Dimension escondida

Dimensión escondida

Tú y tus hombres de guerra marcharán alrededor de la ciudad una vez al día durante seis días. Siete sacerdotes caminarán delante del arca; cada uno llevará un cuerno de carnero. El séptimo día, marcharán alrededor de la ciudad siete veces mientras los sacerdotes tocan los cuernos.   Josué 6.3-4

Solo requerimos de unos segundos para leer el texto de hoy. Relata, sin embargo, los eventos de una increíble semana.

Es posible que la velocidad de nuestra lectura no nos permita captar el dramatismo de lo que vivieron los israelitas en esta primera conquista en la Tierra Prometida.

Cuando leo los detalles de las instrucciones que el Señor le dio a Josué no puedo evitar la pregunta que surge de nuestra cultura pragmática, obsesionada con el ahorro de tiempo.
¿Por qué Dios no le entregó la ciudad luego de simplemente dar una vuelta alrededor de ella?
¿Por qué fue necesario repetir el mismo procedimiento a lo largo de seis días?
¿por qué el último día tuvieron que dar siete vueltas a la ciudad antes de que se desplomaran los muros?
La pregunta revela cuán enfocados estamos en lograr las metas que nos proponemos. Cuando nos trazamos un objetivo, invertimos toda nuestra energía en ello. No nos detenemos a pensar mucho en el proceso que recorremos para alcanzarlo porque el premio consiste en alcanzar la meta. Lo demás es completamente secundario.

En los proyectos de Dios, sin embargo, siempre existen al menos dos objetivos claros.
Uno es aquel que el Señor va a alcanzar por medio de la persona o las personas que participan de su proyecto.

El otro objetivo es lo que Dios va a lograr en la vida de aquellos que son parte del proyecto, algo que con frecuencia perdemos de vista.                                                                                              
Desde esta perspectiva, entonces, la toma de Jericó es solamente una meta entre muchas otras metas que trabaja el Señor. Una de ellas, sin duda, es fortalecer la fe de los israelitas, y nada logra tan admirablemente esta meta como la demora en la resolución del proyecto.

Intentemos ponernos en las sandalias de quienes habían sido llamados a dar vueltas alrededor de la ciudad. Es posible que el primer día hayan cumplido la misión con gran entusiasmo y, quizás, el segundo también. ¿Qué habrán pensado el quinto o el sexto día?
Seguramente las dudas comenzaban a turbar sus mentes, y algunos se habrán preguntado: «¿Y si esto no funciona?».
En este libro hemos hablado mucho sobre la importancia de la perseverancia. Seguir adelante, aun cuando no se observa ningún cambio visible, es bueno para nuestro espíritu. Le hace bien al corazón porque lo obliga a transitar por el camino de la confianza. Y un corazón que confía plenamente en el Señor vale más que mil muros caídos.

Para pensar.
Es bueno tener presente que en cada proyecto que nos confía el Señor, él estará también trabajando en nuestras propias vidas.
No importa cuántos años tengamos en el camino del Señor ni las victorias que hayamos obtenido en el pasado.
El Señor no abandona nunca su compromiso de formar en nosotros un corazón parecido al de su Hijo.
Por esto, hacemos bien en prestar atención a esta dimensión escondida de la obra.

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