Ayuno Dia 4
Dia 4
Temporadas agotadoras
8 Entonces Elías se levantó, comió y bebió. Esa comida le dio fuerzas para viajar durante cuarenta días y cuarenta noches, hasta que llegó al monte Horeb, que es el monte de Dios. 9 Allí encontró una cueva y se quedó a pasar la noche. Pero Dios le habló de nuevo y le preguntó:
—¿Qué estás haciendo acá, Elías?
10 Él contestó:
—Yo me he preocupado mucho por obedecerte, pues tú eres el Dios todopoderoso. El pueblo de Israel ha abandonado el pacto que tiene contigo, ha destruido tus altares y ha matado a tus profetas. Sólo yo estoy vivo, pero me están buscando para matarme.
11 Entonces Dios le dijo:
—Sal afuera de la cueva y párate delante de mí, en la montaña.
En ese momento Dios pasó por ahí, y de inmediato sopló un viento fuerte que estremeció la montaña, y las piedras se hicieron pedazos. Pero Dios no estaba en el viento. Después del viento hubo un terremoto. Pero Dios tampoco estaba en el terremoto. 12 Después del terremoto hubo un fuego. Pero Dios tampoco estaba en el fuego. Después del fuego se oyó el ruido delicado del silencio.1 Reyes 19:8-12 TLA
No sé tú, pero cuando pasamos por una temporadas agotadoras, podemos ponernos bastante gruñones e irracionales. Esos son momentos que, tenemos que aprender a darnos un tiempo para poder calmarse antes de hacer una escena!
Y ahí es exactamente donde encontramos al profeta Elías en este pasaje. Acababa de salir de una temporada de experiencias ministeriales dramáticas y agotadoras, ¡y estaba deshecho! Se dirigió a una cueva oscura donde se escondió completamente solo, básicamente dándose "un tiempo". O eso creía.
"¿Por qué estás aquí?" La voz de Dios resonó en las sombras. Dios sabía exactamente por qué estaba allí. Pero tal vez Elías no. Así que con esas cuatro simples palabras, Dios lo invitó a desahogarse del dolor que lo agobiaba. Y cuando el profeta empezó a hablar, las compuertas emocionales se abrieron, y todas sus preocupaciones más profundas se derramaron. Elías, un gran hombre de oración, utilizado por Dios para realizar prodigios y maravillas, era también un ser humano, como tú y como yo. Vulnerable a las mismas mentiras, miedos y debilidades que cualquier otra persona.
En la quietud de la cueva, al final del discurso de Elías, Dios extendió otra invitación. "Párate y espérame". Y así lo hizo. Mientras esperaba, el dramático despliegue de viento, terremoto y fuego que rugió a su paso pudo haber sido exactamente lo que Elías esperaba, pero Dios quería que supiera que Él no estaba en nada de eso. Después de que el caos se calmó, suave y tenuemente, llegó un suave susurro. Los susurros requieren proximidad para ser escuchados. Y en ese momento, Dios atrajo al cansado profeta a un momento privado de conexión con las palabras que necesitaba escuchar para poder entrar en su siguiente misión.
Dios también nos invita a ti y a mí. Pero muchas veces, no podemos oírle por encima del caos y el ruido de la vida. Nos cansamos, nos agotamos y queremos rendirnos. Incluso empezamos a creer en mentiras que crean distancia en nuestra relación con Dios. Él nos ama demasiado como para dejarnos en ese estado. Es hora de aceptar la invitación de Dios, retirándonos a un lugar tranquilo y esperando a que Dios salga a nuestro encuentro con un susurro.
Para pensar:
¿Cómo sería para ti "darte un tiempo" para poder escuchar el susurro de Dios?
Oración:
Dios, gracias por invitarme a conectarme contigo de un modo más profundo. Quiero eliminar el ruido y las distracciones que me alejan de ti. Ayúdame a encontrar formas en la que pueda escucharte claramente en mi vida.
La palabra nos dice hoy: Juan 17:17 NTV Hazlos santos con tu verdad; enséñales tu palabra, la cual es verdad.
Temporadas agotadoras
8 Entonces Elías se levantó, comió y bebió. Esa comida le dio fuerzas para viajar durante cuarenta días y cuarenta noches, hasta que llegó al monte Horeb, que es el monte de Dios. 9 Allí encontró una cueva y se quedó a pasar la noche. Pero Dios le habló de nuevo y le preguntó:
—¿Qué estás haciendo acá, Elías?
10 Él contestó:
—Yo me he preocupado mucho por obedecerte, pues tú eres el Dios todopoderoso. El pueblo de Israel ha abandonado el pacto que tiene contigo, ha destruido tus altares y ha matado a tus profetas. Sólo yo estoy vivo, pero me están buscando para matarme.
11 Entonces Dios le dijo:
—Sal afuera de la cueva y párate delante de mí, en la montaña.
En ese momento Dios pasó por ahí, y de inmediato sopló un viento fuerte que estremeció la montaña, y las piedras se hicieron pedazos. Pero Dios no estaba en el viento. Después del viento hubo un terremoto. Pero Dios tampoco estaba en el terremoto. 12 Después del terremoto hubo un fuego. Pero Dios tampoco estaba en el fuego. Después del fuego se oyó el ruido delicado del silencio.1 Reyes 19:8-12 TLA
No sé tú, pero cuando pasamos por una temporadas agotadoras, podemos ponernos bastante gruñones e irracionales. Esos son momentos que, tenemos que aprender a darnos un tiempo para poder calmarse antes de hacer una escena!
Y ahí es exactamente donde encontramos al profeta Elías en este pasaje. Acababa de salir de una temporada de experiencias ministeriales dramáticas y agotadoras, ¡y estaba deshecho! Se dirigió a una cueva oscura donde se escondió completamente solo, básicamente dándose "un tiempo". O eso creía.
"¿Por qué estás aquí?" La voz de Dios resonó en las sombras. Dios sabía exactamente por qué estaba allí. Pero tal vez Elías no. Así que con esas cuatro simples palabras, Dios lo invitó a desahogarse del dolor que lo agobiaba. Y cuando el profeta empezó a hablar, las compuertas emocionales se abrieron, y todas sus preocupaciones más profundas se derramaron. Elías, un gran hombre de oración, utilizado por Dios para realizar prodigios y maravillas, era también un ser humano, como tú y como yo. Vulnerable a las mismas mentiras, miedos y debilidades que cualquier otra persona.
En la quietud de la cueva, al final del discurso de Elías, Dios extendió otra invitación. "Párate y espérame". Y así lo hizo. Mientras esperaba, el dramático despliegue de viento, terremoto y fuego que rugió a su paso pudo haber sido exactamente lo que Elías esperaba, pero Dios quería que supiera que Él no estaba en nada de eso. Después de que el caos se calmó, suave y tenuemente, llegó un suave susurro. Los susurros requieren proximidad para ser escuchados. Y en ese momento, Dios atrajo al cansado profeta a un momento privado de conexión con las palabras que necesitaba escuchar para poder entrar en su siguiente misión.
Dios también nos invita a ti y a mí. Pero muchas veces, no podemos oírle por encima del caos y el ruido de la vida. Nos cansamos, nos agotamos y queremos rendirnos. Incluso empezamos a creer en mentiras que crean distancia en nuestra relación con Dios. Él nos ama demasiado como para dejarnos en ese estado. Es hora de aceptar la invitación de Dios, retirándonos a un lugar tranquilo y esperando a que Dios salga a nuestro encuentro con un susurro.
Para pensar:
¿Cómo sería para ti "darte un tiempo" para poder escuchar el susurro de Dios?
Oración:
Dios, gracias por invitarme a conectarme contigo de un modo más profundo. Quiero eliminar el ruido y las distracciones que me alejan de ti. Ayúdame a encontrar formas en la que pueda escucharte claramente en mi vida.
La palabra nos dice hoy: Juan 17:17 NTV Hazlos santos con tu verdad; enséñales tu palabra, la cual es verdad.
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