Cuando se olvida

Cuando se olvida
 
Así son las sendas de todos los que se olvidan de Dios. Así perecerá la esperanza del impío, Porque es frágil su confianza, Y una tela de araña su seguridad. 
Job 8.13-14 NBLH

La telaraña es una de las extraordinarias maravillas de la creación de Dios. La compleja estructura construida con cientos de delicadas hebras posee una asombrosa simetría que difícilmente lograríamos nosotros si emprendiéramos el mismo proyecto.
Cuando los rayos del sol la iluminan, o queda cubierta por las gotas de una lluvia, podemos apreciar plenamente cuán asombrosa es esta creación.
La tela le sirve a la araña para atrapar los insectos de los cuales se alimenta. Cuando quedan atascados en los hilos de la tela no logran librarse, aun cuando luchen con todas sus fuerzas. Los científicos señalan que, en proporción, la densidad y la fuerza que poseen estos hilos es comparable a las del acero. Cada hebra es suficientemente robusta como para mantenerse intacta ante las desesperadas maniobras de un insecto por escapar de la telaraña. Pero si nosotros quisiéramos empujar con la mano la misma telaraña se rompería de inmediato, porque no ha sido construida para resistir semejante embate.
El libro de Job escoge este elemento de fragilidad para describir la confianza de la persona que se olvida de Dios. Su confianza se quiebra ante la primera señal de adversidad. El más pequeño de los problemas desata una tormenta de dudas, cuestionamientos y quejas hacia la persona de Dios.
La analogía me lleva a pensar en las muchas ocasiones en que la confianza en Dios que he declarado con tanto entusiasmo en una reunión de alabanza o estudio de la Palabra se esfuma apenas unas horas después cuando la vida me golpea con alguna crisis inesperada. En ocasiones, nuestra confianza ni siquiera nos acompaña hasta la puerta de salida de la reunión. Ni bien salimos del edificio volvemos al hábito de la preocupación que es parte de nuestra existencia cotidiana.

¿Qué podemos hacer para que nuestra confianza sea más robusta, para que resista las tormentas por las que indefectiblemente deberemos atravesar?
La respuesta que nos ofrece el texto de hoy es no olvidarnos de Dios. Es decir, nuestra mente debe ocuparse constantemente en deleitarse en su persona y reflexionar sobre las muchas maravillas que ha obrado en nuestro medio. Este ejercicio de meditar sobre quién es Dios alimenta nuestra confianza y le da la fuerza necesaria para que se mantenga intacta en medio de las situaciones más complejas.
¿Por qué es importante que nuestra confianza sea fuerte? Porque la confianza es la base sobre la que se construye una vida espiritual sana. Solamente logramos movernos en fe cuando existe una confianza que la sustenta. Nos atrevemos a creer lo imposible porque conocemos bien el corazón del Dios en quien hemos creído.
Por esto, es buena la disciplina de aprovechar bien el tiempo de cada día para orientar los pensamientos hacia el Señor. Aquella persona que logra deleitarse de continuo en el Señor será la que sigue avanzando aun cuando arrecian las peores tempestades.

Para pensar.
«No siempre podemos ver la mano de Dios, pero siempre podemos confiar en su corazón». Charles Spurgeon
 
 

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