Levantate

¡Levántate!

No estés al acecho frente a la casa del justo, ni ataques el lugar donde vive. Los justos podrán tropezar siete veces, pero volverán a levantarse. En cambio, basta una sola calamidad para derribar al perverso.   Proverbios 24.15-16

El texto de este proverbio contiene una advertencia para los pervertidos y malvados, los que están al acecho del justo o los que directamente lo atacan. El autor los anima a no perder el tiempo con sus maquinaciones porque al justo no se le puede derribar. Por más que caiga siete veces, volverá a ponerse en pie.

Quisiera considerarlo, sin embargo, desde la perspectiva nuestra, la de los que hemos sido declarados justos por la obra de Cristo a nuestro favor.

El autor posee una convicción inamovible de que resulta imposible tumbar a aquella persona que ha puesto su confianza en el Señor y busca caminar en sus sendas.

Su convicción resulta interesante porque tendemos a creer que lo que marca la diferencia en una persona que alcanza el éxito es lo favorable de las circunstancias del primero.

En el idioma del hombre de la calle, «tuvo la suerte de que la buena fortuna le sonrió». Aunque nosotros no creemos en la suerte, igualmente cedemos ante la tentadora idea de que a otros les va mejor en la vida que a nosotros porque gozan de algún favor especial de parte de Dios al cual, desafortunadamente, nosotros no tenemos acceso.

La verdad pasa por otro lado. Lo que marca la diferencia entre la persona de éxito y el que se quedó por el camino es que la primera posee esa tenacidad de intención que la impulsa a seguir intentando cuando otros deciden abandonar la carrera.

Sufre los mismos infortunios que nosotros y, en ocasiones, su vida transita por aún mayores adversidades que las nuestras. No obstante, estas personas siempre tienen la mirada puesta en lo que está por delante. Rehúsan habitar en el valle del lamento, y no pierden mucho tiempo llorando por los golpes que han sufrido.

Esto no quiere decir que no sienten los golpes de la vida con la misma intensidad que nosotros. En ocasiones ellos también luchan con el desánimo, la tristeza, la impotencia y el cansancio. La diferencia radica en que deciden volver a ponerse en pie, para seguir avanzando hacia la meta que el Señor les ha puesto por delante.

En medio de una difícil prueba un pastor amigo me envió una cita del reconocido escritor, John Piper: «Ocasionalmente llora por la vida que hubieras deseado. Haz duelo por tus pérdidas. Luego lávate la cara, y abrázate a la vida que tienes». La frase me recordó que hay un tiempo para llorar, pero ese tiempo no debe prolongarse ni un instante más de lo necesario. En algún momento debemos volver a ponernos en pie, confiados en que el Señor nos seguirá guiando hacia el hombre perfecto, en Cristo Jesús. Fijamos nuestra mirada en lo que está por delante y decidimos avanzar, confiados.

Par pensar
El éxito de una persona está en la perseverancia, confianza y llevar su sueno o visones convierta en un anéelo permanente...
«Cuando lleguen las tormentas de la vida, arrasarán con los perversos; pero los justos tienen un cimiento eterno». Proverbios 10.25




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