Multiplicacion
Multiplicación
“Cuando alzó Jesús los ojos, y vio que había venido a él gran multitud, dijo a Felipe: ¿De dónde compraremos pan para que coman estos?”
Juan 6:5 RVR1960
Aveces te has sentido con pocas fuerzas, con pocos recursos, con poco tiempo, con poca fe. Tal vez ahora mismo te sientas así. Débil. Pequeño. Incapaz de sobrellevar las cargas que te rodean. Pero aun en esos momentos, puedes ver como tu fe cobra vigor y te mueve a poner lo poco que tienes en las manos del Señor. ¿Te sientes ahora así Necesitado del poder de Dios?
En tiempos de Jesús sabemos que muchos se acercaban a El porque esperaban de Él un milagro. Muchos de los que se acercan a Jesús hoy día hacen igual. A pesar de la dulzura y misericordia del Maestro, no quieren a Jesús, sino algo de Jesús. En nuestro pasaje, vemos que Jesús enseña a las multitudes, y pasando las horas la gente tiene hambre.
Jesús pone a prueba la fe de Sus discípulos y les pregunta:
«¿De dónde compraremos pan para que coman éstos? Así de grande es la compasión de nuestro Señor. El no solo alimenta nuestras almas, sino que también se preocupa por nuestros cuerpos. Jesús provee pan espiritual, y pan de harina. Un milagro impresionante estaba a punto de suceder, pero el mensaje del milagro sigue alimentando hoy nuestros corazones: Yo soy el pan de vida» dice el Señor.
En ese momento Felipe piensa que serían necesarios más de 200 denarios para alimentar a tanta gente. Pero aun teniendo ese dinero, parece imposible conseguir tanto pan. No hay quien lo pudiera traer, no hay quien lo pudiera cocinar. Andrés se acerca entonces con lo que un muchacho tenía en su bolsa, cinco panes y dos peces. ¡Pero qué es esto para tantos! ¡Qué escena tan fascinante! Tenemos miles de personas hambrientas, y tan solo la merienda de un muchacho. Solo cinco panes y dos peces. Solo doce apóstoles con poca fe. ¡Y si te miras en el espejo veras también una escena atractiva! Solo eres un creyente débil.
La fragilidad que vemos en este episodio del Evangelio es la misma fragilidad que hoy te rodea. ¿Verdad?
Pero el Señor es un experto haciendo proezas. El usa lo poco que somos, para hacer grandes cosas. Así es como El prefiere obrar, para que Su poder brille aún más. Jesús hace que la gente se recueste, como si estuvieran a punto de comer, y da gracias al Padre por los alimentos. En ese momento aún no ha empezado el milagro. Los panes y los peces empiezan a multiplicarse cuando los discípulos obedecen por fe la orden del Señor. Mientras reparten, la gente se sacia, Sin duda Jesús es el profeta esperado. Uno mayor que Moisés, quien clamó al cielo por pan. Jesús es el Dios que provee y Él mismo es también el pan del cielo que nos ha sido provisto.
Para pensar.
¿Qué vas a hacer tú hoy?
Pon en Sus manos tu pequeñez, y obedécele con prontitud. Pon en Sus manos tus cinco panes y dos peces. No mires tu debilidad, mira Su capacidad. Así, cuando más débil seas, serás más fuerte. El quiere hacer grandes cosas contigo, para Su gloria.
“Cuando alzó Jesús los ojos, y vio que había venido a él gran multitud, dijo a Felipe: ¿De dónde compraremos pan para que coman estos?”
Juan 6:5 RVR1960
Aveces te has sentido con pocas fuerzas, con pocos recursos, con poco tiempo, con poca fe. Tal vez ahora mismo te sientas así. Débil. Pequeño. Incapaz de sobrellevar las cargas que te rodean. Pero aun en esos momentos, puedes ver como tu fe cobra vigor y te mueve a poner lo poco que tienes en las manos del Señor. ¿Te sientes ahora así Necesitado del poder de Dios?
En tiempos de Jesús sabemos que muchos se acercaban a El porque esperaban de Él un milagro. Muchos de los que se acercan a Jesús hoy día hacen igual. A pesar de la dulzura y misericordia del Maestro, no quieren a Jesús, sino algo de Jesús. En nuestro pasaje, vemos que Jesús enseña a las multitudes, y pasando las horas la gente tiene hambre.
Jesús pone a prueba la fe de Sus discípulos y les pregunta:
«¿De dónde compraremos pan para que coman éstos? Así de grande es la compasión de nuestro Señor. El no solo alimenta nuestras almas, sino que también se preocupa por nuestros cuerpos. Jesús provee pan espiritual, y pan de harina. Un milagro impresionante estaba a punto de suceder, pero el mensaje del milagro sigue alimentando hoy nuestros corazones: Yo soy el pan de vida» dice el Señor.
En ese momento Felipe piensa que serían necesarios más de 200 denarios para alimentar a tanta gente. Pero aun teniendo ese dinero, parece imposible conseguir tanto pan. No hay quien lo pudiera traer, no hay quien lo pudiera cocinar. Andrés se acerca entonces con lo que un muchacho tenía en su bolsa, cinco panes y dos peces. ¡Pero qué es esto para tantos! ¡Qué escena tan fascinante! Tenemos miles de personas hambrientas, y tan solo la merienda de un muchacho. Solo cinco panes y dos peces. Solo doce apóstoles con poca fe. ¡Y si te miras en el espejo veras también una escena atractiva! Solo eres un creyente débil.
La fragilidad que vemos en este episodio del Evangelio es la misma fragilidad que hoy te rodea. ¿Verdad?
Pero el Señor es un experto haciendo proezas. El usa lo poco que somos, para hacer grandes cosas. Así es como El prefiere obrar, para que Su poder brille aún más. Jesús hace que la gente se recueste, como si estuvieran a punto de comer, y da gracias al Padre por los alimentos. En ese momento aún no ha empezado el milagro. Los panes y los peces empiezan a multiplicarse cuando los discípulos obedecen por fe la orden del Señor. Mientras reparten, la gente se sacia, Sin duda Jesús es el profeta esperado. Uno mayor que Moisés, quien clamó al cielo por pan. Jesús es el Dios que provee y Él mismo es también el pan del cielo que nos ha sido provisto.
Para pensar.
¿Qué vas a hacer tú hoy?
Pon en Sus manos tu pequeñez, y obedécele con prontitud. Pon en Sus manos tus cinco panes y dos peces. No mires tu debilidad, mira Su capacidad. Así, cuando más débil seas, serás más fuerte. El quiere hacer grandes cosas contigo, para Su gloria.
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