Pelea tu bendicion
PELEA TU BENDICIÓN
"Y dijo: Déjame, porque raya el alba. Y Jacob le respondió: No te dejaré, si no me bendices." - Gênesis 32:26
Jacob vivió su vida confiada en sí mismo. Vivió por intrigas y manipulaciones. Acumuló riquezas, y ahora regresa a su tierra con la posibilidad de encontrar a su hermano, Esaú.
Este, había sido engañado por Jacob, podría acabar con él y todo lo que tenía. Jacob estaba aterrorizado. Finalmente, el independiente, autosuficiente e intrigante Jacob reconece su necesidad de Dios.
En la noche antes que Jacob encontrara a Esaú, un extranjero asalta a Jacob en la oscuridad. Ellos comienzan a luchar, de hecho, luchan a lo largo de toda la noche. A través del tiempo, se le hizo claro a Jacob que este extraño no era otro sino Dios mismo en forma humana. Y cuando Dios estaba por irse, Jacob se aferra a Él con su vida.
Él no lo dejaría irse. Al aferrarse a Dios, Jacob exclamó: ¡no te dejaré hasta que me bendigas!
¿De que se trata esa oración? Parece egoísta, pero Dios la amó, y la respondió. Dios bendijo a Jacob.
Dios amó su oración porque Jacob, un independiente y autónomo, lo está llamando en dependencia. "Señor, necesito tu gracia. Sin tu bendición, no hay esperanza. Señor, yo no te dejaré ir hasta que me bendigas". Dependencia, desesperación. Confianza.
Para un orgulloso, independente como Jacob, esa es una oración que Dios ama. A veces, Dios luchará con nosotros y quizá nos dará una cojera, como la que eventualmente le dio a Jacob, para mostrarnos cuánto lo necesitamos y enseñarnos a exclamar: "Señor, te necesitamos. Yo te necesito. Yo necesito tu bendición, tu rescate y tu protección. Sin ti no tengo esperanza." Esa es una oración que Dios ama.
Es tiempo de dejar todo, y hablar con Dios de manera transparente, dejar de lado la autosuficiencia y manifestar cuánto lo necesitamos, cuánto confiamos en Él, cuánto anhelamos una profunda intimidad con Él.
Para pensar.
Pídele a Dios hasta que te bendiga, así como Jacob lucho con ese ángel por una bendición.
No te canses, no te rindas, espera y cree en lo que Dios ha de hacer.
No lo dejes ir sin que te bendiga.
"Y dijo: Déjame, porque raya el alba. Y Jacob le respondió: No te dejaré, si no me bendices." - Gênesis 32:26
Jacob vivió su vida confiada en sí mismo. Vivió por intrigas y manipulaciones. Acumuló riquezas, y ahora regresa a su tierra con la posibilidad de encontrar a su hermano, Esaú.
Este, había sido engañado por Jacob, podría acabar con él y todo lo que tenía. Jacob estaba aterrorizado. Finalmente, el independiente, autosuficiente e intrigante Jacob reconece su necesidad de Dios.
En la noche antes que Jacob encontrara a Esaú, un extranjero asalta a Jacob en la oscuridad. Ellos comienzan a luchar, de hecho, luchan a lo largo de toda la noche. A través del tiempo, se le hizo claro a Jacob que este extraño no era otro sino Dios mismo en forma humana. Y cuando Dios estaba por irse, Jacob se aferra a Él con su vida.
Él no lo dejaría irse. Al aferrarse a Dios, Jacob exclamó: ¡no te dejaré hasta que me bendigas!
¿De que se trata esa oración? Parece egoísta, pero Dios la amó, y la respondió. Dios bendijo a Jacob.
Dios amó su oración porque Jacob, un independiente y autónomo, lo está llamando en dependencia. "Señor, necesito tu gracia. Sin tu bendición, no hay esperanza. Señor, yo no te dejaré ir hasta que me bendigas". Dependencia, desesperación. Confianza.
Para un orgulloso, independente como Jacob, esa es una oración que Dios ama. A veces, Dios luchará con nosotros y quizá nos dará una cojera, como la que eventualmente le dio a Jacob, para mostrarnos cuánto lo necesitamos y enseñarnos a exclamar: "Señor, te necesitamos. Yo te necesito. Yo necesito tu bendición, tu rescate y tu protección. Sin ti no tengo esperanza." Esa es una oración que Dios ama.
Es tiempo de dejar todo, y hablar con Dios de manera transparente, dejar de lado la autosuficiencia y manifestar cuánto lo necesitamos, cuánto confiamos en Él, cuánto anhelamos una profunda intimidad con Él.
Para pensar.
Pídele a Dios hasta que te bendiga, así como Jacob lucho con ese ángel por una bendición.
No te canses, no te rindas, espera y cree en lo que Dios ha de hacer.
No lo dejes ir sin que te bendiga.
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