Bienaventurado
¡Bienaventurado!
Cuán bienaventurado es el hombre que no anda en el consejo de los impíos, ni se detiene en el camino de los pecadores, ni se sienta en la silla de los escarnecedores.
Salmo 1.1 NBLH
Este salmo bien podría ser el prefacio al libro de los Salmos. Mediante un con- traste entre la vida del piadoso y la del impío, el Señor expone los beneficios que acompañan a quien se alinea con los principios que él ha compartido con
su pueblo. A esta persona se la designa ¡bienaventurada!
Ser bienaventurado se refiere a la alegría que resulta de estar bajo el favor de Dios. Por eso, la Nueva Traducción Viviente opta por la frase: «Qué alegría para los que no siguen el consejo de malos, ni andan con pecadores, ni se juntan con burlones».
Se trata de ese espíritu de celebración que acompaña a quienes disfrutan a diario de las más abundantes bendiciones de lo alto.
¿Quiénes son estas personas?
El salmista comienza describiendo primeramente aquello de lo que se abstienen y allí́ podemos observar algo muy interesante. Los tres verbos que emplea poseen una progresión: andar, detenerse y sentarse.
La persona estaba caminando, pero luego se detuvo y, finalmente, se sentó́.
•De un estado de movimiento pasa a un estado de inmovilidad.
•La acción de sentarse indica que no tiene intención, en el futuro inmediato, de volver a caminar.
Esta progresión no es accidental. Comunica de manera muy clara el proceso por el cual caemos en pecado.
•Quien anda caminando puede estar expuesto al pecado, pero su mismo movimiento no le permite quedar atrapado en él.
•Cuando se detiene, sin embargo, se expone de otra manera al entorno en el cual está. Y en el momento en que se sienta, queda en evidencia que ya está cómodo allí́.
Es la misma enseñanza que ofrece Santiago, cuando echa mano de la genial analogía del embarazo para explicar de qué manera se engendra un acto pecaminoso en nuestra vida (Santiago 1.14-15).
El pecado se inicia con una idea; si la misma no es descartada inmediatamente, la mente comienza a darle forma y eventualmente engendra una acción, que constituye la consumación del pecado.
El principio que se desprende de esta observación es que el pecado es el fruto de un proceso. Nadie cae repentinamente en pecado. El salmista dice que es bienaventurada la persona que está atenta a este proceso, para evitar sus malas consecuencias.
No juega con fuego. Sabe que ciertas cuestiones no le convienen, porque lo arrastrarán hacia otras de las cuales será́ mucho más difícil salir.
Es en ese primer paso donde se libran las batallas más eficaces contra el pecado.
•Cuando escojo no caminar con los impíos, estoy cerrando la puerta a la posibilidad de acomodarme a sus principios y construir mi vida basada en sus valores.
Para Pensar
¿Cómo convertimos en realidad este principio?
•Existen ciertas conversaciones de las cuales es mejor no participar.
•Existen ciertas imágenes sobre las cuales me conviene no hacer clic.
•Existen ciertos programas de televisión que no me conviene mirar.
•No se trata de una lista de prohibiciones, sino de la sabiduría que viene de saber que ciertos procesos, una vez iniciados, no pueden ser detenidos.
•La persona bienaventurada evita aquello que, indefectiblemente, lo va a conducir hacia el pecado.
Cuán bienaventurado es el hombre que no anda en el consejo de los impíos, ni se detiene en el camino de los pecadores, ni se sienta en la silla de los escarnecedores.
Salmo 1.1 NBLH
Este salmo bien podría ser el prefacio al libro de los Salmos. Mediante un con- traste entre la vida del piadoso y la del impío, el Señor expone los beneficios que acompañan a quien se alinea con los principios que él ha compartido con
su pueblo. A esta persona se la designa ¡bienaventurada!
Ser bienaventurado se refiere a la alegría que resulta de estar bajo el favor de Dios. Por eso, la Nueva Traducción Viviente opta por la frase: «Qué alegría para los que no siguen el consejo de malos, ni andan con pecadores, ni se juntan con burlones».
Se trata de ese espíritu de celebración que acompaña a quienes disfrutan a diario de las más abundantes bendiciones de lo alto.
¿Quiénes son estas personas?
El salmista comienza describiendo primeramente aquello de lo que se abstienen y allí́ podemos observar algo muy interesante. Los tres verbos que emplea poseen una progresión: andar, detenerse y sentarse.
La persona estaba caminando, pero luego se detuvo y, finalmente, se sentó́.
•De un estado de movimiento pasa a un estado de inmovilidad.
•La acción de sentarse indica que no tiene intención, en el futuro inmediato, de volver a caminar.
Esta progresión no es accidental. Comunica de manera muy clara el proceso por el cual caemos en pecado.
•Quien anda caminando puede estar expuesto al pecado, pero su mismo movimiento no le permite quedar atrapado en él.
•Cuando se detiene, sin embargo, se expone de otra manera al entorno en el cual está. Y en el momento en que se sienta, queda en evidencia que ya está cómodo allí́.
Es la misma enseñanza que ofrece Santiago, cuando echa mano de la genial analogía del embarazo para explicar de qué manera se engendra un acto pecaminoso en nuestra vida (Santiago 1.14-15).
El pecado se inicia con una idea; si la misma no es descartada inmediatamente, la mente comienza a darle forma y eventualmente engendra una acción, que constituye la consumación del pecado.
El principio que se desprende de esta observación es que el pecado es el fruto de un proceso. Nadie cae repentinamente en pecado. El salmista dice que es bienaventurada la persona que está atenta a este proceso, para evitar sus malas consecuencias.
No juega con fuego. Sabe que ciertas cuestiones no le convienen, porque lo arrastrarán hacia otras de las cuales será́ mucho más difícil salir.
Es en ese primer paso donde se libran las batallas más eficaces contra el pecado.
•Cuando escojo no caminar con los impíos, estoy cerrando la puerta a la posibilidad de acomodarme a sus principios y construir mi vida basada en sus valores.
Para Pensar
¿Cómo convertimos en realidad este principio?
•Existen ciertas conversaciones de las cuales es mejor no participar.
•Existen ciertas imágenes sobre las cuales me conviene no hacer clic.
•Existen ciertos programas de televisión que no me conviene mirar.
•No se trata de una lista de prohibiciones, sino de la sabiduría que viene de saber que ciertos procesos, una vez iniciados, no pueden ser detenidos.
•La persona bienaventurada evita aquello que, indefectiblemente, lo va a conducir hacia el pecado.
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