El pastor y sus ovejas
El pastor y sus ovejas
El portero le abre la puerta, y las ovejas reconocen la voz del pastor y se le acercan. Él llama a cada una de sus ovejas por su nombre y las lleva fuera del redil. Juan 10.3
La preciosa imagen que emplea Jesús para describir su propio ministerio está repleta de riquezas sobre las cuales vale la pena reflexionar.
En primer lugar,
Quisiera señalar que en los tiempos bíblicos el oficio de pastor no poseía las connotaciones románticas y exaltadas que posee en el lenguaje evangélico.
El pastor se dedicaba al más humilde de los oficios. Su tarea significaba largas horas de tedio mientras velaba por las ovejas que, en la mayoría de los casos, no le pertenecían.
Al escoger esta analogía, entonces, Jesús resalta que los caminos que ha escogido recorrer son los de aquel que sirve.
La segunda observación.
Es que las ovejas conocen su voz. En esa época el redil se empleaba para guardar las ovejas de varios pastores. Por la mañana, cada pastor se acercaba a sacar sus propias ovejas de la multitud de animales encerrados en el redil. La forma en que lo hacía era ubicándose a la puerta y llamándolas. Solamente las ovejas que estaban acostumbradas a la voz de ese pastor salían del redil.
Aunque resulte una obviedad, vale la pena señalar que el conocimiento de la voz del pastor es el resultado del tiempo que pasan con él. De manera que nada podrá otorgarnos esa sensibilidad a la voz de nuestro Pastor como el pasar mucho tiempo con él.
Una tercera observación
Se refiere al verbo «llamar». En el griego se emplea una palabra que implica una voz de mando, que sin ser un grito no deja de ser fuerte. La razón de este proceder es que la oveja, que es un animal tímido, tiende a resistirse a abandonar la seguridad del redil.
Allí se siente segura y no desea perder esa sensación, aunque el pastor la va a guiar a lugares de verdes pastos. Por esto, el pastor debe obligarla a abandonar el redil con una voz cargada de autoridad.
Nosotros también somos reacios a abandonar el bien que tenemos, para recibir algo mejor. En ocasiones, entonces, nuestro Pastor deberá presionarnos para que nos atrevamos a movernos hacia lo desconocido.
La última Observacion.
Es que el pastor conoce a cada oveja por su nombre. Para el que nunca se ha movido entre las ovejas, todas parecen ser iguales. Sin embargo, el pastor conocía las particularidades de cada animal y solía ponerles nombres. Así mismo tenemos que hacer con las personas que nos entrega el Señor, comenzando con las de nuestro hogar, acuérdate que Dios te entrego un sacerdocio...
Jesús nos ve y conoce el nombre de cada uno de nosotros, como también los más íntimos detalles de nuestras vidas.
Para pensar con agradecimiento.
Qué maravillosa sensación de bienestar nos produce, Señor, saber que tú eres nuestro Pastor. Gracias por ocuparte de nuestras vidas, por protegernos, por cuidarnos, por amarnos. Estar contigo es nuestro gozo.
El portero le abre la puerta, y las ovejas reconocen la voz del pastor y se le acercan. Él llama a cada una de sus ovejas por su nombre y las lleva fuera del redil. Juan 10.3
La preciosa imagen que emplea Jesús para describir su propio ministerio está repleta de riquezas sobre las cuales vale la pena reflexionar.
En primer lugar,
Quisiera señalar que en los tiempos bíblicos el oficio de pastor no poseía las connotaciones románticas y exaltadas que posee en el lenguaje evangélico.
El pastor se dedicaba al más humilde de los oficios. Su tarea significaba largas horas de tedio mientras velaba por las ovejas que, en la mayoría de los casos, no le pertenecían.
Al escoger esta analogía, entonces, Jesús resalta que los caminos que ha escogido recorrer son los de aquel que sirve.
La segunda observación.
Es que las ovejas conocen su voz. En esa época el redil se empleaba para guardar las ovejas de varios pastores. Por la mañana, cada pastor se acercaba a sacar sus propias ovejas de la multitud de animales encerrados en el redil. La forma en que lo hacía era ubicándose a la puerta y llamándolas. Solamente las ovejas que estaban acostumbradas a la voz de ese pastor salían del redil.
Aunque resulte una obviedad, vale la pena señalar que el conocimiento de la voz del pastor es el resultado del tiempo que pasan con él. De manera que nada podrá otorgarnos esa sensibilidad a la voz de nuestro Pastor como el pasar mucho tiempo con él.
Una tercera observación
Se refiere al verbo «llamar». En el griego se emplea una palabra que implica una voz de mando, que sin ser un grito no deja de ser fuerte. La razón de este proceder es que la oveja, que es un animal tímido, tiende a resistirse a abandonar la seguridad del redil.
Allí se siente segura y no desea perder esa sensación, aunque el pastor la va a guiar a lugares de verdes pastos. Por esto, el pastor debe obligarla a abandonar el redil con una voz cargada de autoridad.
Nosotros también somos reacios a abandonar el bien que tenemos, para recibir algo mejor. En ocasiones, entonces, nuestro Pastor deberá presionarnos para que nos atrevamos a movernos hacia lo desconocido.
La última Observacion.
Es que el pastor conoce a cada oveja por su nombre. Para el que nunca se ha movido entre las ovejas, todas parecen ser iguales. Sin embargo, el pastor conocía las particularidades de cada animal y solía ponerles nombres. Así mismo tenemos que hacer con las personas que nos entrega el Señor, comenzando con las de nuestro hogar, acuérdate que Dios te entrego un sacerdocio...
Jesús nos ve y conoce el nombre de cada uno de nosotros, como también los más íntimos detalles de nuestras vidas.
Para pensar con agradecimiento.
Qué maravillosa sensación de bienestar nos produce, Señor, saber que tú eres nuestro Pastor. Gracias por ocuparte de nuestras vidas, por protegernos, por cuidarnos, por amarnos. Estar contigo es nuestro gozo.
No Comments