La adoración que bendice y transforma
La adoración que bendice y transforma
“En tu nombre se alegrará todo el día, Y en tu justicia será enaltecido. Porque tú eres la gloria de su potencia, Y por tu buena voluntad acrecentarás nuestro poder.” Salmos 89:16-17
Muchos de nosotros somos pesimistas por naturaleza. El vaso siempre está medio vacío, por lo menos medio, si no más. Vemos nuestras áreas de necesidad mucho más fácilmente que la forma en que Dios las ha suplido. Por supuesto que sabemos que él nos ha bendecido, pero no meditamos en esas bendiciones. Pensamos en lo que todavía falta para nuestra satisfacción.
Los que tenemos ese pesimismo por realidad raramente lo vemos por el pecado que es. Lo consideramos una de las excentricidades de nuestra naturaleza humana, una característica de la personalidad y no un problema espiritual. Sin embargo, es, de hecho, profundamente espiritual. Y es un verdadero problema. No reconoce la bondad de Dios tan frecuentemente
cómo debería hacerlo. Es la raíz del mismo pecado de quejarse que tanto enojó a Dios con los israelitas en el desierto.
Este salmo nos da la sabiduría para cambiar nuestras actitudes. Nos dice que lo adoremos, que reconozcamos verbalmente quién es él. Cuando lo hacemos, su presencia llega a ser una realidad más grande para nosotros, más grande de lo que alguna vez lo fue y más grande que todas las fuentes de nuestra insatisfacción. Los que aprenden a adorarlo aprenden la realidad del Dios de toda suficiencia. En pocas palabras, llegamos a ser criaturas gozosas. O, como lo dice el Salmista: En tu nombre nos alegramos todo el día.
Para pensar.
Los seres humanos tendemos a quedarnos atrapados en uno de dos ciclos: un ciclo hacia abajo de decepción, o un ciclo hacia arriba de bendición. Cuando nos enfocamos en las necesidades no suplidas, perdemos de vista la bondad de Dios y no estamos preparados para recibir más de ella. Cuando nos enfocamos en nuestras bendiciones, no solo nos sentimos más contentos, en realidad recibimos la mayor bendición de conocer a Dios. Esperamos recibir más y él se complace en dárselo a los que lo reconocen fielmente.
“En tu nombre se alegrará todo el día, Y en tu justicia será enaltecido. Porque tú eres la gloria de su potencia, Y por tu buena voluntad acrecentarás nuestro poder.” Salmos 89:16-17
Muchos de nosotros somos pesimistas por naturaleza. El vaso siempre está medio vacío, por lo menos medio, si no más. Vemos nuestras áreas de necesidad mucho más fácilmente que la forma en que Dios las ha suplido. Por supuesto que sabemos que él nos ha bendecido, pero no meditamos en esas bendiciones. Pensamos en lo que todavía falta para nuestra satisfacción.
Los que tenemos ese pesimismo por realidad raramente lo vemos por el pecado que es. Lo consideramos una de las excentricidades de nuestra naturaleza humana, una característica de la personalidad y no un problema espiritual. Sin embargo, es, de hecho, profundamente espiritual. Y es un verdadero problema. No reconoce la bondad de Dios tan frecuentemente
cómo debería hacerlo. Es la raíz del mismo pecado de quejarse que tanto enojó a Dios con los israelitas en el desierto.
Este salmo nos da la sabiduría para cambiar nuestras actitudes. Nos dice que lo adoremos, que reconozcamos verbalmente quién es él. Cuando lo hacemos, su presencia llega a ser una realidad más grande para nosotros, más grande de lo que alguna vez lo fue y más grande que todas las fuentes de nuestra insatisfacción. Los que aprenden a adorarlo aprenden la realidad del Dios de toda suficiencia. En pocas palabras, llegamos a ser criaturas gozosas. O, como lo dice el Salmista: En tu nombre nos alegramos todo el día.
Para pensar.
Los seres humanos tendemos a quedarnos atrapados en uno de dos ciclos: un ciclo hacia abajo de decepción, o un ciclo hacia arriba de bendición. Cuando nos enfocamos en las necesidades no suplidas, perdemos de vista la bondad de Dios y no estamos preparados para recibir más de ella. Cuando nos enfocamos en nuestras bendiciones, no solo nos sentimos más contentos, en realidad recibimos la mayor bendición de conocer a Dios. Esperamos recibir más y él se complace en dárselo a los que lo reconocen fielmente.
No Comments