La profundidad de su misericordia
La profundidad de su misericordia
“Respóndeme, Jehová, porque benigna es tu misericordia; Mírame conforme a la multitud de tus piedades.” Salmos 69:16
¿Sobre qué base invocamos a Dios? ¿Qué derecho tenemos de acercarnos a su trono y de pedir ayuda? Si no sabemos la respuesta —si no está profundamente arraigada en nuestra alma-, es posible que tengamos una vida de oración estéril. Y si tenemos hambre espiritual, la falta de productividad nos causará molestia. Preguntaremos por qué.
Un obstáculo para la vida productiva de oración es acercarse a Dios sobre la base equivocada. Frecuentemente, en nuestra mente él es nuestro deudor, un Padre que está obligado a cuidarnos sin importar nuestra actitud. Es cierto que él cuidará de nosotros, pero no de acuerdo a nuestras especificaciones. El nos enderezará. Él nos enseñará a acercarnos a él con su verdadera naturaleza —amor y misericordia— en el primer plano de nuestra mente.
Aunque conocemos su gracia, frecuentemente nos confundimos. Llegamos a verlo más bien como indulgente y no como misericordioso.
Para pensar.
El clamor de David es un modelo de oración. Los hijos que creen que tienen derecho al favor de sus padres son una molestia, tanto para sus padres como para otros observadores. Peor que eso, nunca llegan a apreciar la generosidad de sus padres. La dan por sentado. Dios no permitirá que nos relacionemos con él de esa manera por mucho tiempo. Él no es indulgente con nosotros; él es misericordioso. Él ve la fealdad del pecado y nos ama de todas maneras. Se ha encargado de nuestra rebelión con dolor. Y luego nos bendice con la oración respondida. Cuando ores, conoce la profundidad de su misericordia y encontrarás su maravillosa respuesta .
“Respóndeme, Jehová, porque benigna es tu misericordia; Mírame conforme a la multitud de tus piedades.” Salmos 69:16
¿Sobre qué base invocamos a Dios? ¿Qué derecho tenemos de acercarnos a su trono y de pedir ayuda? Si no sabemos la respuesta —si no está profundamente arraigada en nuestra alma-, es posible que tengamos una vida de oración estéril. Y si tenemos hambre espiritual, la falta de productividad nos causará molestia. Preguntaremos por qué.
Un obstáculo para la vida productiva de oración es acercarse a Dios sobre la base equivocada. Frecuentemente, en nuestra mente él es nuestro deudor, un Padre que está obligado a cuidarnos sin importar nuestra actitud. Es cierto que él cuidará de nosotros, pero no de acuerdo a nuestras especificaciones. El nos enderezará. Él nos enseñará a acercarnos a él con su verdadera naturaleza —amor y misericordia— en el primer plano de nuestra mente.
Aunque conocemos su gracia, frecuentemente nos confundimos. Llegamos a verlo más bien como indulgente y no como misericordioso.
Para pensar.
El clamor de David es un modelo de oración. Los hijos que creen que tienen derecho al favor de sus padres son una molestia, tanto para sus padres como para otros observadores. Peor que eso, nunca llegan a apreciar la generosidad de sus padres. La dan por sentado. Dios no permitirá que nos relacionemos con él de esa manera por mucho tiempo. Él no es indulgente con nosotros; él es misericordioso. Él ve la fealdad del pecado y nos ama de todas maneras. Se ha encargado de nuestra rebelión con dolor. Y luego nos bendice con la oración respondida. Cuando ores, conoce la profundidad de su misericordia y encontrarás su maravillosa respuesta .
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