Dios en acción
Dios en acción
Yo soy el SEÑOR. Te libertaré de la opresión que sufres y te rescataré de tu esclavitud en Egipto. Te redimiré con mi brazo poderoso y con grandes actos de juicio. Te tomaré como pueblo mío y seré tu Dios. Entonces sabrás que yo soy el SEÑOR tu Dios, quien te ha librado de la opresión de Egipto. Te llevaré a la tierra que juré dar a Abraham, a Isaac y a Jacob; te la daré a ti como tu posesión exclusiva. ¡Yo soy el SEÑOR! Éxodo 6.6-8
El primer intento de Moisés por convencer al faraón de que dejara ir a Israel tuvo resultados catastróficos. Despertó la furia del monarca, quien decidió duplicar la carga de trabajo del pueblo de Dios mientras le restringía la materia prima que requería para su labor. Los israelitas no tardaron en señalar a Moisés como el culpable de este nuevo infortunio.
En ese contexto de desánimo, Dios le dice lo que leemos en el texto de hoy. Observamos que la frase «Yo soy el Señor» se repite tres veces. Si nos concentramos en repetir, en medio de cualquier crisis que nos toque atravesar, que «Él es el Señor», comprobaremos rápidamente que el desánimo y el temor huyen. La declaración posee poder para disipar las tinieblas, porque consiste en algo más que palabras. Es la afirmación de la soberanía absoluta que le permite al Señor ubicarse por encima de todo problema, apuro, revés, infortunio, tribulación u obstáculo. Nada empaña el ejercicio de su dominio sobre todas las cosas.
Cuando leo el texto, también me saltan a la vista los verbos que resumen el compromiso del Señor hacía su pueblo: «te libertaré», «te rescataré», «te redimiré», «te tomaré», «te llevaré» y «te daré».
¡Qué maravillosa declaración de intención!
¡Qué admirable descripción de la seriedad del proyecto de Dios hacia su pueblo!
Encierra todas las etapas en el increíble proceso de transformación que él obra en la vida de quienes hemos respondido a la invitación de ser parte de su pueblo.
Al leer esta lista, no podemos dejar de asombrarnos frente al hecho de que Dios estará presente en cada etapa de nuestro peregrinaje hacia la «Tierra Prometida». No habrá ocasión en la que se ausente, o retire su mano amorosa de nuestra vida. Seguirá trabajando en nosotros con singular devoción, para echar por tierra las condiciones que atentan contra la plenitud de vida que nos ofrece.
•Nos sacará de nuestra prisión (te libertaré).
•Nos salvará de aquello que nos oprime (te rescataré).
•Pagará el precio por nuestra libertad (te redimiré).
•Asumirá un pacto eterno con nosotros (te tomaré).
•Nos conducirá por los senderos de la vida (te llevaré).
•Nos regalará vida, y vida en abundancia (te daré).
Para pensar.
«Bendice, alma mía, al SEÑOR, Y bendiga todo mi ser Su santo nombre. Bendice, alma mía, al SEÑOR, Y no olvides ninguno de Sus beneficios. Él es el que perdona todas tus iniquidades, El que sana todas tus enfermedades; El que rescata de la fosa tu vida, El que te corona de bondad y compasión; El que colma de bienes tus años, Para que tu juventud se renueve como el águila». Salmo 103.1-5 NBLH
Yo soy el SEÑOR. Te libertaré de la opresión que sufres y te rescataré de tu esclavitud en Egipto. Te redimiré con mi brazo poderoso y con grandes actos de juicio. Te tomaré como pueblo mío y seré tu Dios. Entonces sabrás que yo soy el SEÑOR tu Dios, quien te ha librado de la opresión de Egipto. Te llevaré a la tierra que juré dar a Abraham, a Isaac y a Jacob; te la daré a ti como tu posesión exclusiva. ¡Yo soy el SEÑOR! Éxodo 6.6-8
El primer intento de Moisés por convencer al faraón de que dejara ir a Israel tuvo resultados catastróficos. Despertó la furia del monarca, quien decidió duplicar la carga de trabajo del pueblo de Dios mientras le restringía la materia prima que requería para su labor. Los israelitas no tardaron en señalar a Moisés como el culpable de este nuevo infortunio.
En ese contexto de desánimo, Dios le dice lo que leemos en el texto de hoy. Observamos que la frase «Yo soy el Señor» se repite tres veces. Si nos concentramos en repetir, en medio de cualquier crisis que nos toque atravesar, que «Él es el Señor», comprobaremos rápidamente que el desánimo y el temor huyen. La declaración posee poder para disipar las tinieblas, porque consiste en algo más que palabras. Es la afirmación de la soberanía absoluta que le permite al Señor ubicarse por encima de todo problema, apuro, revés, infortunio, tribulación u obstáculo. Nada empaña el ejercicio de su dominio sobre todas las cosas.
Cuando leo el texto, también me saltan a la vista los verbos que resumen el compromiso del Señor hacía su pueblo: «te libertaré», «te rescataré», «te redimiré», «te tomaré», «te llevaré» y «te daré».
¡Qué maravillosa declaración de intención!
¡Qué admirable descripción de la seriedad del proyecto de Dios hacia su pueblo!
Encierra todas las etapas en el increíble proceso de transformación que él obra en la vida de quienes hemos respondido a la invitación de ser parte de su pueblo.
Al leer esta lista, no podemos dejar de asombrarnos frente al hecho de que Dios estará presente en cada etapa de nuestro peregrinaje hacia la «Tierra Prometida». No habrá ocasión en la que se ausente, o retire su mano amorosa de nuestra vida. Seguirá trabajando en nosotros con singular devoción, para echar por tierra las condiciones que atentan contra la plenitud de vida que nos ofrece.
•Nos sacará de nuestra prisión (te libertaré).
•Nos salvará de aquello que nos oprime (te rescataré).
•Pagará el precio por nuestra libertad (te redimiré).
•Asumirá un pacto eterno con nosotros (te tomaré).
•Nos conducirá por los senderos de la vida (te llevaré).
•Nos regalará vida, y vida en abundancia (te daré).
Para pensar.
«Bendice, alma mía, al SEÑOR, Y bendiga todo mi ser Su santo nombre. Bendice, alma mía, al SEÑOR, Y no olvides ninguno de Sus beneficios. Él es el que perdona todas tus iniquidades, El que sana todas tus enfermedades; El que rescata de la fosa tu vida, El que te corona de bondad y compasión; El que colma de bienes tus años, Para que tu juventud se renueve como el águila». Salmo 103.1-5 NBLH
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