Hacia cosas mayores

Hacia cosas mayores

La futura gloria de este templo será mayor que su pasada gloria, dice el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales, y en este lugar, traeré paz. ¡Yo, el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales, ¡he hablado!   Hageo 2.9

El templo que construyó Salomón se había convertido en una de las glorias de la antigüedad. Personas de todas las naciones habían viajado para ver la asombrosa belleza de aquel lugar. Ahora, sin embargo, yacía en medio de los escombros y el abandono, que habían resultado de su destrucción por parte de los babilonios.

El Señor deseaba motivarlos a la construcción de un nuevo templo. Lo que tenía en mente, sin embargo, era algo infinitamente más bello que aquella maravilla arquitectónica que construyó Salomón. En el marco de esta visión comparte con ellos el texto que hoy leemos: «La gloria postrera de esta casa será mayor que la primera» (Hageo 2:9, NBLH).

Entiendo que la gloria a la que se refiere el Señor no se relaciona con la belleza de la construcción, pues el templo que levantaron los judíos que habían vuelto del exilio fue mucho más modesto que el anterior. Pero un día, el Cristo llenaría el templo con la gloria de su presencia, el mismísimo Hijo de Dios caminando entre los hombres.
La importancia del texto es que existe una tendencia en nosotros, como seres humanos, a desperdiciar energías intentando recuperar la gloria de tiempos pasados.

Lo he observado en especial en grupos que vivieron momentos de profundo avivamiento. Sus cultos fueron memorables y la presencia del Señor claramente se percibía en cada encuentro. Con el pasar de los años y las décadas, sin embargo, ese fuego se perdió.

El recuerdo de aquella gloria conduce, muchas veces, a buscar de qué forma se puede volver a experimentar lo mismo. En cada prédica y encuentro no se deja pasar la oportunidad de mencionar lo notorios que fueron aquellos días. Vivir de los recuerdos, sin embargo, solamente sirve para incrementar la frustración con la presente mediocridad.

Para los más jóvenes se vuelve un fastidio escuchar a sus mayores siempre hablando de personas y eventos que ellos no conocieron de primera mano.
El Señor desea que recordemos el pasado para celebrar su intervención bondadosa en nuestra vida, pero nuestra mirada siempre tiene que estar puesta firmemente en lo que viene por delante. El futuro, desde la perspectiva de Dios, siempre será más glorioso que los tiempos pasados. Es por esto por lo que Jesús no duda en decirles a sus discípulos: «Todo el que crea en mí hará las mismas obras que yo he hecho y aún mayores, porque voy a estar con el Padre» (Juan 14.12).

Imitemos el ejemplo de Pablo: «Olvido el pasado y fijo la mirada en lo que tengo por delante, y así avanzo hasta llegar al final de la carrera para recibir el premio celestial al cual Dios nos llama por medio de Cristo Jesús» (Filipenses 3.13-14).

Para pensar.
«No recuerden las cosas anteriores ni consideren las cosas del pasado. Yo hago algo nuevo, Ahora acontece; ¿no lo perciben? Aun en los desiertos haré camino y ríos en los lugares desolados». Isaías 43.18-19 NBLH

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