Dia de buenas noticias
Día de buenas noticias
Finalmente se dijeron entre ellos: «Esto no está bien. Hoy es un día de buenas noticias, ¡y nosotros no lo hemos dicho a nadie! Si esperamos hasta la mañana, seguro que nos ocurre alguna calamidad. ¡Vamos, regresemos al palacio y contémosle a la gente!». 2 Reyes 7.9
Los cuatro leprosos que se atrevieron a dejar el sitio que sufría la ciudad de Samaria, se encontraron con un campamento enemigo abandonado. El historiador nos dice que «fueron de carpa en carpa, comieron y bebieron vino, sacaron plata, oro y ropa, y escondieron todo» (v. 8).
El comportamiento inicial de los cuatro leprosos revela que ni siquiera ellos se escapan de las mezquinas actitudes que tanto empañan nuestras relaciones con los demás. Su primer instinto fue acaparar todo lo que podían para ellos, sin detenerse siquiera a pensar en los que padecían hambre en la ciudad.
No pierdo de vista que ellos nunca habían recibido nada de nadie, pues su condición de leprosos los condenaba a vivir al margen de la sociedad, ignorados por muchos y evitados por el resto. No poseían un historial que los pudiera inspirar a ser generosos hacia los demás. No obstante, más allá de su condición de leprosos, el egoísmo del ser humano caído está siempre presente en cada una de nuestras acciones.
En algún momento, sin embargo, se dieron cuenta de que no estaban haciendo lo bueno. La abundancia de Dios no se acapara; se comparte.
Tal como he señalado en otras reflexiones, la bendición del Señor siempre procede del deseo de hacerle bien a una comunidad, y no solamente al individuo.
¡Cuánta dificultad tenemos para aceptar este concepto!
•De hecho, no podemos dejar de notar que el comportamiento de los leprosos posee inquietantes paralelos con nuestras propias actitudes. Si somos sinceros, debemos confesar que nos molesta que el Señor quiera extender a otros la misma generosidad que nosotros hemos disfrutado.
Jesús trabajó incansablemente para mostrar, por medio de acciones y palabras, el corazón amoroso de su Padre celestial. Se topó continuamente con las barreras que se levantan cuando alguien rompe los esquemas populares de lo que significa amar. No obstante, no se dio por vencido. Aun de cara a la cruz se vistió de sirviente y les lavó los pies a sus discípulos, mostrando el camino que debían ellos recorrer en el futuro (Juan 13).
Mostró una y otra vez que el amor de Dios no puede ser administrado del mismo modo que administramos nuestras finanzas. Se nos ha permitido gustar de él para que, con una actitud de absoluto desprendimiento, invitemos a cuantas personas podamos a que se unan a esta experiencia.
Es bueno que sepamos que cada uno de nosotros debemos luchar contra esa corriente que nos impulsa a querer acaparar lo que Dios nos da, para disfrutarlo solamente nosotros. Será necesario pasar mucho tiempo con Jesús para tener una actitud más generosa y desprendida. Debemos clamar continuamente al Señor para que nos enseñe a amar como él ama.
Para pensar.
Detente un momento en pensar un poco en tus bendiciones mas que en tus quejas y te darás cuenta que en la balanza que son mas que las bendiciones...
Cuando tu corazón se da cuenta que es así, tu esperanza crece y la Fe se hace mas importante en tu vida para ti y para los demás.
«Porque saliendo de ustedes, la palabra del Señor se ha escuchado, no sólo en Macedonia y Acaya, sino que también por todas partes la fe de ustedes en Dios se ha divulgado». 1 Tesalonicenses 1.8 NBLH
Finalmente se dijeron entre ellos: «Esto no está bien. Hoy es un día de buenas noticias, ¡y nosotros no lo hemos dicho a nadie! Si esperamos hasta la mañana, seguro que nos ocurre alguna calamidad. ¡Vamos, regresemos al palacio y contémosle a la gente!». 2 Reyes 7.9
Los cuatro leprosos que se atrevieron a dejar el sitio que sufría la ciudad de Samaria, se encontraron con un campamento enemigo abandonado. El historiador nos dice que «fueron de carpa en carpa, comieron y bebieron vino, sacaron plata, oro y ropa, y escondieron todo» (v. 8).
El comportamiento inicial de los cuatro leprosos revela que ni siquiera ellos se escapan de las mezquinas actitudes que tanto empañan nuestras relaciones con los demás. Su primer instinto fue acaparar todo lo que podían para ellos, sin detenerse siquiera a pensar en los que padecían hambre en la ciudad.
No pierdo de vista que ellos nunca habían recibido nada de nadie, pues su condición de leprosos los condenaba a vivir al margen de la sociedad, ignorados por muchos y evitados por el resto. No poseían un historial que los pudiera inspirar a ser generosos hacia los demás. No obstante, más allá de su condición de leprosos, el egoísmo del ser humano caído está siempre presente en cada una de nuestras acciones.
En algún momento, sin embargo, se dieron cuenta de que no estaban haciendo lo bueno. La abundancia de Dios no se acapara; se comparte.
Tal como he señalado en otras reflexiones, la bendición del Señor siempre procede del deseo de hacerle bien a una comunidad, y no solamente al individuo.
¡Cuánta dificultad tenemos para aceptar este concepto!
•De hecho, no podemos dejar de notar que el comportamiento de los leprosos posee inquietantes paralelos con nuestras propias actitudes. Si somos sinceros, debemos confesar que nos molesta que el Señor quiera extender a otros la misma generosidad que nosotros hemos disfrutado.
Jesús trabajó incansablemente para mostrar, por medio de acciones y palabras, el corazón amoroso de su Padre celestial. Se topó continuamente con las barreras que se levantan cuando alguien rompe los esquemas populares de lo que significa amar. No obstante, no se dio por vencido. Aun de cara a la cruz se vistió de sirviente y les lavó los pies a sus discípulos, mostrando el camino que debían ellos recorrer en el futuro (Juan 13).
Mostró una y otra vez que el amor de Dios no puede ser administrado del mismo modo que administramos nuestras finanzas. Se nos ha permitido gustar de él para que, con una actitud de absoluto desprendimiento, invitemos a cuantas personas podamos a que se unan a esta experiencia.
Es bueno que sepamos que cada uno de nosotros debemos luchar contra esa corriente que nos impulsa a querer acaparar lo que Dios nos da, para disfrutarlo solamente nosotros. Será necesario pasar mucho tiempo con Jesús para tener una actitud más generosa y desprendida. Debemos clamar continuamente al Señor para que nos enseñe a amar como él ama.
Para pensar.
Detente un momento en pensar un poco en tus bendiciones mas que en tus quejas y te darás cuenta que en la balanza que son mas que las bendiciones...
Cuando tu corazón se da cuenta que es así, tu esperanza crece y la Fe se hace mas importante en tu vida para ti y para los demás.
«Porque saliendo de ustedes, la palabra del Señor se ha escuchado, no sólo en Macedonia y Acaya, sino que también por todas partes la fe de ustedes en Dios se ha divulgado». 1 Tesalonicenses 1.8 NBLH
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