Mentes ansiosas

Mentes ansiosas

Así que no se preocupen por todo eso diciendo: “¿Qué comeremos?, ¿qué beberemos?, ¿qué ropa nos pondremos?”. Esas cosas dominan el pensamiento de los incrédulos, pero su Padre celestial ya conoce todas sus necesidades. Busquen el reino de Dios por encima de todo lo demás y lleven una vida justa, y él les dará todo lo que necesiten.MATEO 6:31–33, NTV


La palabra preocupación es definida como un sentimiento de intranquilidad, o como una mente perturbada, ansiosa, angustiada y agobiada. Otra definición que he escuchado para preocupación es “atormentarse a sí mismo con pensamientos perturbadores”.

¡Cuando escuché la última definición, de inmediato decidí que soy lo suficientemente inteligente para hacer algo distinto a sentarme por allí atormentándome a mí mismo!
Creo que el enemigo usa la preocupación y la ansiedad para distraernos del llamado de Dios sobre nuestra vida.

Tristemente; demasiadas personas de hecho podrían ser adictas a preocuparse. Tengo un amigo que se preocupa más allá de la razón. Reconoce que su madre le enseñó a preocuparse. No recuerda un tiempo en toda su vida en el que su madre no estuviera preocupada por algo que sucedió, estaba sucediendo o estuviera a punto de suceder. Tengo que admitir que yo solía ser así. Si no tenía algo de qué preocuparme, me preocupaba por los problemas de alguien más.

No sabía qué significaba vivir en paz. Estoy convencido de que es absolutamente imposible preocuparse y vivir en paz al mismo tiempo. Sin embargo, veo a personas tratando de hacer ambas.

Se han acostumbrado tanto a preocuparse que aplican esta condición a casi cada función de su vida. Para algunas personas puede ser algo tan simple como agobiarse por llegar a una junta a tiempo. Para otros puede significar estar nerviosos por conocer a alguien por primera vez o por la incomodidad de ir a una entrevista de trabajo. Yo escucho que se usa todo el tiempo la palabra preocupación.

¿Y si usáramos la palabra tormento?
Si consideramos la preocupación como tormento satánico o tortura mental, nos acercamos más a la idea bíblica. Piense en la agonía y el sufrimiento como parte del tormento.
¿No es exactamente así cómo trabaja Satanás?
Por supuesto, se esfuerza para no dejar que lo identifiquemos como la fuente. Es más fácil para él atormentarnos si culpamos a nuestros vecinos, hijos, padres o compañeros de trabajo. “Si solamente me dejaran solo y en paz”, decimos. Mientras veamos la agitación como proveniente de alguien más o de una situación por la que no podemos hacer nada, vivimos en tormento. Ese en ese punto que el diablo nos hace sus víctimas y lo empeora.

El apóstol Juan escribió acerca del amor, diciendo que si verdaderamente nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor ha sido perfeccionado en nosotros. Pero observe esto: “Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él […] En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor” (1 Juan 4:16, 18).

Estas son palabras fuertes, y las estoy citando por una razón. Si el diablo puede convencerlo de que la preocupación es poca cosa, no lo tomará demasiado en serio. “Ay, pero si todos se preocupan un poco”, dice usted restándole importancia.

No, no todos se preocupan. La preocupación es un arma del diablo, así que no es algo que usted como cristiano necesite tolerar. La preocupación no es nada más que un ataque satánico a su mente. No produce ninguna cosa buena.

Con mucha frecuencia, no hay nada que usted pueda hacer por las cosas que lo preocupan. Están más allá de su control. Usted puede preocuparse por su futuro o por los matrimonios de sus hijos o por si su empresa cerrará y lo despedirán. Pero no hay nada que usted pueda hacer en lo natural acerca de estas cosas. Es mucho mejor planear invertir el tiempo y la energía que invertiría preocupándose, recordando la promesa de Dios: “Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado” (Isaías 26:3).

Una familia misionera llena de fe en África trataron con el problema de la preocupación en una manera bastante creativa. Cada vez que alguien comenzaba a preocuparse por cualquier cosa, los padres y sus tres hijos se iban a la puerta principal y cada uno de ellos hacia el movimiento de estar pateando fuerte y decían en voz alta: “Diablo, vete de nuestra casa. Le pertenecemos a Dios, y no tenemos que permitirte entrar”. Eso me gusta. Use la autoridad que Dios le ha dado sobre el enemigo. ¡Empiece hoy!

Oremos
Santo Dios, por favor perdóname por permitir que el diablo me atormente en cualquier forma; y especialmente por tolerar su trucos con pequeñas preocupaciones y ansiedades. En el nombre de Jesús, te pido que me capacites para correrlo a él y a sus trucos de mi vida. Amén.

No Comments