Recurso adicional

Recurso adicional

Si necesitan sabiduría, pídansela a nuestro generoso Dios, y él se la dará; no los reprenderá por pedirla.   Santiago 1.5

Santiago nos llama a vivir con plenitud de gozo cada una de las situaciones adversas por las que atravesamos todos los días. Declara que «Dios bendice a los que soportan con paciencia las pruebas y las tentaciones, porque después de superarlas, recibirán la corona de vida que Dios ha prometido a quienes lo aman» (v. 12), y nos anima a buscar la forma de convertir cada dificultad en una oportunidad para crecer hacia nuestro pleno potencial en Cristo Jesús.


Existen situaciones, sin embargo, en que es posible que no contemos con todos los elementos necesarios para afrontar la crisis que tenemos por delante. Quizás se trate de un inexplicable revés en nuestras circunstancias, una inesperada pérdida que nos desconcierta o un golpe a nuestras vidas que ha hecho tambalear las estructuras de la fe.

Podría tratarse de las devastadoras pérdidas que sufrieron Job o José, el revés que le significó a David convertirse en un fugitivo o el abandono de los amigos que experimentó Jesús en su hora de mayor necesidad.

Tales pruebas son tan intensas que tienden a dejarnos desconcertados, y las respuestas normales que nos han servido en otras dificultades ahora no dejan el mismo fruto. Ante situaciones como esta, Santiago nos anima a recurrir a Dios para pedirle sabiduría.

La sabiduría es la combinación de la inteligencia con la madurez espiritual, aquella cualidad que nos permite actuar con singular aplomo en situaciones en las que la gran mayoría tambalea.

Toda sabiduría procede de lo alto, y es por ello que Santiago nos orienta a acercarnos a Dios con toda confianza, porque el Señor es generoso a la hora de responder a sus hijos.

Advierte, sin embargo, que nuestro pedido de sabiduría debe realizarse en un espíritu de absoluta convicción en la bondad de Dios. «Cuando se la pidan, asegúrense de que su fe sea solamente en Dios, y no duden, porque una persona que duda tiene la lealtad dividida y es tan inestable como una ola del mar que el viento arrastra y empuja de un lado a otro. Esas personas no deberían esperar nada del Señor; su lealtad está dividida entre Dios y el mundo, y son inestables en todo lo que hacen» (vv. 6-8).

La persona de lealtades divididas no posee firmeza en su compromiso de actuar conforme a los principios del reino en medio de la prueba. No se atreve a afirmar, como lo hizo Job: «Hasta que muera, no abandonaré mi integridad» (27.5, NBLH).
Esta persona pide sabiduría, pero lo que hará una vez que la reciba lo decidirá más adelante. Cuando clamemos por sabiduría, porque nuestro anhelo más profundo es hacer lo que le agrada a Dios, entonces podremos estar seguros de que el Señor se apresurará a proveernos la luz que necesitamos.

Para pensar.
Es posible que la respuesta sabia del Señor no sea más que una palabra: «espera», o una frase: «confía en mí». No siempre arroja luz sobre la situación particular que estamos enfrentando, sino que nos orienta a la postura más apropiada frente a la prueba.

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