La justicia perfecta
¡LA JUSTICIA PERFECTA!
«Que se levanten(rellenar) todos los valles, y se allanen todos los montes y colinas; que el terreno escabroso se nivele y se alisen las quebradas» (Isaías: 40:4).
Casi todos hemos experimentado el dolor de haber sufrido daño en algún momento de nuestras vidas.
Y puede ser que ese daño se haya producido por la irresponsabilidad, descuido o maldad de una o muchas personas.
Tenemos que aceptar el hecho de que no siempre se hace justicia en nuestro mundo imperfecto. Se comenten crímenes de los cuales resultan víctimas personas que no ven posible que se les restituya eso que les fue arrebatado.
Sin embargo, tenemos un Dios de justicia y de restitución por lo que un día perdimos.
Se abre una avenida de justicia para todas las personas.
Tenemos un Padre Celestial que ve todo acto dañino que se hace aquí en la tierra. La Palabra del Señor nos dice que en la vida venidera experimentaremos justicia perfecta y yo lo creo.
Isaías dice: «Que se levanten todos los valles, y se allanen todos los montes y colinas...». Hasta que ese día llegue, necesitamos estar seguros de que no hemos hecho daño a nadie intencionalmente. Y sí así ha sido, el arrepentimiento y deseo de perdón debe aflojar de nuestros corazones.
Para pensar.
El gozo y la libertad que surgen de una conciencia limpia nos lleva a un nuevo nivel de intimidad con Dios.
Esa intimidad nos hace libre, nos limpia.
«Que se levanten(rellenar) todos los valles, y se allanen todos los montes y colinas; que el terreno escabroso se nivele y se alisen las quebradas» (Isaías: 40:4).
Casi todos hemos experimentado el dolor de haber sufrido daño en algún momento de nuestras vidas.
Y puede ser que ese daño se haya producido por la irresponsabilidad, descuido o maldad de una o muchas personas.
Tenemos que aceptar el hecho de que no siempre se hace justicia en nuestro mundo imperfecto. Se comenten crímenes de los cuales resultan víctimas personas que no ven posible que se les restituya eso que les fue arrebatado.
Sin embargo, tenemos un Dios de justicia y de restitución por lo que un día perdimos.
Se abre una avenida de justicia para todas las personas.
Tenemos un Padre Celestial que ve todo acto dañino que se hace aquí en la tierra. La Palabra del Señor nos dice que en la vida venidera experimentaremos justicia perfecta y yo lo creo.
Isaías dice: «Que se levanten todos los valles, y se allanen todos los montes y colinas...». Hasta que ese día llegue, necesitamos estar seguros de que no hemos hecho daño a nadie intencionalmente. Y sí así ha sido, el arrepentimiento y deseo de perdón debe aflojar de nuestros corazones.
Para pensar.
El gozo y la libertad que surgen de una conciencia limpia nos lleva a un nuevo nivel de intimidad con Dios.
Esa intimidad nos hace libre, nos limpia.
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