Trabajo esforzado

Trabajo esforzado
 
Y saben que tratamos a cada uno como un padre trata a sus propios hijos. Les rogamos, los alentamos y les insistimos que lleven una vida que Dios considere digna.   1 Tesalonicenses 2.11-12
 
La relación del apóstol Pablo con la iglesia que fundó en Tesalónica parece haber sido especialmente tierna. En su carta da testimonio de la clase de relación que entabló con ellos, apelando a las figuras de una familia para describir las cualidades de ese trato. «Fuimos como niños entre ustedes» (v. 7), por la inocencia con que se movieron, no deseando sacar ningún provecho del hecho de ser apóstoles. También se relacionó con ellos «como una madre que cría con ternura a sus propios hijos» (v. 7, NBLH).
 
En el texto de hoy, el apóstol emplea la analogía de un padre, y menciona tres actividades puntuales que realizaron con el objetivo de que vivieran una vida que Dios considera digna. De esta manera, dejó en claro que la aprobación de sus vidas no debía proceder de su propia evaluación, sino de la apreciación que pudiera realizar el Señor.
 
Las tres actividades que desempeñó el apóstol cuando estaba con ellos, nos dan una clara idea del esfuerzo que encierra la tarea de hacer discípulos. Se trata de algo mucho más complejo que la simple transmisión de algunas verdades básicas acerca de la fe cristiana. De hecho, el esfuerzo es comparable con el arduo trabajo de formar a nuestros propios hijos; un proyecto que se extiende a lo largo de muchos años y que exige poner en práctica una variedad de dinámicas a medida que ellos van creciendo.
 
Parte del trabajo de Pablo con los hermanos de Tesalónica consistió en hacerles algunos «ruegos». El término implica un insistente llamado a responder a la verdad con una acción concreta. Algunas versiones optan por utilizar el verbo «exhortar» para comunicar la seriedad de este llamado. El hecho es que siempre resulta más sencillo comprender una verdad solo con la mente, que ponerla por obra. La exhortación es un llamado a vivir conforme a las convicciones que confesamos.
 
A su tarea el apóstol le suma el aliento, y qué agradecido que estoy que lo haya mencionado. Algunos líderes y padres creen que la única forma de motivar a los que están formando se limita a señalar lo que están haciendo mal. Esto invariablemente conduce a la frustración, porque la persona comienza a sentir que sin importar lo que haga, nunca dará con la talla de lo esperado. Nuestro llamado, sin embargo, consiste en celebrar y reconocer cada acierto en la vida de las otras personas, también en consolarlas cuando cometen errores y animarlas a que vuelvan a intentar lo que no lograron la primera vez.
 
Por último, Pablo menciona que también empleó la insistencia. El término, en griego, proviene de la misma raíz que «testificar». Entiendo por esto que Pablo reforzaba sus argumentos a favor de ciertos tipos de conducta, apelando al testimonio incontrovertible de quienes los habían precedido en la fe. Sus ejemplos debían servir como inspiración, para que los discípulos creyeran que ellos también eran capaces de alcanzar esas mismas alturas.
 
Para pensar.
«Es por eso que trabajo y lucho con tanto empeño, apoyado en el gran poder de Cristo que actúa dentro de mí».
Colosenses 1.29 NTV

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