El que ama a Dios, procura congregarse
El que ama a Dios, procura Congregarse
“No dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca.” — Hebreos 10:25
Vivimos en tiempos en los que la independencia y el individualismo son altamente valorados. Sin embargo, la vida cristiana no fue diseñada para ser vivida en aislamiento. Dios nos llamó a formar parte de Su cuerpo, la iglesia, y a caminar juntos en fe, amor y servicio.
Congregarse no es simplemente una tradición, sino una necesidad espiritual. Es en la iglesia donde encontramos apoyo, ánimo y crecimiento. A través de la enseñanza de la Palabra, la adoración colectiva y la comunión con otros creyentes, nuestra fe se fortalece.
El enemigo sabe que un creyente aislado es más vulnerable al desánimo, la duda y la tentación. Por eso, debemos ser intencionales en reunirnos, no solo para recibir, sino también para dar: para orar unos por otros, exhortarnos y servir en amor.
Jesús dijo: “Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (Mateo 18:20). Cuando nos congregamos, ofrecemos adoración, como ofrenda consagrada, donde experimentamos la presencia de Dios de una manera especial, recibimos dirección y crecemos en unidad como Su pueblo.
Para pensar.
No permitas que el fuego de tu fe se apague por el aislamiento.
¡Congrégate y mantente encendido en el Señor!
“No dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca.” — Hebreos 10:25
Vivimos en tiempos en los que la independencia y el individualismo son altamente valorados. Sin embargo, la vida cristiana no fue diseñada para ser vivida en aislamiento. Dios nos llamó a formar parte de Su cuerpo, la iglesia, y a caminar juntos en fe, amor y servicio.
Congregarse no es simplemente una tradición, sino una necesidad espiritual. Es en la iglesia donde encontramos apoyo, ánimo y crecimiento. A través de la enseñanza de la Palabra, la adoración colectiva y la comunión con otros creyentes, nuestra fe se fortalece.
El enemigo sabe que un creyente aislado es más vulnerable al desánimo, la duda y la tentación. Por eso, debemos ser intencionales en reunirnos, no solo para recibir, sino también para dar: para orar unos por otros, exhortarnos y servir en amor.
Jesús dijo: “Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (Mateo 18:20). Cuando nos congregamos, ofrecemos adoración, como ofrenda consagrada, donde experimentamos la presencia de Dios de una manera especial, recibimos dirección y crecemos en unidad como Su pueblo.
Para pensar.
No permitas que el fuego de tu fe se apague por el aislamiento.
¡Congrégate y mantente encendido en el Señor!
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