Ambiciones dañinas

Ambiciones dañinas

No hagan nada por egoísmo (rivalidad) o por vanagloria.   Filipenses 2.3 NBLH

El apóstol Pablo llama a los filipenses a vivir en la unidad que resulta de tener un mismo sentir, practicar un amor libre de excepciones, disfrutar de la comunidad que construye el Espíritu y trabajar para un mismo objetivo.

Esa meta debe ser la misma que guiaba el ministerio de Juan el Bautista: engrandecer a la persona de Cristo, buscando la forma de que nosotros pasemos desapercibidos.

En todos los ministerios y proyectos que conforman parte de la vida de la congregación local, el deseo de cada miembro del cuerpo debe ser señalar a Cristo con sus palabras, acciones y actitudes, como el principio y el fin de todas las cosas. Para que no quede ninguna duda al respecto, Pablo añade la exhortación que leemos en el texto de hoy: no hagan nada por egoísmo o vanagloria.

La palabra «egoísmo» posee interesantes connotaciones en el griego; originalmente se refería al jornalero que trabajaba por día. Estos trabajos frecuentemente eran motivo de airadas disputas entre los que aspiraban a ser contratados. Eventualmente, la palabra pasó a tener un sentido negativo. Se refiere a aquella persona cuyo único interés es el provecho personal que le puede sacar al trabajo, y describe una ambición inmoral. Es decir, se utiliza para designar a aquella persona que invierte lo mínimo e indispensable en el trabajo, porque solamente le interesa el beneficio que le pueda dar.

Pablo menciona este mismo espíritu cuando señala, en su carta a los gálatas, que uno de los frutos de la carne es la «ambición egoísta» (5.20, NTV).

También emplea el término cuando declara que Dios «derramará su ira y enojo sobre los que viven para sí mismos» (Romanos 2.8, NTV).

La vanagloria se refiere a un sentido de orgullo basado en una ilusión. Es decir, me jacto de algo que creo haber logrado con mi propio esfuerzo, cuando en realidad todo lo que poseo y todo lo que soy son producto de la gracia de Dios. En la Nueva Traducción Viviente se opta por traducir esta palabra con una frase que lo dice todo: «no traten de impresionar a nadie».

Pablo nos exhorta a no caer en ambiciones egoístas y vanagloria. Nuestro trabajo es el de extender el reino.

Para pensar.
Es importante hacernos diariamente un evaluó y corregir nuestros errores, no se trata de nosotros sino de Él

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