Permanecer en Cristo
PERMANECER EN CRISTO
“Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, este lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.”
Juan 15:5
Jesús, en su último mensaje a sus discípulos antes de ir a la cruz, menciona once veces la palabra “permanecer”, la cual viene del griego “méno” que significa quedarse, algo perdurable y duradero. En este contexto se recalca la relación íntima, vital y perdurable con Dios. También significa perseverar, persistir, retener, vivir.
A manera de reflexión, si somos persistentes en las cosas temporales que nos dan una felicidad momentánea, cuánto más debemos insistir en buscar las cosas eternas. Realmente nuestra prioridad debe ser agradar y servir a Dios con todo lo que tenemos: cuerpo, alma y espíritu.
Es un problema de enfoque aquello en que nos concentramos más termina tomando todo nuestro tiempo, fuerza y vida, pero si nos concentramos en Cristo, en conocerle más, en agradarle viviendo como Él vivió, estamos permaneciendo en Él (1 Juan 2:5-6).
Permanecer en el SEÑOR es “compartir un rato” con Él, pasar tiempo con Él, vivir en Su presencia y alimentar los deseos que Él pone en nuestro corazón, porque esa es Su voluntad para nosotros. Él nos habla y pone deseos en nuestros corazones para que oremos y pidamos aquellas cosas que Él quiere darnos. Él será fiel en darnos nuestros deseos siempre que sean también Sus deseos y mientras permanezcamos en Él.
Son muchas las inversiones que hacemos hoy, con nuestro tiempo y recursos, con nuestras finanzas. Y no siempre obtendremos el retorno de la inversión que esperábamos, PERO … la inversión con la que podemos contar es pasar tiempo con Jesús, dejando que la Palabra de Dios penetre, renueve y transforme nuestros corazones, mentes y formas de ser y de vivir. Dios promete que su Palabra cumplirá todo lo que Él quiere, y prosperará dondequiera que la envíe.
Para pensar.
El permanecer en Cristo nos da los beneficios de este renovados, avivados, nos da agradecimiento, confianza y descanso.
“Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, este lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.”
Juan 15:5
Jesús, en su último mensaje a sus discípulos antes de ir a la cruz, menciona once veces la palabra “permanecer”, la cual viene del griego “méno” que significa quedarse, algo perdurable y duradero. En este contexto se recalca la relación íntima, vital y perdurable con Dios. También significa perseverar, persistir, retener, vivir.
A manera de reflexión, si somos persistentes en las cosas temporales que nos dan una felicidad momentánea, cuánto más debemos insistir en buscar las cosas eternas. Realmente nuestra prioridad debe ser agradar y servir a Dios con todo lo que tenemos: cuerpo, alma y espíritu.
Es un problema de enfoque aquello en que nos concentramos más termina tomando todo nuestro tiempo, fuerza y vida, pero si nos concentramos en Cristo, en conocerle más, en agradarle viviendo como Él vivió, estamos permaneciendo en Él (1 Juan 2:5-6).
Permanecer en el SEÑOR es “compartir un rato” con Él, pasar tiempo con Él, vivir en Su presencia y alimentar los deseos que Él pone en nuestro corazón, porque esa es Su voluntad para nosotros. Él nos habla y pone deseos en nuestros corazones para que oremos y pidamos aquellas cosas que Él quiere darnos. Él será fiel en darnos nuestros deseos siempre que sean también Sus deseos y mientras permanezcamos en Él.
Son muchas las inversiones que hacemos hoy, con nuestro tiempo y recursos, con nuestras finanzas. Y no siempre obtendremos el retorno de la inversión que esperábamos, PERO … la inversión con la que podemos contar es pasar tiempo con Jesús, dejando que la Palabra de Dios penetre, renueve y transforme nuestros corazones, mentes y formas de ser y de vivir. Dios promete que su Palabra cumplirá todo lo que Él quiere, y prosperará dondequiera que la envíe.
Para pensar.
El permanecer en Cristo nos da los beneficios de este renovados, avivados, nos da agradecimiento, confianza y descanso.
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