto de hoy nos ofrece un marcado contraste con los versículos que examinamos ayer. En ellos, los reyes y gobernantes se levantan llenos de indignación para proponer una batalla que le ponga fin a la esclavitud que, imaginan, Dios le ha impuesto a la humanidad. El Señor no responde a esta rebelión con desesperadas maniobras para neutralizar a sus enemigos.

Está sentado y se ríe.
Ya nos hemos cruzado con esta frase en el Salmo 37. Cada vez que la leo me causa gracia, por lo inesperado de la reacción del Señor. Me recuerda a una caricatura que mostraba a dos pulgas en el lomo de un perro San Bernardo. Las pulgas se veían diminutas en comparación al enorme tamaño del perro. No obstante, estaban involucradas en una acalorada discusión para definir ¡cuál de las dos controlaba al perro!

Así de ridículas le deben resultar al Señor las interminables intrigas entre los seres humanos, las frenéticas maniobras para acceder a mayor poder, las incesantes pujas por dominar a los de nuestro alrededor. Las torpes maniobras del ser humano por deshacerse de Dios desconocen por completo la intensidad de su compromiso en buscar la forma de seducir nuestro corazón. Creen que con descartar algunos de los mandamientos que Dios ha establecido para una vida de rectitud, se han deshecho del Señor. No saben que nos ama demasiado como para simplemente abandonarnos.

Ese amor lo conducirá también a reprenderlos con dureza, tal como hizo Cristo cuando Pedro quiso impedir que fuera a Jerusalén para ser entregado a la muerte. El Señor no puede dejar impune la rebeldía del hombre; su propia justica exige que él intervenga, aun cuando las maniobras de los hombres le resulten absurdas.

Su ira arde con especial intensidad porque las maquinaciones de las naciones son contra su Ungido. Ningún padre permanece indiferente ante los ataques contra sus hijos. El Señor se levantará con furor para disciplinar la impertinencia de los que han usurpado la autoridad que él mismo les ha dado. Y en esa disciplina él revelará su verdadera naturaleza, de tal manera que quedarán aterrados.

El objetivo de esta acción, según los propósitos eternos de Dios, no es producir en ellos un estado de pavor. Más bien es conducirlos hacia el arrepentimiento, tal como lo expresa el salmista: «Como fuego que consume el bosque, Y como llama que incendia las montañas, Así persíguelos con Tu tempestad, Y aterrorízalos con Tu torbellino. Cubre sus rostros de vergüenza, Para que busquen Tu nombre, oh SEÑOR» (83.14-16).
No nos sumemos al movimiento de estos tiempos que intenta desechar los principios que el Señor ha establecido para una vida de rectitud. Vivamos en sumisión a él, confiados en que su Palabra es una lámpara que guía nuestros pies y una luz para nuestros caminos (Salmo 119.105).

Para pensar.
«Dios se sienta sobre el círculo de la tierra; la gente que hay abajo le parecen saltamontes. [...] Él juzga a los poderosos del mundo y los reduce a nada». Isaías 40.22-23 NTV




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