El hierro floto

«¿Dónde cayó? —le preguntó el profeta. El otro señaló el lugar. Entonces Eliseo cortó un palo, lo arrojó allí e hizo que el hacha saliera a flote.».
 2 Reyes 6:6
El hacha parecía estar irremediablemente perdida y, como era prestada, el prestigio de los hijos de los profetas se hallaba probablemente en peligro.
Como consecuencia, el nombre de su Dios iba a quedar comprometido. Contra lo que se esperaba, el hierro subió de las profundidades del río y flotó, pues lo que es imposible para los hombres es posible para Dios.
Conozco a un hombre en Cristo que hace solo unos años fue llamado a emprender una obra que estaba muy por encima de sus fuerzas. Parecía tan difícil que aun la simple idea de intentarla resultaba absurda. Sin embargo, se le llamó a ejecutarla y, al presentarse la ocasión, su fe se afirmo. Dios premió la fe de ese hombre, le envió una ayuda inesperada y el hierro flotó.
Otro, de la familia del Señor, estaba pasando por una grave apretura económica. Si hubiese podido vender cierta parte de sus bienes habría tenido con qué satisfacer todos sus compromisos, pero de la noche a la mañana se vio en un callejón sin salida y en vano fue en busca de sus amigos.
No obstante, su fe lo guio hacia el inefable Ayudador y, ¡he aquí que la dificultad desapareció y el hierro flotó! Otro estaba preocupado por un triste caso de corrupción. Ya había apelado a la enseñanza, a la reprensión, a la exhortación, a la invitación y a la intercesión, pero… todo en vano.
El viejo Adán era demasiado fuerte para el joven Melanchthon; el terco espíritu no quería ceder. Entonces luchó en oración y, al poco tiempo, le fue enviada del Cielo una bendita respuesta.
El corazón duro se quebrantó y flotó el hierro. Querido lector, ¿qué es lo que te desespera? ¿Qué asunto grave tienes que resolver hoy?
Tráelo aquí: el Dios de los profetas vive, y vive para ayudar a sus santos. Él no permitirá que carezcas de bien alguno. ¡Pon tu fe en el Señor de los Ejércitos!
Para pensar:
Acércate a él invocando el nombre de Jesús y el hierro flotará. Dentro de poco verás el dedo de Dios obrando maravillas por su pueblo: «Conforme a tu fe te sea hecho». Y el hierro flotará una vez más.      






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