La paja en el ojo ajeno
La paja en el ojo ajeno
¿Por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo? ¿O cómo dirás a tu hermano: «Déjame sacar la paja de tu ojo», cuando tienes la viga en el tuyo?
Mateo 7.3–4
La mayoría de las personas, cuando tienen un problema con otra persona, se centran en lo que esa persona hizo mal. Creemos que el problema va a mejorar si la otra persona cambia.
Jesús dijo que primero debo centrarme en mi propia debilidad y los cambios que necesito hacer. Esto no quiere decir que los que nos rodean no tienen defectos, vicios y pecado en su vida. Todos tenemos, pero a pesar de eso, Dios quiere que enfoquemos primero en lo que debemos hacer y cómo podemos y debemos cambiar.
Con el pasar de los años he entendido cada vez con mayor claridad que la crítica tiene que ver más con lo que hay en el corazón del que habla, que con la realidad del criticado.
El más falto de misericordia, critica lo que ve como falta de misericordia en otros.
El más legalista condena el legalismo que ve a su alrededor.
El impuntual se irrita y se ofende cuando otros le hacen esperar.
Es precisamente este elemento el que resalta Cristo.
La crítica procede de la persona que no ha tomado tiempo para examinar realmente su propia vida.
La basurita en el ojo de su hermano le resulta ofensiva y no ve que en su ojo hay una enorme viga. Por esta razón, su manera de ayudar al prójimo no produce un resultado positivo.
No tiene la claridad de visión para poder realizar una operación tan delicada como remover un grano de arena del ojo ajeno.
Además, Cristo revela en esta enseñanza esa tendencia en cada uno de nosotros de querer trabajar más en la vida de los demás que en la propia. Dallas Willard señala que «tenemos gran confianza en el poder que tiene la condenación para «enderezarle» la vida a los demás».
En el fondo, nos volcamos a la condenación porque hemos crecido en un mundo cuyo idioma es el de la condenación.
El creyente entendido sabe que no producirá cambios en la vida de nadie con las críticas. La corrección debe ser dada con firmeza, pero con un espíritu de mansedumbre «Hermanos, ustedes son guiados por el Espíritu de Dios. Por lo tanto, si descubren que alguien ha pecado, deben corregirlo con buenas palabras. Pero tengan cuidado de no ser tentados a hacer lo malo» (Gl 6.1- TLA).
La crítica no solamente es desagradable a los oídos, también deshonra al Señor con una actitud que no ama.
Siendo que hemos sido trasladados al reino, “No digan malas palabras. Al contrario, digan siempre cosas buenas, que ayuden a los demás a crecer espiritualmente, pues eso es muy necesario” (Ef 4.29 - TLA).
Para pensar:
Tome un momento para pensar en el hábito de criticar en su propia vida.
¿Qué cosas critica con mayor frecuencia?
¿Qué revela esto de su propio corazón?
¿Cómo puede manejar de forma diferente lo que ve mal en la vida de otros?
¿Por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo? ¿O cómo dirás a tu hermano: «Déjame sacar la paja de tu ojo», cuando tienes la viga en el tuyo?
Mateo 7.3–4
La mayoría de las personas, cuando tienen un problema con otra persona, se centran en lo que esa persona hizo mal. Creemos que el problema va a mejorar si la otra persona cambia.
Jesús dijo que primero debo centrarme en mi propia debilidad y los cambios que necesito hacer. Esto no quiere decir que los que nos rodean no tienen defectos, vicios y pecado en su vida. Todos tenemos, pero a pesar de eso, Dios quiere que enfoquemos primero en lo que debemos hacer y cómo podemos y debemos cambiar.
Con el pasar de los años he entendido cada vez con mayor claridad que la crítica tiene que ver más con lo que hay en el corazón del que habla, que con la realidad del criticado.
El más falto de misericordia, critica lo que ve como falta de misericordia en otros.
El más legalista condena el legalismo que ve a su alrededor.
El impuntual se irrita y se ofende cuando otros le hacen esperar.
Es precisamente este elemento el que resalta Cristo.
La crítica procede de la persona que no ha tomado tiempo para examinar realmente su propia vida.
La basurita en el ojo de su hermano le resulta ofensiva y no ve que en su ojo hay una enorme viga. Por esta razón, su manera de ayudar al prójimo no produce un resultado positivo.
No tiene la claridad de visión para poder realizar una operación tan delicada como remover un grano de arena del ojo ajeno.
Además, Cristo revela en esta enseñanza esa tendencia en cada uno de nosotros de querer trabajar más en la vida de los demás que en la propia. Dallas Willard señala que «tenemos gran confianza en el poder que tiene la condenación para «enderezarle» la vida a los demás».
En el fondo, nos volcamos a la condenación porque hemos crecido en un mundo cuyo idioma es el de la condenación.
El creyente entendido sabe que no producirá cambios en la vida de nadie con las críticas. La corrección debe ser dada con firmeza, pero con un espíritu de mansedumbre «Hermanos, ustedes son guiados por el Espíritu de Dios. Por lo tanto, si descubren que alguien ha pecado, deben corregirlo con buenas palabras. Pero tengan cuidado de no ser tentados a hacer lo malo» (Gl 6.1- TLA).
La crítica no solamente es desagradable a los oídos, también deshonra al Señor con una actitud que no ama.
Siendo que hemos sido trasladados al reino, “No digan malas palabras. Al contrario, digan siempre cosas buenas, que ayuden a los demás a crecer espiritualmente, pues eso es muy necesario” (Ef 4.29 - TLA).
Para pensar:
Tome un momento para pensar en el hábito de criticar en su propia vida.
¿Qué cosas critica con mayor frecuencia?
¿Qué revela esto de su propio corazón?
¿Cómo puede manejar de forma diferente lo que ve mal en la vida de otros?
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