Transformacion

Transformación
El Espíritu del SEÑOR Soberano está sobre mí, porque el SEÑOR me ha ungido para llevar buenas noticias a los pobres. Isaías 61.1
 
El pasaje que proclama el inicio del ministerio público de Jesús marca, con trazos magníficos, la increíble envergadura de la transformación que propone lograr en aquellos que escogen responder a su invitación a la vida.
Cuando lo leo, me resulta asombroso que, por momentos, dude del poder del Señor para obrar un cambio profundo en aquellas personas que, a mi entender, «no tienen arreglo».
No obstante, mi vergonzosa incredulidad, al Mesías no lo intimida la magnitud de los problemas que enfrenta el ser humano.
Existen al menos tres formas en que podemos apreciar la profundidad del impacto que él puede causar.

En primer lugar
Podemos elaborar una lista de la clase de personas a quienes puede tocar con su ministerio. Allí están los que sufren penurias económicas, los de corazón quebrantado, los cautivos, los prisioneros, los que viven atrapados en el lamento, los que yacen entre las cenizas, los que están vestidos de luto o han quedado atrapados en la desesperación.
Todas estas personas comparten una característica en común: son parte de un pueblo que sufre, y el Mesías llega para traer alivio a los que padecen toda clase de aflicción.
 
¿Puedes pensar en alguna persona cuya condición no esté incluida en esta lista?
Cristo está interesado en acercarse a las personas que sufren, con la Buena Noticia de una vida totalmente diferente a la que padecen en estos tiempos. Estas personas que son como ovejas sin pastor, rodeadas de lobos rapaces, conmueven lo más profundo de su ser. El Señor las mira a ellas con compasión y llega para traer el alivio necesario para curar sus heridas.

La segunda manera
Es la que podemos dimensionar el poder de su ministerio consiste en enfocar nuestra mirada en las acciones que llevará a cabo a favor de esta multitud de afligidos. Él viene a consolar, a proclamar libertad, a anunciar el tiempo favorable del Señor, a dar una corona de belleza, una gozosa bendición, una festiva alabanza, a hacer justicia, a ungir a esta multitud como sacerdotes del Señor. Los olvidados de la tierra, aquellos a quienes el mundo pasa por alto, serán los escogidos para ministrar en nombre del Dios que creó el universo y todo lo que en él habita.
 
La tercera forma
Es la que podamos apreciar la magnífica transformación del ministerio de Cristo consiste en describir las acciones que esta multitud de desgraciados realizarán una vez que hayan sido sanados. Según Isaías, los que antes apenas lograban sobrevivir de un día para otro, ahora se han convertido en enormes robles que proclaman la gloria del Señor.
Ellos reconstruyen, reparan, resucitan, plantan y cultivan. Es decir, se han convertido en personas que reproducen en otros la magnífica transformación que han experimentado por el accionar de Cristo en su propia vida.

Para pensar:
Quisiera animarte a que, en este día, vuelvas a creer que Cristo puede hacer una diferencia en la vida de esa persona por la que dejaste de orar hace mucho tiempo. Pídele perdón al Señor por ponerle límites a lo que él puede hacer. Comienza otra vez a orar por ese milagro ¡que solamente Jesús puede hacer!

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