Intérpretes de profecías

Intérpretes de profecías          

Al oir esto, el rey Herodes se turbó, y toda Jerusalén con él. Y, habiendo convocado a todos los principales sacerdotes y escribas del pueblo, les preguntó dónde había de nacer el Cristo. Ellos le respondieron: En Belén de Judea, porque así fue escrito por el profeta. Mateo 2.3–5

La llegada de los hombres sabios del oriente conmocionó a Jerusalén. Ellos venían movidos por una revelación de la que ninguna de las figuras importantes de aquella ciudad estaban enterados. Además de esto, hablaban de algo realmente preocupante: el nacimiento de un nuevo rey para los judíos. Alarmado, el rey Herodes buscó quién le explicara lo que estaba pasando y fueron convocados los entendidos de las Escrituras.



El incidente en el palacio de Herodes debe servirnos de lección. Los principales sacerdotes y escribas del pueblo no dudaron en proveerle rápidamente la respuesta que necesitaba. Conocían perfectamente la profecía de Miqueas que decía que el Cristo iba a nacer en Belén. Seguramente habían estudiado minuciosamente el texto, como es la costumbre de aquellos cuya vida espiritual es vivida mayormente en el plano de lo intelectual. Habrían analizado exhaustivamente las diferentes posibilidades que encerraba la declaración del profeta. Hasta es posible que existieran diferentes «escuelas» de interpretación.



Los que decían que iba a nacer en Belén; los que decían que iba a desarrollar su ministerio en Belén o los que afirmaban que Belén tenía solamente un sentido simbólico que representaba la tribu de la cual saldría el Mesías.



Lo interesante del texto de hoy es que a pesar del conocimiento exacto y acabado de los textos que se referían a la llegada del Enviado, ¡ninguno de los entendidos en el tema estaba enterado de que el acontecimiento ya había ocurrido!



Existe en este tiempo un renovado interés en las profecías bíblicas sobre los últimos tiempos. Muchos estudiosos analizan con cuidado cada texto e intentan descifrar los detalles escondidos en el mensaje bíblico. Mientras se dedican a esto, observan expectantes cada acontecimiento del mundo, para ver si pueden ver el cumplimiento de algunos de los textos que tan bien conocen.



Los más atrevidos hacen afirmaciones categóricas acerca de la reconstrucción del templo, el anticristo y la identidad exacta de Gog y Magog.



Al igual que los principales sacerdotes y escribas, estar distraídos en el análisis de los textos bíblicos les robará la posibilidad de participar realmente de los acontecimientos espirituales a su alrededor. ¿Por qué? Porque es inevitable que de tanto estudio acabemos por dar rienda suelta a nuestra imaginación, elaborando nuestra propia «película» de cómo van a ser los acontecimientos finales.



El cuadro que construyamos con tanto cuidado será el encargado de producir en nosotros la ceguera que no permitirá ver los eventos cuando ocurran. Estaremos buscando lo que creemos haber descubierto en la Escritura y descartaremos lo que no se ajuste a esta visión.



Fue por esto que los sacerdotes y escribas acabaron dando muerte a Cristo. Sus conceptos de lo que debía ser el Mesías, apoyado en muchos textos del Antiguo Testamento, no les permitían ver al verdadero Cristo, aunque lo tenían delante de sus narices.

Para pensar:

Para nosotros, es bueno saber que las cosas en el mundo espiritual rara vez son como lo que vemos. Nos basta con adorar al Señor con la escasa luz que tenemos.

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