Vale la pena

Vale la pena

¡Qué asombrosas son las obras del SEÑOR! Todos los que se deleitan en él deberían considerarlas. Todo lo que él hace revela su gloria y majestad; su justicia nunca falla.   Salmo 111.2-3

Declarar, que las obras del Señor son asombrosas es reconocer que exceden lo normal, lo cotidiano, lo ordinario. Esa sola característica indica que tales obras merecen mayor consideración que aquello que se encuadra dentro de lo común.

Las características sobrenaturales que poseen estas obras deberían despertar la curiosidad incluso de las personas más indiferentes. No obstante, algunos vivimos en tal estado de adormecimiento que ni siquiera lo extraordinario logra conmovernos. Por esto, el salmista suma a su asombro lo que considera una inevitable conclusión: «Todos los que se deleitan en él deberían considerarlas».

El verbo «considerar» indica que estas obras deben ser examinadas con cuidado, estudiadas con detenimiento, analizadas no solamente con la mente, sino también con el corazón. Es precisamente porque contienen un elemento sobrenatural, que la mente carnal, mediante una mirada fugaz y apresurada, no podrá apreciar todos los elementos que contribuyen a que estas obras sean asombrosas.
¿A cuáles obras se refiere el salmista?
A lo largo del salmo sugiere al menos algunas de ellas. Él da alimento a todos los que le temen, porque es fiel al pacto que ha hecho con ellos (v. 5). Desplegó su gran poder al entregarle a su pueblo la tierra que les había prometido (v. 6). Porque es bueno y justo, ha dejado a su pueblo los mandamientos que requieren para vivir una vida de integridad (v. 7). Quien encamina su vida conforme a estos mandamientos descubre que son confiables y siempre señalan la verdad (v. 8). Pagó el rescate necesario por su pueblo y ha garantizado el pacto que hizo con ellos (v. 9).

Además de estas manifestaciones de la grandeza del Señor, podemos detenernos a examinar las maravillas de su creación, ya sea que se trate de las increíbles capacidades de la mente humana, la imponente majestuosidad de las montañas o la delicada belleza que posee el ala de una mariposa. Dondequiera que miremos encontraremos obras que invitan a que las examinemos con cuidado, para lograr una apreciación acabada de todo lo que comunican.

El estudio cuidadoso de sus obras no se realiza solamente para valorar los increíbles matices que posee cada una de ellas, sino también para conocer mejor a quien las ha realizado; pues el salmista declara que: “Todo lo que él hace revela su gloria y majestad”.

De esta manera, sus hechos también señalan el camino que podemos recorrer para conocerlo mejor. Requerirá de nosotros la disciplina mental y el esfuerzo necesarios para poder descubrir, más allá de lo que es inmediatamente aparente, los misterios de su persona, escondidos en cada una de sus obras.

Para pensar.
Vale la pena invertir tiempo y trabajo en el proceso de estudiar las obras del Señor. Pídele que te dé un espíritu de «santa curiosidad», para que puedas profundizar tu observación más allá de lo obvio. Esfuérzate por observar, con mucha atención, todo aquello que lleva la firma del Señor.

















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