Ayudense los unos a otros
Ayúdense los unos a los otros
“Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo.” Gálatas 6:2
Cuenta una historia que una niña de unos 9 años en la china del siglo pasado iba cargando por kilómetros y kilómetros un gran paquete, las personas la veían que casi no podía caminar y ella seguía caminando con cansancio y casi sin fuerzas pero con un total cuidado de aquel paquete.
Una señora que la observo detenidamente la detuvo y le ofreció ayuda , pero la niña por un momento no lo acepto, al ver detenidamente aquel paquetito era un niño de unos 2 o 3 años de edad. Su pequeño hermanito que casi no podía caminar, pero al cual cargaría con todo amor con tal de sacarlo de una ciudad azotada por la guerra.
Pensando en esta historia reflexionemos.
La vida cristiana no se trata de caminar solos, sino de apoyarnos mutuamente en amor. Todos enfrentamos pruebas, dificultades y momentos de debilidad, y Dios nos llama a ser instrumentos de Su gracia para ayudar a nuestros hermanos en la fe.
Jesús nos dio el mayor ejemplo de cargar las cargas ajenas cuando llevó sobre sí nuestros pecados en la cruz. De la misma manera, nos invita a aliviar las cargas de los demás con compasión, oración y servicio.
Ayudar a otros no siempre significa resolver sus problemas, pero sí implica caminar junto a ellos, escucharlos, animarlos y orar por ellos. A veces, un simple acto de bondad puede marcar la diferencia en la vida de alguien que está pasando por una prueba difícil.
Para pensar.
Hoy, busca una oportunidad para ser de bendición a alguien. Puede ser orando por una persona que está pasando por un momento difícil, escuchando con atención a quien necesita desahogarse, o brindando apoyo práctico a alguien que lo necesita. Recuerda, cuando llevamos las cargas de otros, cumplimos la ley de Cristo: el amor.
“Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo.” Gálatas 6:2
Cuenta una historia que una niña de unos 9 años en la china del siglo pasado iba cargando por kilómetros y kilómetros un gran paquete, las personas la veían que casi no podía caminar y ella seguía caminando con cansancio y casi sin fuerzas pero con un total cuidado de aquel paquete.
Una señora que la observo detenidamente la detuvo y le ofreció ayuda , pero la niña por un momento no lo acepto, al ver detenidamente aquel paquetito era un niño de unos 2 o 3 años de edad. Su pequeño hermanito que casi no podía caminar, pero al cual cargaría con todo amor con tal de sacarlo de una ciudad azotada por la guerra.
Pensando en esta historia reflexionemos.
La vida cristiana no se trata de caminar solos, sino de apoyarnos mutuamente en amor. Todos enfrentamos pruebas, dificultades y momentos de debilidad, y Dios nos llama a ser instrumentos de Su gracia para ayudar a nuestros hermanos en la fe.
Jesús nos dio el mayor ejemplo de cargar las cargas ajenas cuando llevó sobre sí nuestros pecados en la cruz. De la misma manera, nos invita a aliviar las cargas de los demás con compasión, oración y servicio.
Ayudar a otros no siempre significa resolver sus problemas, pero sí implica caminar junto a ellos, escucharlos, animarlos y orar por ellos. A veces, un simple acto de bondad puede marcar la diferencia en la vida de alguien que está pasando por una prueba difícil.
Para pensar.
Hoy, busca una oportunidad para ser de bendición a alguien. Puede ser orando por una persona que está pasando por un momento difícil, escuchando con atención a quien necesita desahogarse, o brindando apoyo práctico a alguien que lo necesita. Recuerda, cuando llevamos las cargas de otros, cumplimos la ley de Cristo: el amor.
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